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El mago Yuri

Iñaki Ochoa de Olza

  • Publicamos el conjunto de columnas de opinión que Iñaki Ochoa de Olza escribió para Campobase. A través de ellas se puede conocer a Iñaki, que más allá de su condición de alpinista, nos muestra una filosofía de vida que merece la pena descubrir. Éste es 'El legado de Iñaki'

Los ojos de Kami se abren como platos mientras empieza a buscar por el suelo de la tienda comedor del campo base, mientras Yuri entretiene a la audiencia y disimula. Kami es un sherpa serio, un jefe conocido por su honradez que no se puede creer lo que le está pasando. Yuri le ha entregado un valioso anillo de oro, que además pertenece a otro porteador de altura, para que lo guarde. Mientras se lo daba, el anillo ha desaparecido. Volatilizado. La numerosa audiencia sonríe al ver la escena, aunque algunos rostros parecen asustados ante el problema que se avecina. Yuri finge darse cuenta tras unos segundos. Parece paciente, después tenso y finalmente enfadado, provocando en Kami sudores fríos. Al final, el anillo aparece,¡en el bolsillo del muy avergonzado Kami!...

Los sherpas, esos hombres duros y simples, jamás habían presenciado una sesión de magia como la que les regaló Yuri Contreras, este mejicano grande y simpático. En sus rostros vi la emoción, las lágrimas y la pura diversión que ya son prácticamente imposibles de encontrar en nuestros niños, que saben latín. Yuri fue el primer mejicano en subir al Everest dos veces, y en esta ocasión participaba en una expedición al Lhotse que yo dirigía, aunque lo cierto es que bien poco tuve que mandar con gente como él. Varios de ellos subirían al monte al final de la temporada, después de esperar como pocas veces.

“Pero Yuri, ¿por qué llevas un nombre tan poco mejicano?” le pregunté. “Bueno, pinche huevón, es cosa de mi padre. Yo ya era el séptimo hijo, así que ya no le quedaban nombres para elegir. Creo que cuando nací un ruso que se llamaba Yuri Gagarin subió al espacio...y le gustó el nombrecito. Le valió madres al guey”. La mayoría de los mejicanos que encontré en mi camino son muy buena gente y Yuri es el más divertido de todos.

A partir del primer día en el que hizo magia, por nuestro campo base empezaron a aparecer sherpas de todas las expediciones, a tomar un té y a ver que hacía el mago. Conviene llevarse bien con lo oculto, y también le traían regalos y cosas así. La siguiente sesión tuvo lugar pronto, debido a la “presión popular”, en una tienda abarrotada. Yuri pidió a los sherpas que escribieran una palabra en inglés en un papel, mientras él estaba fuera de la tienda. Después entraba, los sherpas quemaban el mencionado papel y Yuri adivinaba la palabra antes escrita viendo sólo las cenizas. Después sacó sus cartas y pidió a alguien que colocara cuatro en línea en una mesa. Las fue tocando con su varita, diciendo “ti-ri-ri-ri”, y al darles la vuelta se habían duplicado, convirtiéndose en dos cartas iguales cada una. El asombro y el miedo se reflejaban en los rostros de aquellos hombres tan curtidos.

Unos días después, PaDawa, un chico que vive en Pangboche, se acercó con guasa y le pidió a Yuri un favor especial. “¿Puedes hacerme a mi el ti-ri-ri-ri?”. Yuri se mostró sorprendido y preguntó la causa de la propuesta. El sherpa sonrió y se explicó: “Es que así haces dos PaDawas, y mañana mando al otro a portear a la cascada de hielo...” Nos reímos durante días, y muchos por allí recuerdan bien a magic Yuri, un hombre cuyo país no conocen, pero que consigue cosas imposibles.

Columna publicada en el número 16 de Campobase (Junio 2005).

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