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Sobre este blog

Ayuda en Acción es una Organización No Gubernamental de Desarrollo independiente, aconfesional y apartidista  que trabaja en América, África y Asia con programas de desarrollo integral a largo plazo en diferentes ámbitos para mejorar las condiciones de vida de los niños y niñas, así como el de las familias y comunidades a través de proyectos autosostenibles y actividades de sensibilización.

Desarrollo y renta ¿media?

Un niño en la región colombiana del Chocó

Jorge Cattaneo, planificación y operaciones. @jcattaneog

“Una sociedad que difunde de manera más igualitaria las oportunidades de educación y acceso al empleo formal dispondrá de una fuerza de trabajo con mayores capacidades, y a la vez optimiza el uso de esas capacidades para avanzar en materia de productividad y competitividad, así como de recursos fiscales para la inversión productiva y la protección social”

CEPAL, Comisión Económica para América Latina y el Caribe

Según Wikipedia renta media o renta per capita es la relación que hay entre el PIB (Producto Interno Bruto) y la cantidad de habitantes de un país. De acuerdo con la definición que ofrece el Banco Mundial (2005), el estrato de ingreso medio está compuesto por aquellos países cuya renta per cápita se encuentra entre los 766 y los 9.385 dólares (de 2003). En un contexto de recursos escasos durante estos últimos años se ha venido dando un debate en las instituciones públicas, en empresas y entre personas de todo el mundo sobre dónde es prioritaria la cooperación o hacia dónde dirigir la ayuda y bajo qué criterios. Dicho debate parece contraponerse a una pregunta a priori razonable los países que mayores carencias tienen versus los llamados “países de renta media” entendidos como tales bajo el cálculo de su renta per cápita. El concepto de renta media, que nadie puede negar que ignora las desigualdades de la renta al atribuir el mismo nivel de renta a todos ignorando las diferencias económicas entre los habitantes, aun así se sigue utilizando ya que es un marco conceptual muy fuerte que condiciona mucho el debate disimulando todo tipo de intereses políticos y económicos. Algo más del 41% de la población pobre del mundo que vive con menos de 2 dólares diarios reside en países denominados de renta media.

La reciente crisis económica está permitiendo que poco a poco todos los involucrados en el debate nos vayamos dando cuenta de la fragilidad del crecimiento económico por si sólo para generar un bienestar social duradero y una reducción estructural de la pobreza. El fuerte y rápido deterioro a nivel de cohesión social que se está produciendo en muchos países europeos es una buena muestra de cómo en unos pocos años se puede revertir el efecto de décadas de crecimiento. El último informe Foessa sobre la situación social en España nos muestra ya 630.000 hogares sin ingresos duplicando la tasa de años anteriores. Es una muestra más de que en el mundo global, la división norte/sur ya se va difuminando a gran velocidad y las problemáticas son cada vez más compartidas.

América Latina ha experimentado un fuerte crecimiento económico y de la renta media de algunos de sus países que según cifras del Banco Mundial se espera que crezcan un 3,5% en su conjunto estando Perú a la cabeza de dicha previsión con 5,8% de crecimiento esperado para 2013. Aun así continúa siendo la región más desigual del mundo: el 20 % más rico acapara el 57,1 % de los ingresos, mientras que la misma proporción de los más pobres recibe apenas un 2,9 % de la riqueza. Manejando estas cifras, cuando Bill Gates cuestionaba el apoyo de España a países como Perú, ya reflexionamos sobre la marcada desnutrición infantil en este país. Las instituciones latinoamericanas llevan tiempo analizando este efecto de crecimiento y organismos como la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) ven la cohesión social como un medio para lograr un desarrollo equilibrado. Esta visión se sintetiza en el lema de esta comisión: “Hay que crecer para igualar e igualar para crecer”.

La cooperación internacional apostó durante muchos años por el crecimiento como elemento suficiente para superar la pobreza. En América Latina vemos las dos caras de la misma moneda como resultado de ese crecimiento en la renta media de algunos países; por un lado se han polarizado la riqueza y la pobreza. Por otro, se ha desintegrado y destruido el tejido social. Dicho crecimiento ha agudizado la denominada “heterogeneidad estructural” creando islas de desarrollo en medio de sociedades tradicionales en las que se reproducen los círculos viciosos de la pobreza. Mirando al futuro las estadísticas parecen mostrar la fuerte creación de clases medias en estos países de la mano del crecimiento pero ¿sobre qué modelo social y sostenibilidad?

Buscamos un crecimiento que reduzca simultáneamente la pobreza y la desigualdad, entendida desde el puro enfoque de derechos humanos y como uno de los principales problemas económicos en el mundo. Buscamos acabar con esas élites que se concentran y gobiernan y que impiden que se desarrolle un ciclo virtuoso que implique un crecimiento mucho más sostenible con menos pobreza y más cohesión social. Para el PNUD (Programa de naciones Unidas para el Desarrollo) “la desigualdad restringe las capacidades de amplios segmentos de la población, dificulta la formación de capital humano y limita sus posibilidades de inversión en actividades productivas, lo que a su vez reduce la capacidad de crecimiento económico de los países de la región” (PNUD, 2010).

Vemos la desigualdad como un proceso que se da en lo social pero también en lo geográfico y que una vez más distorsiona el análisis de la renta media nacional como elemento que expresa el bienestar social de un país. Encontramos regiones como el Chocó colombiano o la sierra andina peruana donde los niveles de desarrollo humano se encuentran muy alejados de los de sus respectivas capitales y donde la pobreza, la desigualdad y exclusión social se expresan en toda su crudeza en países que muestran un fuerte crecimiento. Una vez más se concentran en los colectivos más vulnerables, los niños y niñas, las mujeres y los indígenas y se traducen en altas tasas de desnutrición, analfabetismo y pobreza.

El debate sobre la renta media se ha utilizado durante mucho tiempo para justificar muchas decisiones por intereses políticos o económicos o para “dejar de hacer” o mirar para otro lado a los problemas de una gran parte del mundo.

Vivimos un momento en que no debemos ponernos este tipo de “trampas” al querer simplificar los análisis para justificar nuestras propias decisiones. Tampoco necesitamos desarrollar nuevos modelos ni paradigmas, hay aprendizajes muy claros de casos en que se ha producido crecimiento con cohesión social. Lo que ha funcionado en unos casos no lo ha hecho siempre en otros pero hay algunos elementos que han aparecido de manera recurrente combinando crecimiento con reducción de la pobreza. ¿Dónde hay que poner el énfasis para conseguir este crecimiento? Vemos casos en los que el desarrollo en sectores primario y terciario con bienes y servicios donde se puede implicar a muchas personas de menos cualificación son fundamentales; otros en los que la propiedad de la tierra se presenta como clave para que incrementos en la producción se traduzcan en reducción de la pobreza así como la inversión en educación y en políticas activas de empleo entre otras.

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