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El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

Editamos Ruth Toledano, Concha López y Lucía Arana (RRSS).

El jaguar y el posconflicto en Colombia

Jaguar en la selva latinoamericana.

Mateo Córdoba Cárdenas

Es frecuente la afirmación de que el jaguar, como especie, es un indicador de conservación. Es decir, que la presencia del felino en los territorios donde pueda aparecer permite inferir que aquella zona se encuentra en muy buen estado y la estructura ecológica se halla sana y conservada.

Aunque lo anterior es confirmado por la biología y la ecología, en Colombia la presencia del jaguar en ciertas áreas puede estar directamente relacionada con lo que se podría llamar un desplazamiento forzado de carácter ambiental.

El informe ‘Terminó la guerra, el postconflicto está en riesgo. Un año del acuerdo de paz’, de la Fundación Franz Weber, La Iniciativa y la Fundación Paz y Reconciliación, encontró que muchas de las Unidades de Conservación del felino (categoría utilizada por biólogos para georeferenciar las áreas y ecosistemas cruciales para la preservación de esta especie) han sido rodeadas e incluso borradas por fenómenos como la deforestación, la minería legal e ilegal y, en general, el avance de la frontera agropecuaria. Las áreas de siembra y pastoreo crecen horizontalmente en detrimento de los ecosistemas por los que se mueve el jaguar en Caquetá, Guaviare y la Serranía de San Lucas, al norte del país.

El IDEAM (Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales de Colombia) ha determinado en sus informes que el Caquetá es el departamento con mayor cantidad de hectáreas deforestadas en el país. Entre Cartagena del Chairá y San Vicente del Caguán aportan cerca del 20% de la tasa total de hectáreas deforestadas a nivel nacional. Lo anterior, unido a la cifra de 1.500.000 cabezas de ganado distribuidas en un total de 1.500.000 hectáreas (1 vaca por hectárea), pone en serios aprietos a diferentes especies que encuentran en los bosques del Caquetá su hábitat o un paso necesario en sus rutas migratorias.

Es el caso del jaguar. El avance de la ganadería sobre sus corredores ha generado que sean cercas y fincas las que deban ser esquivadas por el animal en su paso por el departamento. Así pues, el conflicto suscitado por el ataque del felino a ese ganado desemboca en una caza retaliativa ejercida por los mismos campesinos y propietarios de las vacas atacadas.

Precisamente desde la concentración de las FARC en las zonas destinadas para su desarme, la deforestación en el Caquetá ha estado directamente relacionada con el avance de las zonas de ganaderías sobre los bosques y la selva amazónica. Comunidades campesinas de la región han denunciado la llegada de grandes propietarios que llegan de otros municipios a patrocinar talas de 100 y 200 hectáreas para cercar la tierra. Esto desemboca en que el registro de felinos dentro de las fincas se multiplique, como es el caso de Montañita, Caquetá, municipio en donde hay un Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación de las FARC, y en el que se han llegado a registrar más de tres avistamientos del jaguar este año, según reportes de Corpoamazonía.

Lo anterior ha disparado las alarmas en torno a la vulnerabilidad en la que se encuentra esta especie ante la posibilidad del escalamiento del conflicto con los campesinos y ganaderos, al estar los rebaños y las fincas donde antes el jaguar encontraba senderos ecológicos y sus Unidades de Conservación. La seccional en Caquetá de Corpoamazonía ha declarado que no da abasto atendiendo las llamadas de ciudadanos que dicen haber visto individuos de jaguar cerca de sus propiedades. Se ha denunciado que a las fincas que han sido frecuentadas por el felino han llegado grupos de personas a ofrecer sus servicios para matar al animal culpable del ataque al ganado.

A un año de la firma del acuerdo de paz, la presencia del jaguar en la región del Caquetá no es un asunto nuevo. Sin embargo, el alza en el número de ataques de jaguar a potros y vacas puede entenderse en términos causales con el fenómeno de la deforestación. Las fincas que debe rodear el felino para cruzar sin riesgos el departamento son cada vez más grandes, las distancias cada vez más largas y, al acortar camino cruzando las fincas, el jaguar queda expuesto a los peligros del encuentro con los campesinos que han criminalizado su presencia en este territorio.

Uno de los objetivos principales de la Reforma Rural Integral negociada en La Habana tiene que ver con detener el avance de la frontera agropecuaria en el país y, como se ve en el caso del jaguar, este proyecto tiene mucho que ver con la vida y la conservación de especies y ecosistemas referentes de la biodiversidad en Colombia.

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