Palabras Clave es el espacio de opinión, análisis y reflexión de eldiario.es Castilla-La Mancha, un punto de encuentro y participación colectiva.
Las opiniones vertidas en este espacio son responsabilidad de sus autores.
Una de las palabras más recurrentes que nos viene a la mente cuando hablamos de juventud es el termino “precariedad”. Pero que significa esto de la precariedad y de los precarios y de las precarias. La primera definición que viene si lo buscamos en la RAE es: “Carencia o falta de los medios o recursos necesarios para algo” y la segunda; “Carencia o falta de estabilidad o seguridad”. Para traducirlo a la realidad laboral siempre es la falta de recursos o estabilidad, pongamos varios ejemplos.
La primera definición es perfectamente la situación de los riders de Deliveroo o Glovo, que ellos mismos tienen que poner sus bicis o motos, también podemos poner de ejemplo las y los trabajadores de las empresas cárnicas, que tienen que comprar los cuchillos de despiece a la propia empresa y además hacerse falsos autónomos.
Mientras que la segunda definición nos describe la situación de las y los trabajadores de grandes centros comerciales, donde trabajar allí se convierte en un deporte de alto riesgo con contratos de obra y servicio, jornadas parciales (especialmente mujeres), además donde no se posee un horario laboral, sino que cada día te dicen a que hora vendrás al día siguiente.
Esta es la realidad cotidiana de la juventud trabajadora y de otras y otros trabajadores no tan jóvenes, la juventud organizada y el movimiento obrero y sindical día a día denunciamos las condiciones precarias de las y los jóvenes en el mundo del trabajo. Pero necesitamos ir más allá, necesitamos poner nuestras herramientas a punto para ponerlas en marcha y transformar el modelo de relaciones laborales que tenemos actualmente.
Cambiar este modelo supone estudiar las relaciones de producción del sistema capitalista y su modo de producción. Esto pasa por comprender que la contradicción fundamental del sistema en el que vivimos hoy en día, se sigue rigiendo por la contradicción capital-trabajo. Estas últimas décadas los intelectuales al servicio de la alta burguesía y la filosofía posmoderna, nos han intentado convencer de que la clase obrera ya no existe, que ya no existen las clases sociales y por supuesto como no, que los sindicatos ya eran cosa del pasado y que terminarían por extinguirse.
Pero resulta que las Comisiones Obrera somos la organización más grande del país, fundamentalmente porque estamos formada y representamos a la clase mayoritaria, a la clase obrera y todo esto en el siglo de la modernidad. Pero a donde quiero llegar, básicamente nos han contado el cuento de que la clase obrera es un animal extinto, que sujetos como el precariado era lo nuevo. Pero si miramos la historia, la precariedad no es nueva, como bien señalamos en una campaña las y los jóvenes de CCOO Ciudad Real, la precariedad es igual de vieja que el capitalismo.
Karl Marx ya los señaló como “trabajadores intermitentes”, así los describía; “forma parte del ejército obrero en activo, pero con una base de trabajo muy irregular. Esta categoría brinda así al capital un receptáculo inagotable de fuerza de trabajo disponible. Su nivel de vida desciende por debajo del nivel normal medio de la clase obrera, y esto es precisamente lo que la convierte en instrumento dócil de explotación del capital. Sus características son: máxima jornada de trabajo y salario mínimo. (…) Su contingente se recluta constantemente entre los obreros que dejan disponibles la gran industria y la agricultura, y sobre todo las ramas industriales en decadencia (..) Su volumen aumenta a medida que la extensión y la intensidad de la acumulación dejan ”sobrantes“ a mayor número de obreros.”
Una descripción que se ajusta bastante a la realidad actual, además la patronal se aprovecha del “ejercito de reserva” (que son las y los trabajadores parados) para imponer la negociación de los salarios a la baja. Las condiciones objetivas y materiales de las y los trabajadores precarios ya han sido desarrolladas, pero ¿cómo lo combatimos y acabamos con ello? Esta es una pregunta que desde el movimiento obrero tenemos que dar una respuesta contundente para poder organizar a unos sectores que es muy difícil llegar y por lo tanto organizar.
La respuesta es fácil, es el sindicalismo de clase y de eso en CCOO sabemos algo, ligado a nuestro ADN político-social. No hay formula mágica para llegar a las PYMES con tres trabajadores/as, nuestra formula tiene que ser la lucha y el conflicto. A veces algunos compañeros y compañeras de movimientos sociales que trabajan en los sectores precarizados nos recalcan que tenemos que llegar a estos centros, razón no les falta, pero nuestra solución pasa por desarrollar el sindicalismo de clase.
Un ejemplo es mirar hacia Europa, los sindicatos británicos y alemanes (estos además han conseguido sus objetivos) están poniendo sobre la mesa el debate la reducción de la jornada laboral, que es la medida más progresista que nos puede ayudar a incorporar a estos sectores precarizados al sindicato. Por dos motivos; acabar con la precariedad y con la brecha salarial, acabando con las jornadas parciales mayoritarias en mujeres y dando mayores permisos de paternidad.
Estas luchas se están dando sobre todo en grandes centros industriales y grandes centros donde se concentran un numero importante de trabajadores/as, porque son sitios donde la clase obrera tiene mas facilidades para organizarse sindicalmente y dar mejor la batalla. Los derechos laborales que hoy poseemos son gracias al sindicalismo de clase que desarrolló y desarrolla grandes luchas y conflictos en los grandes centros de trabajadores ligados a la industria.
Estas luchas que se convirtieron en conquistas no solo fueron en beneficio para estos trabajadores/as industriales si no que su objetivo también era el extender estos derechos al resto de capas de la clase obrera. La forma de acabar con la precariedad es comenzar la lucha en estos grandes centros y que se plasmen en los convenios colectivos de rama y estatales, que son los que mejoran las condiciones de todos y todas.
Con esto no quiero decir que se abandone a los sectores precarizados, hasta que se ganen grandes batallas, al contrario, el sindicato debe prestar todos sus recursos para estos trabajadores/as para que sientan al sindicato cerca en todo momento. Además de desarrollar la organización sindical donde se pueda, el ejemplo de Amazon y de las kellys nos abre un camino importante. Por lo tanto, urge acabar con la reforma laboral y exigírselo ya al PSOE, porque si no hay reparto habrá conflicto.