Artículos de opinión de Javier Gallego, director del programa de radio Carne Cruda.
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Rajoy pasa por ser un político que no se mete en los problemas, los rodea. Los ignora hasta que se mueren, se enquistan o se olvidan. Su máxima sería la que pronunció el otro día cuando le preguntaron sobre la brecha salarial que perjudica a las mujeres: “No nos metamos en eso”. Luego tuvo que rectificar por ignorar a más de la mitad de la población y las leyes que obligan a la igualdad de género, pero se retractó sólo de boquilla porque no ha hecho ni ha anunciado nada para acabar con la brecha salarial. Las mujeres ya tal. Todo lo que le requiera un esfuerzo y le suponga un problema, ya tal.
Este fin de semana, alardeaba de dirigir el “partido de la economía que funciona, de las oportunidades y no del oportunismo, que puede presumir de balance y de proyecto”. No se metió a explicar que “el partido de la economía que funcional” ha llevado la deuda a límites históricos, rozando el billón de euros. Ni que somos el país que más ha crecido en desigualdad y tenemos más de 9 millones de españoles en riesgo de exclusión social, dos puntos más en el último año a pesar de que la economía ha crecido. Tampoco entró a comentar que la recuperación ha favorecido 4 veces más a los ricos, ni que los sueldos más bajos han caído un 15% y los más altos han subido otro 15% durante la crisis, según Oxfam. Ése es su balance: su proyecto es una oportunidad para los oportunistas.
Yo no le digo a los empresarios qué hacer, afirmó Rajoy en Onda Cero. Ya me lo dicen ellos a mí, le faltó añadir. Ésa es la clave, él no hará nada por ti, pero lo hará todo por ellos. Por Twitter daba su apoyo a los enfermos de cáncer este domingo, por decreto ha recortado miles de millones en sanidad, investigación y dependencia. Cuando hay que rescatar por sus despilfarros a los amigos de la banca, de las autopistas o del Cástor, mete las dos manos en el dinero de todos para dárselo a unos pocos.
Rajoy es como Franco, no se mete en política, hasta que se lo ordenan o le interesa. No se metió en Cataluña hasta que era demasiado tarde y entonces se metió con todo. Se mete en la policía y la Justicia para extorsionar al adversario, en la tele pública para manipular y en la Hacienda para amenazar a la oposición y amnistiar a la gran evasión.
Se mete en la fiscalía, la Audiencia, el Supremo y hasta el Constitucional para perseguir a independentistas e independientes y para salvar a su partido de la destrucción de discos duros o de la financiación ilegal. La última que conocemos, para frenar una investigación por corrupción contra Albiol antes del 21D, como ha publicado eldiario.es. Nunca dejará de asombrarme que todo esto haya ocurrido y ocho millones de votantes hayan metido la cabeza en el agujero y una papeleta en la urna a favor de este señor.
Este martes, Francisco Correa ha asegurado que Rajoy daba el visto bueno a las cuentas de la trama. Es creíble que quien dirige el partido, se meta en su financiación, cuando sabemos que metía la mano en los sobres. No son creíbles Ciudadanos y PSOE que defienden la regeneración pero mantienen al PP en el poder. Rajoy no es más que el síntoma de la enfermedad de este país: sólo nos metemos en lo que nos interesa, no en lo que importa.
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