El mar reclama lo que es suyo en Canarias: los estudios ya lo habían anticipado e irá a peor

Las olas, golpeando el paseo costero del Puertito de Güímar hasta engullir su playa y afectar a la zona de baño conocida como el chaplón, en la costa este de Tenerife.

Dácil Jiménez

Santa Cruz de Tenerife —

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Canarias lleva dos días, desde la tarde del martes, sufriendo los embates del mar con olas de más de cuatro metros en sus costas. La fuerza del viento y las mareas vivas provocadas por la fase de la luna han elevado el nivel esperado de las pleamares en todo el archipiélago, pero sobre todo en las costas orientadas al este. Varias localidades han visto cómo el mar sepultaba algunas avenidas o paseos, entraba con fuerza por sus calles, cubría de arena y piedras las aceras y se llevaba parte de una casa, levantada justo sobre una playa en la costa este de Tenerife. Y ha habido un víctima mortal: un turista que hacía fotos al espectáculo marino en Puerto de la Cruz.

En las islas abundan las construcciones pegadas al océano, cuyas fachadas en muchos casos son lamidas por el agua a poco que sopla el viento. Incluso hay edificios, como el viejo hotel de El Médano (sur de Tenerife), con parte de su estructura directamente sobre la arena gracias a unos pilotes. Hace seis años se hizo famoso también un edificio situado en Mesa del Mar, en Tenerife, porque un temporal de mar, con olas enormes de varios metros de altura, azotaron su fachada y arrastraron varios balcones e inundaron los bajos del inmueble en unas imágenes que dieron la vuelta al mundo.

Canarias lo sabe. El mar termina por reclamar lo que es suyo, y estos días se ha visto claro que lo que auguran desde hace tiempo numeroso estudios va a ocurrir, está ocurriendo: múltiples zonas costeras de Canarias van a inundarse con la subida del nivel del mar ocasionada por el cambio climático y, como consecuencia, más de 5.000 personas tendrán que abandonar sus viviendas. Serán lo que se conoce como desplazados climáticos. Hasta 47 puntos del archipiélago fueron calificados en 2022 como de alto riesgo.

Así lo desveló, negro sobre blanco, el Informe Resumen 2017-2021 de Evaluación del riesgo frente al cambio climático en las costas de Canarias, dirigido y ejecutado por la empresa Cartográfica de Canarias S.A. (Grafcan). Según este análisis, para 2100 (dentro de 80 años), las personas que vivan en esos puntos de alto riesgo habrán tenido que ser reubicadas en otros barrios del interior de las islas como consecuencia de las inundaciones y de la erosión de las costas.

En un margen de tiempo aún menor, para 2050, se prevé que el nivel del mar haya subido ya en las islas hasta 18 centímetros.

El análisis señalaba un punto de riesgo en La Graciosa, nueve en Lanzarote, doce en Fuerteventura, siete en Gran Canaria, diez en Tenerife, cinco en La Palma, dos en La Gomera y uno en El Hierro. El Parque Natural de las Dunas de Corralejo en Fuerteventura, Garachico (Tenerife), Maspalomas (Gran Canaria), Caleta de Sebo (La Graciosa) o la playa de Famara de Lanzarote son algunas de las costas que corren peligro. Curiosamente, ninguno de estos puntos se ha visto afectado por el temporal de los últimos días.

En total, al menos 140 kilómetros de litoral están, según este informe, en grave riesgo por las inundaciones. El geógrafo y coordinador del informe, Gustavo Herrera de Lamo, explicó a este periódico que existen dos tipos de inundaciones: las de carácter permanente, derivadas del aumento del nivel del mar, y las que están asociadas a temporales, como las que se producen con frecuencia en Garachico (Tenerife) y como las que han ocurrido estos días.

Playas amenazadas y el sector turístico afectado

Según el estudio, una de las debilidades de Canarias es que su economía es muy dependiente de un sector mayoritariamente, el turístico. Y precisamente estos efectos del cambio climático en las islas provocarán la pérdida de algunas zonas de costa y hasta 148 playas, que podrían desaparecer bajo el mar. La conclusión más relevante del informe de Istac es que las islas se encuentran en un “callejón sin salida”, en palabras de Herrera de Lamo, porque es el propio sector turístico el que con su desarrollo pone a la región en una situación de peligro frente al calentamiento global y, al mismo tiempo, serán las consecuencias del propio cambio climático las que golpeen al sector. 

