Palabras Clave es el espacio de opinión, análisis y reflexión de eldiario.es Castilla-La Mancha, un punto de encuentro y participación colectiva.
Las opiniones vertidas en este espacio son responsabilidad de sus autores.
Seguimos hablando de razas, como si hubiera alguna persona que no perteneciera a la raza humana y quizá es que cada vez somos menos humanos.
Seguimos votando a partidos políticos que tienen como propuesta levantar muros y seguir colocando concertinas en nuestras fronteras. ¿Y por qué no hacerlo si desde pequeños nos han enseñado que para avisar de que no hay ningún peligro se utiliza la frase “no hay moros en la costa”? Además comer pinchos morunos nunca fue una atrocidad.
Seguimos utilizando un lenguaje machista en nuestro día a día, donde algo divertido es la polla y lo aburrido es un coñazo. El cobarde es un maricón y la mujer que disfruta de su sexualidad libremente es una puta.
Seguimos hablando de discapacitados, dando por hecho que tienen menos capacidades que nosotros. Estamos acostumbrados a que las plazas de aparcamiento para personas con movilidad reducida sean las de los minusválidos ¿Acaso estas personas tienen menos valor que otras?
Estos términos, al igual que muchos otros, denotan la desigualdad existente en nuestra sociedad. En una sociedad globalizada como la nuestra, es lógico que exista la pluralidad y la diversidad, el problema surge cuando el lenguaje que empleamos no es inclusivo y por lo tanto discriminatorio.
Mediante el lenguaje clasificamos la realidad, dotamos de significado aquello que nombramos y por lo tanto creamos la sociedad. Construir un modelo de sociedad más justo está en manos de todos, pero especialmente en la figura del Trabajador Social, que es reconocida como promotora del cambio social.
Así mismo, el Trabajador Social es responsable de dar voz a los grupos discriminados, que se les escuche y sean capaces de empoderarse ellos mismos, tomando decisiones sobre sus vidas, que les permitan ser autónomos y libres. Es necesario que conozcamos de lo que hablamos, para poder hablar de aquello que queremos crear.
Utilicemos correctamente el lenguaje, evitando cualquier término peyorativo o desdeñoso con las personas, para poder ser auténticos promotores del cambio. Porque como dijo Ludwig Wittgenstein “Los límites del lenguaje son los límites de mi mundo”.