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María Oruña, escritora: “Para mí la idea siempre está en arriesgar pero que el lector nunca se sienta defraudado”

María Oruña en Santander.

Celia Álvarez

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María Oruña (Vigo, 1976) es una escritora gallega que cambió la toga por la literatura tras ejercer durante diez años como abogada laboralista y mercantil. Con la saga de 'Puerto Escondido', la autora se hizo su propio hueco entre los amantes de la novela negra. Tanto es así que sus libros han sido traducidos del castellano a una decena de idiomas, alcanzando los 750.000 ejemplares vendidos en 2022. ¿La clave? “Arriesgar, pero que el lector nunca se sienta defraudado por el trabajo grueso que hay detrás”, desvela en conversación con elDiario.es.

Su laborioso trabajo de investigación sobre la historia y el patrimonio de Cantabria reflejado en las obras que integran la citada saga han traspasado las hojas de estos libros para generar todo un movimiento literario y cultural. De hecho, 'Puerto Escondido' ha impulsado la creación de una ruta literaria que sigue los pasos de la teniente Valentina Redondo por Suances, Comillas y Santillana del Mar para descubrir los misterios que preservan algunos de los lugares más emblemáticos y recónditos de la comunidad.

¿Qué hay de realidad y qué hay de ficción en sus novelas?

Imaginación es todo. Tenemos que partir de la idea de que todo es mentira, pero me parece muy importante fundamentar lo que estoy contando en algo real, como 'Puerto Escondido' inspirado en el crimen que sucedió en San Justa en 1953.

Siempre hay una crítica total que no tiene que ser de clamosa actualidad, de cosas más vulgares o del día a día. Me gustan más otro tipo de reflexiones. Por ejemplo, en 'Un lugar a donde ir' se critica el abandono de las instituciones a la ciencia; en el 'Donde fuimos invencibles' el abandono de las instituciones a la cultura; en el siguiente ya hablo de todo: feminismo, burguesía, ecología… y en 'El camino del fuego' hablamos de los libros prohibidos, de la censura en estos tiempos en los que hay tanto buenismo y tenemos que tener mucho cuidado con lo que decimos y lo que no… Estamos volviendo hacia atrás, es increíble.

Más allá de eso, para mí es importante que los datos científicos y forenses y los aportes históricos sean reales, no solo porque den solidez a la historia, sino porque al lector le da una perspectiva de los hechos que a lo mejor no había considerado. Eso es lo que a mí me interesa. Hacer que el lector tenga otras visiones y se plantee preguntas.

¿Qué le ha llevado a trabajar con géneros tan dispares dentro de la novela negra?

Fue una idea muy arriesgada porque 'Puerto Escondido' fue mi presentación y gustó mucho. Para mi sorpresa, empezó a crecer mucho y lo más lógico y lo más práctico quizá hubiera sido repetir el modelo. Era una narrativa intimista, histórica… Novela negra, que es esa etiqueta tan grande y genérica en la que había una especie de híbrido más literario y evocador.

Pensé que si hacía otra vez lo mismo era engañarme a mí y al público. Como no sabía si esto iba a funcionar, quería algo diferente. Por eso 'Un lugar a donde ir' es mucho más complejo en arquitectura literaria, con muchas localizaciones y personajes. Para mí la idea siempre está en arriesgar pero que el lector nunca se sienta defraudado porque haya un trabajo grueso detrás.

Hice otro giro en 'Donde nos sentimos invencibles' con algo paranormal, teniendo en cuenta que yo ya había dicho que todo tenía que solucionarse siempre con ciencia e historia, nunca jamás iba a haber en mis novelas algo fantástico, por lo que sorprendió mucho ese planteamiento. En este caso hubo un espacio y muy pocos personajes.

Fue muy emocionante hacer en 'Lo que la marea esconde' un misterio de habitación cerrada. Creo que a los lectores les llamó mucho la atención aunque muchos esperaban otros como los anteriores, pero esos ya están escritos.

