La primavera de la política

Pasada la borrasca Mónica, con la nieve y lluvia que han llegado a todos los rincones de nuestro país, tan necesarias ellas para nuestro campo y embalses, pasado también el aniversario de aquel fatídico 11M que hace ya 20 años paró en seco a toda España, parece que enfilamos el camino, siempre seguro, de la primavera.

Los almendros ya florecidos y la subida paulatina de las temperaturas marcan el inicio de la temporada de más luz y de los días más largos. Es siempre, la primavera, una buena época para renovar la ilusión y sacar adelante nuevos proyectos.

El fin del invierno también tiene su efecto en la política de nuestro país. La legislatura sigue su curso, un camino sinuoso en el que el acuerdo sobre la futura ley de amnistía podría marcar el inicio de una primavera política fructífera, con unos más que previsibles presupuestos generales del Estado para 2024 y la garantía de mejoras sociales pendientes desde la anterior legislatura.

Hacer compatible el avance legislativo y social que plantea el Gobierno dependerá en gran medida de la habilidad del presidente del Gobierno y de la forma en que el PSOE sorteé las citas electorales a la vista, elecciones en el País Vasco, europeas y catalanas, estas últimas a medio plazo. En todas ellas, el papel del PSOE puede, y debe, ser determinante.

Sería bueno para la estabilidad de la legislatura, y, por tanto, para seguir con los avances sociales y la lucha contra las desigualdades, y muy bueno, en el caso de las dos elecciones autonómicas, para dar estabilidad y una visión muy necesaria de progreso y unidad, en el País Vasco y Cataluña; en esta última, además, donde todo apunta a una victoria electoral del PSC, con Salvador Illa al frente.

En cuanto a las europeas, se trata de las únicas elecciones en nuestro país con circunscripción única para todo el territorio, lo que iguala el valor de cada voto, independientemente de las provincias -que aquí no tienen ningún valor electoral-. Serán una foto fija del estado del voto en nuestro país. Son muy importantes en muchos aspectos, pero, sobre todo, para frenar el aumento que las encuestas dan a la ultraderecha en toda Europa. Un viraje hacia posiciones ultras en Europa es, ahora mas que nunca, muy preocupante.

El cuestionamiento del proyecto europeo y sus políticas, complejas, pero muy necesarias, en definitiva, un parón a la construcción europea y su liderazgo mundial en los derechos sociales o la lucha contra el cambio climático, sería ahora demoledor.

En el horizonte se avecinan otras posibles convulsiones a nivel mundial, como pudiera ser un triunfo de Trump, enormemente negativo para la estabilidad internacional, en las presidenciales de Estados Unidos. 

Es momento de altura de miras en la política, de trasladar a los ciudadanos la necesidad de seguir apoyando el camino común que representa la Unión Europea para nuestro bienestar y nuestra calidad de vida, pero también, para el progreso y la estabilidad globales. Está claro que no todas las fuerzas políticas lo tienen tan claro. Y es momento de decirlo.