En definitiva, el Archipiélago tendría que estar ya apostando por otros sectores económicos y que estos no degraden el medio ambiente ni se vean afectados ni contribuyan al cambio climático. El temporal de mar que aún está azotando a las islas no solo ha señalado algunos puntos vulnerables, sino que ha puesto de manifiesto lo expuestas que están las islas ante un aumento progresivo e imparable del nivel del mar. Y esto ocurre, además, a menos de diez días de las convocatorias en seis islas para protestar contra el modelo de desarrollo existente y para pedir, entre otras cosas, limitar el avance del turismo y aumentar la protección de los espacios naturales de las islas.

En el futuro, aún más vulnerables y con más riesgos

No hace falta remontarse varias décadas hacia el futuro para advertir los riesgos del cambio climático y sus efectos en las islas. Este mismo miércoles, el físico y meteorólogo José Miguel Viñas, de Meteored, avanzó que la temporada de huracanes en el Océano Atlántico (del 1 de junio y el 30 de noviembre) será especialmente intensa este 2024 y que, por ende, este año Canarias tiene más probabilidades de recibir los efectos de una tormenta tropical o un huracán. Las predicciones, señaló, apuntan a que “se marcará un récord histórico que rompería las estadísticas”.

Así lo señala también la previsión recientemente publicada de la Universidad Estatal de Colorado (CSU): esta temporada de huracanes tiene muchas probabilidades de ser “extremadamente activa”, con un 57% más de huracanes y casi el doble de energía acumulada.

Solo hay que echar la vista atrás para ver que Canarias no está especialmente preparada para recibir la embestida de un huracán, ni siquiera de uno de nivel 1, puesto que fenómenos de menor intensidad, como son las tormentas tropicales, han causado estragos allí donde han golpeado. Basta con recordar la tormenta tropical Delta o, más recientemente, Hermine, en 2022, una tormenta tropical “anómala”, según la describió Juan Jesús González Alemán, de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), porque provino de una zona históricamente desprovista de ciclones desde 1851. “Hermine no ha tenido precedentes”, dijo.

Por aquellas fechas, González Alemán también vaticinó un futuro meteorológico para Canarias mucho más movido. “Las evidencias” científicas apuntan a que los ciclones tropicales podrían ser “más frecuentes” e incluso tener “mayores acercamientos” a las Islas, afirmó, aunque matizó que, por el momento no había “nada claro”.

Hermine, por sus condiciones excepcionales, encendió un acalorado debate meteorológico sobre si en el futuro habría más tormentas de este tipo en las Islas, e incluso se formó un grupo de trabajo para debatir al respecto. Algunos expertos opinaron entonces que no, pero otros consideraron que sí. “Es un tema muy abierto a investigar en profundidad pero los indicios, las evidencias, apuntan a que en el futuro podrían ser más frecuentes, podrían [las tormentas o ciclones] tener más facilidades para llegar en buenas condiciones” a Canarias y también a las zonas costeras atlánticas peninsulares, afirmó González Alemán.

El experto apuntó que no hay estudios centrados en Canarias pero que se pueden extraer conclusiones de los modelos utilizados para la cuenca del Atlántico Norte. Algunos de ellos señalan una mayor actividad de las ondas tropicales en el futuro, con un monzón africano más fuerte, lo que implicaría una traslación de los ciclones tropicales un poco más al norte, y con ello, mayores probabilidades de acercarse a Canarias, así como episodios “mucho más intensos”.

Aunque “no se puede afirmar nada con robustez”, el experto hizo hincapié en que han “aumentado considerablemente” en los últimos diez, quince años los ciclones con características tropicales y se puede deducir que las condiciones son cada vez más favorables para que acaben impactando en Canarias o la Península Ibérica.

Una de esas condiciones es la temperatura del mar, que, según este meteorólogo de la Aemet, se prevé que aumente en el Atlántico; luego están las atmosféricas (humedad, cizalladura, inestabilidad, dinámica atmosférica), sobre las que hay “una incertidumbre mayor”. De lo que tiene menos dudas es de que “la idea de que Canarias es ajena a la llegada de ciclones tropicales hay que desmontarla”.

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