Creo que el más arriesgado de todos fue 'El camino del fuego' porque es muy metaliterario. Hago que los investigadores se vayan de vacaciones a otro país con otras normas, procuro que se mantengan los personajes principales... Es lo que yo quería para conseguir un domestic noir, es decir, que quien investiga no sea policía.

En el sexto también va a haber un cambio de género porque creo que es lo atrevido, lo divertido, con lo que los lectores disfrutan.

¿Le ha ayudado su formación profesional a la hora de escribir este tipo de novelas?

Yo era abogada laboralista, por lo que de Derecho Penal más bien poca idea. Creo que los escritores que hemos estudiado Derecho vemos muy importante hablar con propiedad y, en consecuencia, escribir con propiedad. Somos muy conscientes de que cada palabra y cada matiz puede inclinar por completo el sentido de una frase. Ahí soy muy cuidadosa. También en la apariencia de la frase, que nunca mientas pero que pueda ser tendencioso sin que se note. Ese juego con las palabras es muy de abogados.

¿Por qué no tuvo el mismo enfoque para su carrera como abogada que como escritora?

En la vida real lo que tienes que hacer es pagar facturas y lo que se trabaja todos los días es el Derecho Civil, Mercantil, Laboral… Al final te especializas en lo que encuentras. Yo empecé la carrera sin ningún tipo de vocación. Quizá soy resultado de esa generación en la que parecía que si no estudiabas una carrera estabas out. Yo lo hice pero realmente mi vocación era ser corresponsal de guerra.

¿En qué momento deja la abogacía para ser escritora?

Al principio lo compaginé porque cuando salió 'Puerto Escondido' esperaba que lo leyesen 100 personas y desconocía por completo el tinglado editorial, los procesos, los tiempos, que tenía que dar tantas entrevistas y mucho menos hacer tantos viajes.

Cuando iba por el segundo libro ya era tremendo: me llamaban de festivales de novela negra, para dar conferencias en universidades… Me sorprendía muchísimo. Cuando estaba con el tercero ya había reducido mucho la cartera y al final lo fui dejando progresivamente hasta darme de baja tras un par de años sin asuntos jurídicos.

¿En qué ha cambiado su vida?

Creo que ahora soy más feliz. Antes ganaba muy bien, me hacia unos viajes tremendos cuando me iba de vacaciones, trabajaba 10 horas diarias pero los fines de semana eran míos... Me sentía absolutamente prescindible. Lo hacía bien pero no sentía que estuviese haciendo nada trascendental ni importante.

Como escritora no le cambio la vida a nadie, pero siento que es mucho mejor simplemente la idea de entretener o acompañar a las personas. Es increíble que me escriban personas desde puntos del mundo que yo ni conocía, a miles y miles de kilómetros, y que me digan que han aprendido con mi libro o que se han sentido menos solos en el hospital. Eso es magia. Ahora soy consciente de lo afortunadísima que soy de poder vivir de esto y contar historias sin mayores pretensiones que acompañar a los demás. Creo que es una labor más importante que la que hacía antes.

También tengo más tiempo libre, es más fácil conciliar, he conocido personas increíbles que antes era inimaginable y he hecho viajes alucinantes para documentarme y por las ferias literarias.

Necesito escribir planteándome un reto porque hacer lo que funciona es engañarme a mí y tratar al público sin respeto

En el quinto libro de la saga los protagonistas dejan Cantabria y viajan hasta Escocia. ¿Necesitaban y necesitaba un cambio de aire?

Yo no, yo estoy muy a gusto en Cantabria, pero necesito escribir planteándome un reto, haciendo algo distinto. No se trata de hacer lo mismo cambiando escenarios y personajes, de hacer lo que funciona, porque eso es engañarme a mí y tratar al público sin respeto.

