Honecker

Erich Honecker, secretario general del Partido Socialista Unificado de Alemania (SED) y jefe de Estado de la República Democrática Alemana (RDA) hasta 1989, escribió su Moabiter Notizen entre 1992 y 1993 en una celda de la prisión berlinesa de Moabit, que conocía bien por haberla frecuentado –como otros comunistas y antifascistas en general– durante el nazismo.

Moabiter Notizen, que años después sería traducido al castellano con el título de Notas de la cárcel, fue publicado en 1994 –año de la muerte de Honecker–, con la RDA ya destruida y Alemania reunificada y entregada al capitalismo.

En el libro, el exjefe de Estado de la Alemania del Este se refiere a la construcción y posterior destrucción de la RDA, y lo hace de forma crítica y autocrítica, pero sin renegar de sus ideas ni de sus actuaciones y reivindicando las relaciones de producción socialistas que permitieron a todos los germanorientales disfrutar de un trabajo, de una seguridad social digna de tal nombre, de viviendas a precios asequibles, de guarderías, de escuelas infantiles, de clubes juveniles y de una vida cultural de alto nivel, a pesar de las difíciles condiciones en las que los dirigentes de la RDA tuvieron que actuar durante los cuarenta años de existencia del Estado creado tras la derrota del nazismo en la II Guerra Mundial.

En sus Notas de la cárcel, Honecker explicaba, constataba y auguraba tres cuestiones sobre las que hoy caben pocas dudas. Explicaba que la destrucción de la RDA se enmarcó en el gran objetivo de hundir la comunidad de estados socialistas, fijado por los centros imperialistas occidentales, con Estados Unidos y la República Federal Alemana (RFA) a la cabeza y con la URSS de Gorbachov, Shevardnadze, Yakovlev y Yeltsin como colaboradora necesaria. Constataba que el caos y la desorientación habían empezado a apoderarse del mundo, al desaparecer el socialismo del suelo europeo y autoproclamarse Estados Unidos como gendarme del nuevo orden mundial a golpe de misiles y bombas. Y auguraba que en el futuro –un futuro que ya está aquí– millones de personas del antiguo Bloque del Este y de fuera del mismo sufrirían las consecuencias del capitalismo y la competencia salvaje durante mucho tiempo, así como que la cuestión social seguiría centrando las controversias públicas en todos los países capitalistas.

Honecker reconocía que las estructuras democráticas de la RDA habían sido insuficientes, pero también destacaba que, allí donde funciona, la democracia burguesa se reduce a los espacios de libertad que los trabajadores han logrado arrancarle al capital a través de sus luchas. Y es que tenía claro que detrás de la sustitución del socialismo por la democracia burguesa en la Alemania del Este no se escondía más que la intención de destruir la propiedad social de los medios de producción –devolviendo las tierras colectivizadas a los grandes propietarios y las empresas nacionalizadas a los capitalistas– y liquidar los equipamientos sanitarios, educativos, científicos, sociales y culturales de la RDA.

Pero evidenciar el valor documental del relegado Moabiter Notizen y desempolvar la figura de su autor resultaría hoy incompleto sin llamar la atención sobre la brillantez de su alter ego tuitero @HoneckerRDA, un maestro de la ironía que define al viejo Honi –encarcelado dos veces por nazis (de 1935 a 1945) y liberales (entre 1992 y 1993) “válgame la redundancia”– como jefe de Estado de la República Democrática Alemana (1976-1989) “y primer ERE de su historia”. Un tipo sagaz que dispara tuits del tipo de “los clasemedias os habéis acostumbrado a que haya leche sin lactosa y ahora pensáis que puede haber un Estado sin opresión a una clase ni a otra” y es capaz de resumir la bronca entre las huestes de Cayo Lara y las de Pablo Iglesias –bronca que centra el debate de buena parte de la izquierda española desde hace más de un año– en sólo 40 caracteres: “Pelea en el barro entre socialdemócratas”.