Este muerto está muy vivo

No hay manera de quitarse el muerto de encima. En el último capítulo de la serie sobre la exhumación de Franco, el gobierno de Sánchez anunció que dejará aprobado su traslado en junio al cementerio de Mingorrubio en El Pardo, si la familia y un juez y un prior franquistas no lo impiden. El dictador sería enterrado junto a los restos de su viuda, Carmen Polo, en la enorme capilla panteón que preside el camposanto. La buena noticia es que los Franco no pueden evitarlo porque la tumba pertenece a Patrimonio Nacional. La mala es que le quitamos el muerto a la Iglesia para echárnoslo a la espalda.

Los españoles seguiremos costeando la conservación de sus restos. Es más, el Ayuntamiento de Madrid tendría que hacerse cargo de la vigilancia del mausoleo, que es de su propiedad. El maldito cadáver es como el programa Padre: pagamos todos. El PSOE ha vuelto a titubear frente a los Franco y los franquistas. Evita que lo lleven a un lugar céntrico y accesible como la Catedral de La Almudena pero sigue dejándolo en un espacio público, al contrario de lo prometido. Estará, además, rodeado de sus ministros y de otro sátrapa bestial como Trujillo. No querías monumentos al fascismo, toma dos tazas.

Los socialistas del sí pero no, republicanos pero monárquicos, antifranquistas pero sin pasarse, vuelven a ceder frente a los familiares del dictador. Nada importa la humillación a los familiares de sus víctimas que tienen que ver cómo sigue ganando batallas 40 años después de muerto. Un juez que escribe loas al aguilucho, un prior de origen falangista que venera al genocida, una fundación en su honor que lleva su nombre y quienes llevan su apellido tienen secuestrada a una democracia que no puede ni siquiera cumplir el mandato parlamentario de exhumarlo.

Se dice que es porque somos un sistema garantista, pero lo que somos es un sistema franquista. Aquí no se está garantizando ni la aplicación de una decisión de la Cámara de la soberanía popular ni la protección de las víctimas del franquismo. No puede ser que jueces y clérigos de parte y asociaciones fascistas retuerzan los mecanismos jurídicos para torcerle el brazo a todo un sistema democrático. El problema de fondo es que la estructura del Estado y de la gran empresa de este país está infestada de elementos y herederos del Régimen. No quieren que se abra esa tumba porque el olor putrefacto que sale de ahí es de todos ellos.

O sea que, al final, el muerto nos lo quedamos, lo pagamos y lo exponemos. Sigue mandando mucho el viejo. Sus adláteres siguen metiendo mucho miedo. No se hará Justicia ni empezaremos a ser una democracia hasta que llegue un gobierno valiente que imponga por ley que un Caudillo genocida no puede estar en lugar público, que no puede haber fundaciones ni monumentos que le enaltezcan y que la Iglesia no puede mandar más que el Ejecutivo ni puede seguir chupando de nuestros impuestos.

Este muerto está muy vivo, por eso para rematarlo hay que obligar a sus familiares a hacerse cargo de sus restos. Si no los quieren, que los tiren a una de esas cunetas de las que hay que sacar a los ciento y pico mil asesinados por el régimen de terror de ese asesino.

MARTES EN WWW.CARNECRUDA.ES: CAMPOS DE CONCENTRACIÓN FRANQUISTAS

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