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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal
Sobre este blog

Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Balance, buenos deseos, expectativas

Qué colegio elijo, ¿público, privado o concertado?

Jesús Ortiz

Estamos en la época del año en que instituciones y particulares hacemos balance, compartimos buenos deseos y hasta nos aventuramos a hacer propósitos de mejora. Es una tradición más, y seguramente se eligieron estas fechas para realizar estas tareas porque la abundancia de alimento favorece el buen humor, el afecto por los demás y nuestra confianza en el futuro. Sobre todo si el resto del año no se ingiere proteína suficiente para generar como es debido dopamina, serotonina y demás mensajeros del bienestar.

Pero es difícil ser optimista. El valor de las predicciones de algunos colectivos especializados en predecir es de una utilidad dudosa; con frecuencia se trata de mensajes que pretenden modificar nuestra conducta, no son resultado de una investigación seria.

Las predicciones de los economistas, por ejemplo, se cumplen siempre que anuncian desastres: si dicen que va a haber menos empleo y de peor calidad, allá vamos: en efecto, poco después hay menos empleo y de peor calidad. Pero si dicen que la cosa pinta bien, y vamos a crecer un montonazo por ciento… pues también poco después hay menos empleo y de peor calidad: resulta que el montonazo de crecimiento es solo para quienes ya estaban bien situados. La ciencia es así, el doble de riqueza es el doble de riqueza, las matemáticas no mienten. Que esté en pocos bolsillos no es una cuestión científica que deba estropear la predicción optimista.

Pero bueno, al fin y al cabo los economistas fueron necesarios para mejorar la imagen de los astrólogos, como dijo uno de ellos (de los economistas), John Kenneth Galbraith. Pero recientemente hay bastantes científicos de otras especialidades que defienden lo que se está llamando nuevo optimismo, una teoría que afirma que el mundo nunca estuvo mejor.

Figura destacada entre ellos es Steven Pinker, un tipo al que respeto particularmente porque, aparte de escribir como los ángeles (característica frecuente entre los científicos de su país), está a punto de conseguir que un servidor entienda la gramática, después de una vida sin lograrlo: he leídos tres veces en los últimos dos años un libro suyo que trata el tema y creo que con dos lecturas más voy a poder salir del paso. 

Muchas de las cosas que dicen estos optimistas son ciertas sin discusión. Sin embargo, hay un estado de ánimo generalizado que no nos permite vislumbrar un futuro venturoso. Y hay razones también evidentes para ello.

Es difícil leer la prensa y estar contento. Es difícil ser feliz recordando que cada día muere gente intentando llegar donde estamos nosotros, un sitio donde se maltrata a los débiles, donde se matan mujeres y niños con una frecuencia aterradora, porque en los países de los que huyen se está peor. Y es difícil creer que todo esto lo sabemos solo porque la información es mejor.

Siempre el mundo estuvo mal y siempre lo supimos. Lo que quizá haya desaparecido sea la esperanza y la convicción de que el mundo se puede cambiar. Tenían esperanza los católicos, los comunistas… y quienes creíamos que la generalización de la educación nos iba a convertir en ciudadanos sensatos que mejoraríamos el mundo.

Una de las cosas que claramente ha mejorado es la educación: nunca tuvo mejor calidad ni llegó a más sitios. Y sin embargo repetimos las barbaridades que nos horrorizaban.

Lo que parece que ha conseguido la educación es que no nos creamos los cuentos que sirvieron a generaciones anteriores: el catolicismo, el comunismo y demás. Parece que la esperanza está relacionada con algún tipo de más allá, que estamos dispuestos a tener esperanza en cualquier cosa hipotética y futura, pero no a decidirnos a operar aquí y ahora para cambiar las cosas.

Y sin embargo, se puede, que no fue exactamente lo que dijo Galileo, pero podría haberlo sido.

Feliz 2018 y lo que venga.

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