Quería hacer un domestic noir y lo más ingenioso que pasó por mi cabeza fue quitar a un personaje que era policía todos sus derechos de investigación y mandarle al extranjero.

También me pareció un reto para los lectores, porque los lectores de novela policíaca y de misterio están muy entrenados y ya saben cómo es el protocolo, pero si les llevo a un país que está a hora y media en avión pero con normas distintas y donde la policía ni siquiera va armada, es otro rollo distinto y saco al lector de su zona de confort. Y a mí, porque hasta tengo que recrear un juicio del siglo XIX y eso ya me costó más. Probar cosas nuevas está bien, y aunque yo creía que igual no les gustaba tanto, al final resulta que como toco temáticas tan distintas, cada uno tiene su novela.

Cuento con que mis libros nunca van a gustar igual a todos los lectores, pero que nunca salgan defraudados.

En mitad de la saga lanzó una obra que ya no sigue la estela de Valentina y Oliver. ¿Está empezando a despedirse de ellos?

Las series no pueden ser eternas, sino que tienen que tener un final, pero cuando escribí 'El bosque de los cuatro vientos' no fue para ir avisando de que esto se acaba, sino que como autora obedezco a razones irracionales y sentí que ese era el momento de contar esa historia.

Seguiré contando historias diferentes porque lo necesito. Si yo considero que hay más historias de Valentina que contar, lo haré, pero si no considero que sea el momento, cerraré y me quedaré tan ancha. Diré: ya está. Porque si sigo, a lo mejor no estamos al mismo nivel y lo que no podemos hacer nunca es bajarlo. 

Si se escribe un poco forzado o por seguir una estela, así no funciona. Te tiene que salir de las tripas. Sentarse a escribir 400 páginas y todo el proceso de una novela, que me lleva casi dos años, sería tedioso, aburrido y horrible.

He tocado muchos géneros distintos dentro de la novela negra y llega un momento que se acaban, así que veremos, pero no me dolerá en el momento que termine. Se termina y punto. No tengo mayor problema.

¿Con cuál de sus obras se quedaría?

Todas tienen algo: 'Puerto Escondido' es la más fresca y la más ingenua y libre porque fue escrita pensando que nadie la iba a leer; 'Un lugar a donde ir' es la más técnica y en la que yo trabajé muy duro sabiendo que había muchos ojos puestos en mí; 'Donde fuimos invencibles' y 'Lo que la marea esconde' fueron muy disfrutonas; la de Escocia era muy distinta y muy arriesgada…; y 'El bosque de los cuatro vientos' es mi canto de amor a Galicia y tiene su propia magia. Yo es que me lo paso pipa para documentarme.

Quiero resaltar esa historia dormida que nos configura a día de hoy y que parece que no le damos valor

Las localizaciones de cada novela tienen un papel fundamental en la trama y parece que desde el relato se les da todavía más valor. ¿Por qué?

En mis libros siempre denuncio el abandono de la historia y el patrimonio. No cuelo tantos datos históricos porque sí y no escojo lugares muy populares, como la Mota de Tres Palacios, que solo la conocían los vecinos. Eso es lo que yo quiero resaltar, esa historia dormida que nos configura a día de hoy y que parece que no le damos valor ni importancia. Ya sé que no siempre recoge lugares extraordinarios, pero porque no les hemos vestido de lugares extraordinarios. Hemos dejado que se duerman y que la tierra los tape.

Por ejemplo, la gente de Cantabria parece que ven menos relevante las cuevas de Puente Viesgo que las de Altamira y vienen a verlas incluso desde Japón. Parece que el ojo se te acostumbra a la belleza y lo das por hecho. Cantabria en sí es un lugar extraordinario, no solo por el paisaje y la gastronomía, sino por toda esa cultura e historia dormida.

El tiempo ha transformado algunos de los espacios más significativos que aparecen en las novelas, como la casa de Oliver o el Palacio del Amo, que próximamente se rehabilitará como centro cultural. ¿Cómo vive usted esta evolución?

