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“Por cuatro euros más el consumidor tiene un producto de calidad y el ganadero vive dignamente de su trabajo''

Annaïck Locqueneux García, impulsora de la iniciativa '¿Quién es el jefe? La marca de los consumidores'.

Celia Álvarez

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La ignorancia es la madre del atrevimiento. Por eso, cuando nos encontramos frente a la estantería de un supermercado nos fijamos más en el precio del producto que en su calidad. No nos preocupa su origen, sus ingredientes o quién está detrás de su producción. Sin embargo, eso está cambiando. Ahora es el consumidor quien elige los criterios que debe cumplir el producto que se va a llevar a la boca. ¿Y cuánto supone para su bolsillo? La diferencia es de solo cuatro euros más al año.

La idea '¿Quién es el jefe? La marca de los consumidores' se basa en el voto de los ciudadanos para establecer los parámetros a los que debe ajustarse un producto y las condiciones del proceso de fabricación, así como su precio de venta. Se trata de una ''aventura humana'' que surgió hace tres años en Francia, debido a la ''tremenda crisis que ha sufrido el sector lácteo en el país'', explica la activista francesa Annaïck Locqueneux, quien vive en España desde hace más de dos décadas.

Como promotora de este proyecto en el que ''no hay jefes porque todos somos jefes de lo que comemos'', Annaïck ha conseguido que una parte de la población se organice para crear un ''producto de calidad'' que permita al ganadero ''vivir de manera digna'' por solo ''cuatro euros más al año'', lo que la activista define como un ejercicio de ''transparencia y consumo responsable''.

En la actualidad, la iniciativa se basa principalmente en productos como la leche y los huevos -que ya se comercializan en grandes cadenas de supermercados-, aunque ya se puede votar por el aceite de oliva. ''A los consumidores les gusta tener voz y voto para decidir cuánto están dispuestos a pagar“, asegura la activista.

Respecto a la leche, los consumidores han elegido que sea un producto ''español, de granjas que estén a menos de 150 kilómetros de la fábrica donde se envasa y con una remuneración justa para el ganadero'', detalla Annaïck. Sin embargo, se ha mostrado decepcionada al ver que en un supermercado de Santander ''mi leche'' estaba en la parte superior de la estantería, lo que dificulta el acceso del consumidor a este tipo de productos.

En cifras, los consumidores “hemos validado el litro de leche semidesnatada en 90 céntimos, de los cuales 39 son en beneficio del ganadero y 1 apoya a las pequeñas granjas familiares'', explica Annaïck. ''Ese céntimo se traduce en formación técnica y en el empoderamiento de la mujer en la zona rural'', aclara la activista. Además, insiste en que ''el precio está escrito en el envase'' para que no pueda ser modificado por ningún supermercado y se especifica que ”está votado por el propio consumidor“.

Con la creación de este tipo de productos, el consumidor ''ve el impacto económico'' que supone escoger entre un criterio y otro y contribuye en otras causas que probablemente ni siquiera imagine. Por ejemplo, con el bienestar animal, ya que ''la vaca debe vivir en un espacio de ocho metros cuadrados y alimentarse sin aceite de palma y con un 50 por ciento de forraje durante todo el año'', dice Annaïck orgullosa de la elección de los consumidores. 

No obstante, la activista se lamenta de la decadencia que sufre actualmente el sector primario en España, puesto que “en los años 80 había 130.000 ganaderías de leche, mientras que en 2020 quedan 13.000''. ''Yo vivo de lo que como, y si los que me alimentan desaparecen, mal vamos en este mundo'', manifiesta indignada. Por ello, incide en que ''el reto es que esta iniciativa se conozca para que apoyar a más productores y mejorar el sector primario''.

Cambio de paradigma

''Me encanta esta iniciativa por convicciones'', asegura, ya que la idea fomenta ''un mundo más sostenible''. Y aunque habla en primera persona, lo hace en nombre de las más de 8.000 personas que han votado para elegir las características de los productos que van a consumir a partir de ahora.

La activista define este proyecto como ''un cambio de paradigma'', puesto que ''es una forma de consumir muy innovadora''. Sin embargo, es consciente de que un cambio como este, al que califica como ''diferente y revolucionario'', ''no se hace en dos minutos''.

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