Nuevo curso político en Cantabria: Buruaga afronta un primer presupuesto en minoría que definirá quién es su socio preferente
A primeros de septiembre se reanudará en el Parlamento de Cantabria el curso político con la apertura del período de sesiones y un asunto que definirá a medio plazo quién será el socio preferente del Gobierno presidido por María Jesús Sáenz de Buruaga: los presupuestos de Cantabria para 2024. Hasta ahora, la presidenta ha defendido en público su voluntad de gobernar en solitario y no dar cabida a Vox en su Ejecutivo, pero en la práctica ha necesitado de un socio, el PRC, para ser investida y designar a la Mesa de la Cámara.
Si el PRC continúa apuntalando el precario Gobierno de Buruaga o esta elige a Vox para sacar adelante sus cuentas, dependerá en primer lugar del cariz que tomen las mismas y el interés que le pueda merecer a sus compañeros de viaje apoyarlas. Según el anteproyecto que presente el Ejecutivo en la Cámara, se verá la posición sobre todo del PRC, principal baluarte ahora mismo del PP ante la humillación infligida a Vox en los primeros compases de la XV Legislatura.
Como telón de fondo está el congreso regionalista, sobre el que pende un silencio sepulcral y no parece haber ninguna urgencia en convocarlo. No solo es una cita importante para definir el posrevillismo en Cantabria, sino que también tendrá que definir qué política quiere hacer el PRC esta legislatura: si progresista o conservadora. Un congreso establecerá las líneas a seguir en el trabajo político y habrá de confirmar o censurar el acercamiento que hasta ahora han tenido al PP los regionalistas con el expresidente Miguel Ángel Revilla al frente, secundado por su portavoz parlamentario Pedro Hernando.
No es una cuestión baladí: el PRC se alinea con un gobierno del PP cuando la mayor parte de su electorado se decantó por votar PSOE en las pasadas elecciones generales. De la orientación política que se adopte en ese congreso no solo dependerá la estabilidad de un gobierno, sino la misma suerte futura del PRC, que ya no tendrá a Miguel Ángel Revilla al frente.
Mientras el partido se redefine, Pedro Hernando y Paula Fernández configuran en la actualidad el núcleo duro del Grupo Regionalista. Enfrente tendrá a un socialismo con la bancada llena de exconsejeros y a un PP que ha preferido el perfil político bajo tanto en el Parlamento como en el propio Gobierno. De Vox, el PP solo puede esperar una política muy determinada por el contenido simbólico, ya que esta formación requiere de gestos para que sus filas no clareen más todavía tras purgas y deserciones de militantes.
Ni tanta prisa ni 100 días
Los socialistas cántabros, con Pablo Zuloaga al frente, arremetieron contra el PP desde los primeros compases de la legislatura, sobre todo por su alianza encubierta con Vox, que a la postre resultó fallida, para frustración de Leticia Díaz y sus tres compañeros de la bancada de extrema derecha. Con la reanudación del curso político los 100 días de cortesía no le valdrán a un Gobierno que llegó con prisa por ponerse manos a la obra, nombró a sus consejeros, secretarios y directores generales y luego se fue de vacaciones (como todos los demás).
Ya en septiembre, el photocall de romerías, conciertos, fiestas de guardar y visitas a municipios dejará paso a la política de gestos, que será la auténtica protagonista de la legislatura: el PSOE para ser la voz crítica del Parlamento, hacer merecer su gestión y erigirse en bastión de mujeres, minorías y progresistas; Vox no ahorrará críticas mientras no tengan cabida en el Ejecutivo y seguirá dejando claro que son racialmente puros y que la España de los años 60 es un buen planteamiento de futuro; y el PP se mostrará exquisito y no apretará el acelerador para mantener la paz social y no soflamar los ánimos de los colectivos que siempre tienen los colmillos afilados: sindicatos, docentes y sanitarios.
En este contexto, se sale a negociar un presupuesto para 2024 que es realmente de continuidad, dado que medio año lo consumieron PRC y PSOE, pero al que el propio PP ha dado relieve con algunas propuestas de calado político y económico para lo que resta: la bajada de impuestos y la merma en la recaudación que se producirá, toda vez que, ni quienes defienden esta ecuación se creen que el resultado sea un incremento de la actividad y por lo tanto de la recaudación; de hecho, ni un solo ejemplo del pasado ha sido puesto sobre la mesa y más bien el mantra “del dinero debe estar en el bolsillo de los cántabros” ha acabado en la hostelería o en algún resort más que en actividades productivas.
Queda por ver la evolución de la política nacional con un Alberto Núñez Feijóo que tiene todas las papeletas para convertirse en el líder que ganó las elecciones y perdió el gobierno. Si el socialista Pedro Sánchez renueva el cargo, a Cantabria le queda por experimentar de nuevo una tensa relación con Madrid, máxime cuando el sanchismo no es muy comprensivo con los gobiernos de derechas que rechazan una inversión de 30 millones de euros como acaba de hacer Buruaga con el proyecto de Centro de Refugiados de Parayas o se plantean el desmontaje de la Crotu, órgano de control de la planificación urbanística y territorial.
Estas decisiones no han sido compensadas por otras medidas de igual calado en un sentido positivo: declarar el día de Santiago fiesta regional, eliminar la cita previa administrativa y prometer dinero a todo aquel que pise un despacho no pasan ahora mismo de ser meros gestos y declaración de intenciones. Los casos de los alcaldes de Santander y Torrelavega, Gema Igual (PP) y Javier López Estrada (PRC), son significativos por el aluvión de millones prometidos; con el añadido de las supuestas malas relaciones entre la regidora de la capital y la presidenta de su partido, que lo es también de Cantabria, no muy lejos del distanciamiento que se dio entre el exalcalde Íñigo de la Serna y el expresidente Ignacio entre 2011 y 2015.
Comprobar cómo evoluciona la relación con el Gobierno central, que es el gran interlocutor de los fondos europeos y tiene la sartén por el mango del nuevo modelo de financiación autonómica y los presupuestos del Estado, será uno de los focos de la actividad política de la legislatura y un elemento distorsionador fundamental de la política cántabra.
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