Como observadora, de una manera muy tranquila y serena siendo muy consciente de que todo lo que yo cuento es mentira.

Cuando ubiqué a Oliver en Villa Marina, que es Villa Marisol, jamás había entrado allí. Me invitaron a entrar una vez publicado Puerto Escondido y nada más. Cuando ardió, los vecinos y hasta los bomberos me habían escrito, como si la casa fuera mía.

El Palacio del Amo prefiero que lo restauren a que se quede como estaba. Me da muchísima lástima, porque yo la primera vez que lo conocí tenía su jardín y todavía guardaba la esencia de lo que había sido. Cuando pusieron el parking estuve a punto de denostarlo como escenario, pero preferí guardarlo en mi imaginación como yo lo había vivido. Fue un shock cuando lo vi. Había elementos que le dotaban de una personalidad única y creo que es una lástima que se hayan perdido.

Qué generosa la gente que sabe disfrutar los libros y hacer que estén vivos

Se ha creado un movimiento literario alrededor de 'Puerto Escondido' que incluso ha impulsado la creación de una ruta que sirve como recurso turístico. ¿Cómo se vive algo así?

Así como no hubo un día para dejar de ser abogada o para empezar a ser escritora, esto también fue muy paulatino, aunque sucedió muy pronto. Se pusieron de acuerdo los departamentos de Cultura de Suances, Comillas y Santillana del Mar cuando yo no era para nada consciente del potencial.

Utilizaron la portada de 'Puerto Escondido' para ubicar unos metacrilatos en sitios claves de la trama y es muy bonito porque mucha gente recuerda las escenas o me conocen gracias a esos metacrilatos.

Ahora se hacen rutas guiadas gratuitas cada mes y sigue habiendo gente que va. Me parece muy emocionante, es como que no te lo crees mucho. Piensas: ¿De verdad las historias que he escrito tantas horas sola en este despacho han hecho esto? Qué generosa la gente que sabe disfrutar los libros y hacer que estén vivos.

¿Qué ha descubierto de sus lectores en estos encuentros?

En realidad los que son muy lectores varían bastante porque siempre novela negra te cansa. Ahí está la gracia y el gusto.

Lo que me comentan es que normalmente el 70% son mujeres y la media de edad media es desde los 30 años hasta el infinito. En mi caso ha sucedido algo raro, más bien sorprendente, porque yo nunca pensé en un público juvenil, jamás, y sin embargo comprobé cómo mis libros eran dados a alumnos de cuarto de ESO y me escribían. Más sorpresa me llevó cuando me invitaron en Suiza, donde es muy popular aprender español, a dar charlas en institutos porque usaban mis libros para aprender y yo alucinaba.

¿Hay alguna otra historia o leyenda de Cantabria sobre la que le gustaría tirar del hilo?

Si la hubiera, no te la podría contar ahora. He sacado el crimen de Ubiarco, la Cueva de las Monedas, el Palacio del Amo, que no son leyendas exactamente, pero los lugares se enriquecen con las historias. Se convierten en otra cosa y los recuerdas de otra manera.

Este sábado vuelve a Suances, donde siempre veraneó, para inaugurar la I Feria del Libro. ¿En qué se ha convertido Suances para usted?

Suances sigue siendo Suances para mí. Exactamente igual. La única diferencia es que quizá voy por la calle y noto que me reconocen, pero tampoco especialmente. Siempre aprecié su magia y su belleza, no es que ahora haya encontrado nada a destacar que antes no hubiese conocido. Lo sigo disfrutando cuando lo paseo en silencio, voy por sus recovecos y observo los constantes cambios que hay. Me encanta visitarlo en invierno, me encanta verlo en verano cuando está más bullicioso… Suances pertenece a mi infancia y, en consecuencia, nunca me va a abandonar.

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