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Menos relaciones personales, mayor productividad y una clara disminución en la propagación del virus: el 2021 también será el año del teletrabajo

Un hombre teletrabajando.

Blanca Sáinz

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Después de una irrupción de lo más brusca, parece que el teletrabajo ha logrado enraizarse en un mercado laboral muy poco acostumbrado a tener sus oficinas vacías. Y aunque han tardado varios meses en adaptarse y siguen sin tener una regulación clara, o al menos una normativa específica que se lleve a la práctica, parece que los 'teletrabajadores' ya cuentan con que pasarán gran parte –si no todo– su 2021 ejerciendo sus funciones desde sus hogares.

Según los datos extraídos de la Encuesta de Población Activa (EPA) por parte del gabinete económico de Comisiones Obreras (CCOO) en Cantabria, en el segundo trimestre del 2020, es decir, en pleno confinamiento domiciliario, en la comunidad teletrabajaba el 12,4% de la población ocupada. Un dato que, aunque a priori no parezca muy llamativo, casi triplica al de 2019, cuando el porcentaje era del 4,6%, lo que demuestra que esta práctica se ha impuesto con bastante fuerza en una autonomía en la que el sector servicios acapara, según el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) en su informe de 2019, 178.000 trabajadores de los 241.600 ocupados totales que hay.

Raquel Santamaría, Óscar Ruiz y Paula Palazuelos son algunos de esos empleados que sí que han podido cambiar su sitio en la oficina por trabajar desde casa. En los tres casos, este cambio se produjo en el momento en el que se decretó el estado de alarma del pasado 13 de marzo ya que sus puestos les permitían adaptarse al teletrabajo de forma inmediata y, a pesar de que probablemente ninguno de ellos lo hubiese pensado hace unos meses, esta nueva forma de trabajo les ha terminado sorprendiendo positivamente en lo que respecta a la productividad.

“Creo que es igual, o incluso más productivo que ir a la oficina, sobre todo en casos como el de mi empresa, en el que se utiliza de forma casi constante el teléfono y somos varias personas en un espacio pequeño... El silencio que te aporta estar en casa te permite una mayor concentración y no tener que posponer tareas a horas del día en las que haya menos ruido”, revela Paula Palazuelos, técnica de selección de personal de 30 años.

Por otra parte, Raquel Santamaría tiene 40 años y trabaja en una empresa pública dependiente del Gobierno de Cantabria. Para ella, con un hijo pequeño, el teletrabajo ha supuesto una ventaja en lo que respecta a la conciliación familiar, lo que no ha mermado ni un ápice su rendimiento, a su juicio. “Al final siempre acabo trabajando más porque si tengo un hueco libre en el día, por ejemplo en la siesta del niño, me conecto para avanzar o para cerrar algo del día siguiente”, cuenta.

Sin embargo, Óscar Ruiz, desarrollador software de 28 años, reconoce que pese a que su productividad ha aumentado, después de llevar tantos meses sin estar con sus compañeros en la oficina “las relaciones personales se deterioran”. “No es lo mismo una relación personal que una online, por muchas videollamadas que tengas. Algo que he aprendido este año es que hay que tener mucho cuidado con cómo te expresas por el chat, pues un mensaje se puede malinterpretar muy fácilmente”, explica este informático.

Aun así, y contando con todos los inconvenientes, que son principalmente la falta de un contacto tan directo con los compañeros, los tres están de acuerdo en que se está solventando el primer motivo por el que se llevó a la práctica el teletrabajo: frenar el virus. “Rotundamente sí. Mi oficina no es precisamente muy grande y trabajamos en un edificio inteligente sin apenas ventanas para poder ventilar... Si fuésemos todos a trabajar estoy segura de que hubiese habido más de un foco de contagio”, advierte Raquel Santamaría.

