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Palabras Clave es el espacio de opinión, análisis y reflexión de eldiario.es Castilla-La Mancha, un punto de encuentro y participación colectiva.

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Punto limpio

Foto: Pixabay

Miguel Ángel Curiel

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Cuando A.E. se inventó la noticia de mi muerte yo ya estaba muy lejos de L. remontando el río. Había llegado a casa desde Navalmoral en un taxi negro. T. a las nueve de la mañana un día de febrero.

Me persigno, hoy es Santa Photina, la soñadora que iluminaba el agua y la patrona de los fotógrafos. Una vez me dio de beber un Dry Martini y me fotografió desnudo sin permiso en la habitación de un hotel de Aveiro. Quizás las postales fluviales más bellas en T. se capten en febrero. La luz es limpia y ligera como una seda de aire.

Los grandes escorzos de nubes durante el orto de la mañana son barrocos, y las puestas de sol renacentistas. No hagas fotos, la postal que te envío es una cartulina blanca en la que me he limitado a escribir con letra diminuta 'Silentium'. Busco el punto limpio del ruido.

Ya todo es mentira, esto es mentira, y lo que tú dices o escribas a ratos es mentira. El río también es mentira. Desde esta ventana lo veo, pero es mentira. La mentira tiene más fuerza que la verdad porque las palabras con las que trabaja están cargadas de mundo. La mentira coloniza a la imaginación, la imaginación es un niño que le habla a todo. La verdad es pura. Una vez que se ha quitado la verdad al hombre, es pura ilusión pretender hacerlo libre.

Salí de la gripe hace unas horas, unas horas en nuestro tiempo es una eternidad. Escribo a un amigo que vive en Italia: “Moriré de una gripe un día de febrero, posiblemente  entre el 1, día de San Trifón, un cuidador de gansos y patrón de los jardineros y Santa Photina, la santa del agua y de la luz”.

Dos veces Santa Photina cayó al pozo. La iluminadora y aguadora de instantes me volvió a fotografiar desnudo hace ya algunos años en los altos del Guadyerbas un día que había nevado. Deliré demasiado durante esta última gripe. Tuve viajes al fin del mundo por un río de morfina como en la época que jugué con LSD; de pronto me convertí en un Orthomyxoviridae y comencé a viajar con alas de cristal azul casi hasta el exitus letalis entre el virus A y el virus B. –Tranquilo G., aún no he muerto–.

Ese “será” me salva por ahora. Moriré de gripe un día de febrero, quizás entre los días de Santa Ofelia y los de San Bladulfo de Bobbio dentro de algunos años. Pero esto no es mentira, tampoco es verdad. Decir unos años en nuestro tiempo significa un breve instante. Instantánea, vivimos de momentos insignificantes. Las instantáneas son mentira, los instantes verdad.

La verdad se encuentra en unas cuantas palabras radioactivas. Derridá escribió un aforismo perfecto -Sabemos que el espacio político es el de la mentira por excelencia-. Busco el punto limpio, la verdad es el punto limpio del lenguaje, sólo un espacio fuera del tiempo. La verdad guarda silencio, por eso es absurdo y silencioso ese espacio lleno de ratas blancas y aires que se arrastran levantando hojas y polvo junto al punto limpio. Silentium es lo que guarda la postal que te envío.

“Toda palabra traiciona su significado en algún momento”

Esta postal es un punto limpio para ti, escribe en ella otra palabra que se te revele y mándasela a otro. Así hacemos un río. Toda palabra traiciona su significado en algún momento. Silentium², y si un día ocurre que todo se desconecta, y los cables del alma aparecen pelados y de pronto cae un gran silencio cuántico  en el que hablar conlleve un esfuerzo tan grande como caminar con botas de plomo sobre un campo de barro, aparecerá entonces un dios sordomudo hablándote en un lenguaje de gestos. Con esos gestos él sólo te dirá que los gestos no mienten, las palabras están en los gestos, su sonido exacto en el silencio. La palabra ha perdido su gravedad, ya no pesa, vive en un lenguaje lunar fuera de toda gravedad humana.

Al río comienzo a llamarlo Wasserleitungunsauber, literalmente en alemán línea de agua sucia, a la línea entonces la llamo fluido, al fluido perro que ladra en la noche, al perro lo llamo coche, al amor nostalgia. Las palabras se han cansado de su significado. Cuando A.E. difundió la noticia de mi muerte me cambió el nombre.  Me desperté muy temprano oyendo la radio donde él trabaja, y no me di cuenta de que realmente estaba muerto. El nombre del muerto me resultaba demasiado extraño, no era yo, pero era yo realmente. Enseguida le mandé un correo en el que le decía que moriré de gripe un día de febrero, pero no ahora. Ese “será” siempre me ha salvado, el “será” es la vacuna contra el tiempo. Las palabras se han cansado de su significado y buscan ser en otro, intercambiarse los significados; barro es en realidad nieve, nieve termina entrando en ojo.

Enfisema es luz, y así hasta la totalidad de las palabras ¿Y río? Si finalmente no puede significar línea de agua sucia -Wasserleitungunsauber- podría llamarlo “Silentium del mundo”, o cualquier otra cosa en la que se disolviera su significado. Finalmente decidí reservarme otras posibilidades, tal vez podría cambiar el nombre por oro.

Me fui al punto limpio con una maleta llena de viejos aparatos de radio y una televisión y las dejé junto a otros electrodomésticos allí tirados. En aquella vieja Werner había visto en mi niñez al hombre pisar por primera vez la luna, y un día de febrero de hace mucho a un tipo con bigote pegar tiros en el congreso de diputados. Ese tipo aún no se ha muerto. Río es un río, se resiste a entrar con su agua sucia en otro significado, como por ejemplo larpazo o viento. En la cartulina blanca que te envié había también otra palabra, una hendidura invisible, fue grabada con un bolígrafo sin tinta. “Búscala” es la palabra clave de todo el asunto. Cuando A.E. se inventó la noticia de mi muerte también se inventó la manera en como ocurrió. Dijo que me ahogué, pero si el río llevara más agua haría espuma, y en la espuma no te hundes. Enseguida para seguir con el absurdo le mandé un WhatsApp: -se agradece el frío, la fiebre me hace delirar, el viento del nordeste ha limpiado el cielo y en el río brilla la luz de febrero- “harías buenas fotografías aquí”.

Esto es como Italia, pero más feo. Las fotografías más bellas ahora son las feas; un rosal junto a una cloaca, en un punto limpio una montaña de frigoríficos y televisores, y al pie de esa montaña un zapato que ha sido aprovechado por un acentor para hacer su nido. También el río cuando lleva más espuma es demasiado bello y esa belleza hace daño.

Pero como él sabe muy bien, en T. nunca ocurre nada, en verdad nada ocurrió y nada ocurrirá. El mundo tiene que estar hermosamente desordenado. Pero este es un tiempo instantáneo, soluble, en el que hasta tu muerte es mentira siendo acaso lo más verdadero que te podría ocurrir. Cuando un hombre ha mentido mucho y durante gran parte de su vida, un día debe decir la verdad aunque no crea en ella.

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