Artículos de opinión de Javier Gallego, director del programa de radio Carne Cruda.
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Pedro Sánchez ha reconocido como jefe de gobierno de Venezuela a un presidente autoproclamado en un mitin, bajo la dirección de Trump, en una nueva injerencia golpista de Estados Unidos en Latinoamérica que puede provocar una guerra. Lamentable. Ha perdido una oportunidad histórica de postularse como mediador hacia unas elecciones que desencallen el barco y eviten el enfrentamiento civil y el intervencionismo estadounidense. Ha inclinado la balanza hacia el caos cuando podía inclinarla hacia la paz.
España y la UE podían haber roto la reacción en cadena orquestada por Estados Unidos y facilitar una salida pacífica, pero nuevamente han hecho el papel de segundones y se han alineado con la ultraderecha encabezada por Trump, propiciando un conflicto bélico. Están provocando la lógica resistencia del madurismo, sus seguidores y sus aliados internacionales contra la posible invasión militar con la que la Casa Blanca amenaza. Y luego dicen que esto no es un golpe de Estado.
La situación del país es crítica, aunque como en tantos sitios del mundo, pero llegados a este punto de ebullición, se requiere una solución urgente que no puede ser una marioneta en manos de Washington que ahonde aún más la brecha social. Como ha dicho Pepe Mujica, “a Estados Unidos le importa un carajo la democracia. Y a Maduro tal vez tampoco”. Estoy con el ex presidente uruguayo, que se ha ofrecido para conducir una negociación: garantizar la paz pasa por unos comicios a los que no se presenten ni Maduro ni Guaidó, personajes que polarizan a la población.
Esto no sólo sacaría al país del atolladero, también al chavismo. Le daría una oportunidad de buscar a otro líder que rescate el proyecto bolivariano del hundimiento. Echo en falta que la izquierda española, además de criticar al imperialismo yanqui y al bloque neoliberal, reconozca el enorme descontento de la sociedad venezolana y la urgencia de encontrar un recambio para Maduro, antes de que entierre el cambio chavista. ¿De verdad no hay nadie mejor que él?
En Venezuela se juega también el futuro de la izquierda latinoamericana, y por ende mundial, frente al avance neocon y ultraliberal que busca acabar con los únicos países socialistas que le ponen freno. El capitalismo ya ha empezado la guerra sin tiros, económica y mediática, para tumbar al régimen venezolano —señala Mujica— pero por eso precisamente se necesitan proyectos y líderes que movilicen a la sociedad a favor, no en contra. Como bien sabía Chávez, la única manera de parar a la apisonadora del capital es tener al pueblo de tu lado.
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