Y no parece que sea solo impresión de los trabajadores, ya que según la información con la que cuenta Comisiones Obreras en Cantabria, han sido varias las empresas en las que ha habido brotes de COVID que se han cortado enviando a la gente a trabajar a casa, “sobre todo del sector de telemarketing”, manifiesta la secretaria de Empleo del sindicato, Laura Lombilla.

Por lo tanto, todo apunta a que durante 2021 el teletrabajo continuará y lo hará, sin duda alguna, con el beneplácito de muchos de los trabajadores que lo están desarrollando: “Creo que este año lo pasaremos así, pero de cara al futuro espero que mi empleo me dé total libertad para teletrabajar”, señala Óscar Ruiz. Un argumento al que se suma Raquel Santamaría, quien confiesa que le “encantaría” que el teletrabajo hubiese llegado para quedarse.

Pero además, como explica Paula Palazuelos, quizá en el futuro no solo se vea como un medio para evitar contagios. “Ahí se podrán analizar otros aspectos positivos derivados del mismo como la conciliación laboral y personal, la reducción de la huella de carbono al evitar que millones de trabajadores se desplacen a sus puestos de trabajo, y que la gente no tenga que vivir casi obligatoriamente en las ciudades por motivos laborales”, indica.

Empresas que no cumplen

Tal y como revela la secretaria de Empleo de CCOO, Laura Lombilla, resulta “innegable” que España no es un lugar en el que la cultura del teletrabajo se haya impuesto como en otros países europeos, “pero, tal vez, las relaciones laborales cambien a partir de la pandemia”, señala.

Sobre esa reticencia a incorporar el teletrabajo a sus empresas, Óscar Ruiz considera que, en general, en España “se premia el presencialismo y ser el último en dejar la oficina pese a no estar realizando trabajo efectivo”. “Tengo compañeros de profesión a los que en verano se les obligó a volver trabajar desde la oficina después de haber demostrado durante meses que eran capaces de sacar adelante su trabajo desde casa. Creo que ya hay una cultura del teletrabajo más asentada que hace un año, pero también creo que hasta que no termine la pandemia no lo sabremos a ciencia cierta”, expresa.

Para Paula Palazuelos, se trata únicamente de una cuestión de “desconfianza hacia el trabajador” por parte de los jefes. “Por la creencia de que por teletrabajar la persona no está cumpliendo su horario o que va a trabajar a un ritmo más bajo”, afirma.

No obstante, si hay algo que preocupa a sindicatos como Comisiones Obreras en este momento, es que el teletrabajo “se lleve a cabo con absolutas garantías para el trabajador”. “Tenemos un ejemplo de una empresa que obligaba a sus trabajadores a firmar un contrato en el que los empleados se comprometían a instalar unos determinados programas en el ordenador por su cuenta. Además, el ordenador tenía que tener una serie de características, y este lo ponía el trabajador también. Pero por si fuera poco, el trabajador tenía que tener su casa disponible por si alguien de la empresa iba a controlar si esas condiciones informáticas y ergonómicas que había firmado el empleado eran correctas y se estaban cumpliendo”, cuenta Lombilla aún sorprendida.

Por esta razón, la secretaria de Empleo detalla que en una situación de teletrabajo, la empresa “siempre” tendría que facilitar a sus empleados los sistemas informáticos y los equipos. “Tampoco puede ver vulnerado su salario mensual ni sus vacaciones porque le sigue afectando el mismo convenio colectivo. Además, tiene derecho a un porcentaje de los gastos que está teniendo el trabajador por trabajar en su casa, y se sigue teniendo derecho a descansos como si se estuviese en la oficina”, indica.

Sobre los horarios, Lombilla también se muestra inflexible: “Una cosa es que por acuerdo se pacte un horario de trabajo diferente, pero nunca se pueden vulnerar las ocho horas de trabajo... Lo que está claro es que el trabajador no puede poner su tiempo libre ni su dinero a disposición de la empresa solo por trabajar desde casa”, concluye.

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