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La celebración del ‘Día de los Abuelos’ el 26 de julio viene siendo impulsada en España por la Fundación Mensajeros de la Paz, que lleva 18 años reivindicando el papel de los abuelos y abuelas en la sociedad.
Es innegable que los mayores transmiten cultura y afecto, en el papel que desempeñan los abuelos y abuelas en la educación de los nietos y, a causa de la reciente crisis económica, la impagable labor que llevan a cabo con los hijos y nietos en momentos en los que falta el trabajo y crecen las dificultades económicas.
A ambas cuestiones quiero referirme en este ‘Día de los Abuelos’, en el que rendimos homenaje a su figura tan entrañable. Sobre el rol de los mayores como “colchón familiar”, encontramos que según datos del Informe sobre exclusión y desarrollo social en España 2014 de la Fundación FOESSA, los mayores de 65 años son el grupo que más ayuda a hijos y nietos y que esa ayuda se ha incrementado con la crisis, pasando de un 9,7% en 2007 a un 10,3% de los casos en 2013.
Es visible, por tanto, la importancia de la solidaridad intergeneracional que se ha ido tejiendo durante la crisis, que evidencia que, tanto el cuidado que llevan a cabo los abuelos y abuelas de sus respectivos hijos y nietos como el sustento frente a la vulnerabilidad de las familias jóvenes, son dos características de la sólida estructura familiar en España.
Según una encuesta sobre los mayores publicada por el IMSERSO, el 37% de los abuelos cuidan diariamente de sus nietos, el 28% varias veces por semana, el 15% una vez por semana y sólo uno de cada diez dice no mantener contacto con ellos. Cuando cuidan de sus nietos, los abuelos y abuelas ponen en práctica una educación no formal, basada en el ejemplo y en el cariño de quienes teniendo todo el tiempo del mundo lo dedican a atender a los hijos de sus hijos.
Los abuelos y abuelas, en esa crianza sin prisa que llevan a cabo respecto a sus nietos, ejercen como transmisores de la historia de la familia, les cuentan sus vivencias y les trasladan sus experiencias. Se convierten, de este modo, en depositarios de la cultura familiar y los encargados de confiarla a las siguientes generaciones. De ahí la importancia cultural de la casa de los abuelos y abuelas, en la que los nietos se sumergen en ese otro mundo, el de la historia de la familia, que sienta en los nietos las bases de la identificación personal de pertenencia a un grupo familiar.
Quienes han dedicado toda su vida al trabajo y a la crianza de sus hijos, cuando acceden a la jubilación y al tiempo del merecido descanso, deben recibir del resto de la sociedad el agradecimiento por habernos entregado un entorno social mejor. En Castilla-La Mancha lo sabemos y por eso hemos creído que la mejor forma de reconocerles su esfuerzo es ofreciéndoles la posibilidad de acceder con facilidad a servicios y momentos que les recompensen ese esfuerzo.
Por eso en los centros de mayores de la red regional hemos incrementado la oferta de actividades para adaptarla a los gustos actuales de las personas mayores, que ahora son más activas y más inquietas. El Marco de Envejecimiento Activo, con sus distintos programas, les ha ofrecido unas 120.000 plazas en decenas de actividades, algunas muy concurridas, como las Rutas Senderistas o los talleres de formación en nuevas tecnologías.
Además, hemos recuperado el Programa de Termalismo Social, con estancias muy económicas para tratamientos termales, de las que se han beneficiado el pasado año más de 3.000 personas mayores en la región. Sin olvidar su vertiente terapéutica para personas afectadas por Párkinson o Alzheimer y sus familias.
Como sociedad agradecida que debemos ser con nuestros mayores, hoy más que nunca, debemos recompensar la generosidad de los abuelos y las abuelas, por darlo todo a cambio de nada, por su comprensión y por su cercanía. Por ser hoy como somos gracias a su trabajo. Feliz día para los abuelos y abuelas de Castilla-La Mancha.