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Sobre este blog

Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

No discutas con el cuñado

Un grupo de personas durante una cena de Navidad.

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Podemos incluir las discusiones en la mesa como una tradición española. Paradójicamente nunca hemos hablado tanto de política pero cada vez lo hacemos peor. Estudios recientes nos hablan del aumento de la polarización y de que hasta cinco millones de españoles han roto relaciones familiares o de amistad por motivos políticos.

Estas fiestas, cuando muchos de nosotros nos reunamos con nuestras familias y amigos, algunos nos enfrentaremos a esta situación: Cómo la polarización política nos puede amargar las fiestas.

Es posible que la intención sea evitar la conversación política a toda costa, pero es probable que en algún momento alguien haga un comentario sarcástico, sincero o inapropiado creando esa poderosa tentación de respuesta. Incluso puede ser que seas tú mismo el que inicie ese comentario.

Si en tu familia o grupo de amistades estáis acostumbrados a debatir en calma y respeto las diferencias políticas… ¡enhorabuena! Si, en cambio, aquello tiene riesgo de convertirse en una cena desagradable con final infeliz, ¡no estás solo!

Hace unos años, uno de sus alumnos le preguntó al reputado lingüista George Lakoff: «“¿Cómo evito enzarzarme en una discusión política con mi abuelo conservador?”. “No discutas con tu abuelo”, respondió Lakoff. “En lugar de eso, pídele que te cuente una anécdota sobre una vez que hizo algo bueno por otra persona. Escucha, y luego pídele que te cuente otra”.

Esta idea sencilla pero poderosa está presente en la obra de Lakoff: La empatía es el antídoto contra el pensamiento conservador. Se sabe que, estimulando un recuerdo de empatía, se puede ayudar a activarla en el cerebro. A través de la repetición, esto puede ayudar a cambiar a la gente para mejor.

Lakoff se basa en una premisa básica: el conservadurismo se basa en la moral del “padre estricto”, por eso no estamos discutiendo sobre políticas, sino que está defendiendo un modelo moral que a él le ha funcionado. Normalmente, entrar en el debate de datos cuando asumes su marco es perder porque los hechos no cambian los marcos, solo otro marco puede hacerlo. Cuando se cuestionan las opiniones políticas de una persona, esta suele percibirlo como un ataque a su identidad, especialmente a su identidad moral. Esto probablemente endurecerá su postura, ya que no solo están defendiendo sus opiniones políticas, sino también su ego.

La ciencia lo deja claro: discutir sobre política no es muy eficaz para hacer cambiar de opinión a nadie. Por mucho que nos empeñemos (y yo me empeño mucho). Hace ya 20 años que Lakoff nos lo explicó en su célebre 'No pienses en un elefante': si los hechos no encajan en los esquemas de tu cerebro, los esquemas de tu cerebro permanecen y los hechos se ignoran, se cuestionan o se menosprecian. Esto es muy evidente hoy día.

Estimular la empatía en lugar de la discusión podría resultar en una experiencia navideña más agradable y una forma sutil de ser políticamente subversivo. No ataques su moral, hazla conectar con la tuya. 

Es complicado poder resumirlo en una columna y es muy difícil aplicarlo y necesita tiempo de reflexión. Por poner un ejemplo muy típico, con el tema de la inmigración.

ABUELO: “Demasiada gente de fuera. Esto ya no es España”. 

TÚ: “A ti siempre te ha gustado la gente trabajadora, abuelo. Y la mayoría de los que vienen son así: curran, cuidan de sus familias, respetan las normas. Eso también es España, ¿no? Gente que sale adelante con esfuerzo”.

Poned ejemplos concretos. Poned las historias al servicio de esta subversiva propuesta. En este ejemplo hemos cambiado “al otro” por nuestros valores hablando su lenguaje: esfuerzo, trabajo y normas.

La política no se puede dejar de lado. De hecho, creo que estamos en un momento en el que los progresistas no debemos ceder ningún espacio de debate. Hay que dar la batalla de las ideas, pero probablemente no llegaremos muy lejos peleándonos con los adversarios políticos, que son nuestra familia y amigos.

En lugar de discutir con el abuelo o el cuñado en la mesa de la cena este año, probemos con la empatía, con las historias personales y si no, zanja la discusión muy al principio: “Yo creo que tú y yo queremos lo mismo: que este país sea un lugar seguro, digno, próspero y justo para todos y todas los que vivimos en él. Queremos un país que cuide a la gente y del que podamos sentirnos orgullosos”.

Sean subversivos. Usen la empatía, el cariño, el cuidado. Hablen de las bondades de los otros. Señalen una buena acción. Después de todo, la capacidad de sortear las diferencias con gracia y sabiduría podría ser el mejor regalo que podemos hacernos a nosotros mismos y a nuestros seres queridos en estas fiestas.

Y si no funciona, siempre pueden acabar jugando al bingo.

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