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Artículos de opinión de Javier Gallego, director del programa de radio Carne Cruda.

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Sus sucias manos

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No habrá culpables del mayor desastre bancario de la crisis financiera. La Audiencia Nacional ha absuelto a los 34 acusados de la salida a Bolsa de Bankia que nos costó 23.500 millones de euros de nuestros bolsillos. Después de ocho años, más de 3.000 días de proceso, no hay ni una sola persona responsable del agujero en el que se hundió el país, miles de familias, sus trabajos, sus casas, también algunas vidas y la Sanidad, la Educación y los servicios sociales de todos. No sólo se socializaron las pérdidas, se ha socializado la culpa. Aquí los únicos que hemos pagado hemos sido los ciudadanos. Cuando el que la hace tiene poder, se la pagamos el resto. 

Rato, Acebes y compañía han sido exculpados del maquillaje de las cuentas y de la operación que provocó la quiebra de la entidad, porque contaron con la aprobación de la cúpula del Banco de España, la Comisión Nacional del Mercado de Valores y el FROB, a los que tampoco se pide responsabilidades. La sentencia obvia los correos del supervisor principal que alertaron punto por punto sobre lo que iba a ocurrir y la sentencia del Supremo que reconoció el fraude a los accionistas y obligó a devolverles dinero. Hubo fraude pero no defraudadores. Hubo responsables pero no hay responsabilidades. Es una sentencia cuántica, un caso Schröedinger. 

O un truco de magia. Ahora ves la estafa, ahora nos ves a los culpables. Todos a la calle, circulen, aquí no ha pasado nada. Una vez más. En Islandia y Alemania fueron condenados algunos banqueros, hasta en Estados Unidos cayeron multas millonarias y una condena, poca cosa pero más que en España, donde nadie ha pagado por la crisis ni nadie pagará su coste en euros. No digamos el precio por las vidas destrozadas, por la destrucción del país. Ni siquiera pagará Bankia, que ahora es vendida al mejor postor con la aprobación de los socialistas que gobiernan, pero sin la devolución del rescate. Aquí los platos se rompen solos. Somos un país de fantasmas, somos la casa de los espíritus. 

Pero no son espíritus, es el poder moviendo los hilos del Estado en las sombras para ocultarse en ellas mientras nos distraen con las cabriolas de la marioneta. Tampoco es que se escondan demasiado. El descaro con el que actúan se deriva de la impunidad de la que gozan. Con total descaro, los tres organismos de control que promovieron la salida a Bolsa de Bankia, después maniobraron en la causa para exculpar a la entidad, aunque eran la parte acusadora, no la defensa. Otro caso para Schröedinger. Una acusación que no acusa sino que defiende al acusado. La explicación no es cuántica, es casuística. Salvar al soldado Bankia para espiar sus propias culpas.

La jugada fue de traca. El Fondo de Reestructuración Bancaria se personó como perjudicado y elaboró un informe avalado por la CNMV y el Banco de España no contra Bankia sino ¡contra los peritos del Banco de España que sustentaban la acusación! Las cúpulas copulando y con el mazo dando. Echan a su gente a los leones para seguir dirigiendo el circo romano. Nada nuevo. Por eso, me van a permitir que sospeche de la sentencia de la Audiencia Nacional que exonera a los políticos detrás de la mayor estafa de la crisis.

Es un juego entre los trileros del Estado. Un alto tribunal, tres altos organismos y treinta y cuatro altos cargos. Poder judicial, económico y político. Mueven la bolita entre las tres instancias hasta que la hacen desaparecer. Cuando nos queremos dar cuenta, nos han robado la pasta y el Estado social y de derecho. Cuando intentamos atraparlos, también han desaparecido. Para que un timo tenga éxito, necesita que todos los timadores se pongan de acuerdo para protegerse el culo y darnos la patada en el mismo a los timados. La estafa de la crisis es una estafa del sistema. De todo el sistema. Todo huele a podrido en España. Desde la cúpula al subsuelo. Los enemigos de la democracia están dentro. Tenemos que quitarnos sus sucias manos de encima.

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