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La Interprofesional del Melón y la Sandía recomienda una disminución de la superficie de siembra del 20%

Sembrando melones

Pilar Virtudes / AgroalimentariaCLM

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La Interprofesional de Melón y Sandía de Castilla-La Mancha considera recomendable para esta campaña “una disminución de superficie de siembra de alrededor de un 20%”. La Interprofesional ya avanzó hace algunas semanas la necesidad de que los productores planificasen bien sus siembras para adelantarse a los posibles problemas que pudieran producirse derivados a la crisis sanitaria.

Ahora, la Interprofesional considera que los productores de melón y sandía en la región están realizando una planificación adecuada ya que “de momento parece que están siguiendo conscientes de lo que apuntábamos desde la Interprofesional al inicio de la campaña, en relación con la siembra, al enfrentarnos a un año atípico”, según ha señalado el presidente, Cristóbal Jiménez.

Sobre los posibles problemas que pueden derivarse de la situación actual, Jiménez apunta la escasez de mano de obra y el acusado descenso del consumo a lo que podría sumarse el solapamiento con campañas más tempranas, de otras regiones, que están registrando retrasos en la cosecha, de unos veinte días, por las lluvias. Esto podría provocar una excesiva oferta en un momento determinado y tener un impacto negativo en los precios.

En Castilla-La Mancha ya ha terminado la primera fase de plantación, que se hace con manta térmica y supone menos del 10% de lo que se plantará en la región durante toda la campaña de siembra de este 2020, lo cual supone una reducción con respecto a otros años. Las próximas siembras ya serán convencionales y comenzarán en cuanto los agricultores puedan reanudar su actividad tras el cese de las precipitaciones que se están registrando en las localidades productoras.

Retos de esta campaña

El principal reto del sector es la adecuación de la oferta a la demanda. Las cifras en un año normal alcanzan las 6.000 hectáreas de melón (con una producción de 210.000 toneladas) y unas 2.500 hectáreas de sandias (con una producción de 180.000 toneladas). Según explica Cristóbal Jiménez, estas cifras son las razonables para poder comercializar sin problemas a un precio justo, porque el mercado lo absorbe perfectamente. “Pero debemos tener en cuenta que se pueden producir vaivenes, como va a ocurrir este año por el COVID-19”, incide, “por lo que repetir estos datos en un año como este sería un error”.

De forma paralela, el sector comercializador sigue trabajando, intentando abrir nuevos mercados, “pero al trabajar con un producto tan perecedero es un problema exportar a países terceros de muy larga distancia”. Aun así, “se está intentando, probando fórmulas novedosas para llevar nuestro producto a países como Japón y EE.UU.”, ha dicho Jiménez. Pero para esto también hay que trabajar los calibres y adaptarlos a sus preferencias, “en estos países no quieren melones y sandías con tanto peso como en el nuestro”.

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