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El pasado 10 de diciembre celebramos el 68º aniversario de la firma de la Declaración Universal de los Derechos Humanos por Naciones Unidas. Día reseñable para el Trabajo Social, ya que este tiene sus fundamentos éticos en los derechos humanos, en la dignidad humana, en la justicia social y en la autodeterminación de la persona como ciudadano de derechos, siendo todo ello el marco articulador desde el que guía sus intervenciones profesionales en su día a día.
Actualmente estamos ante un escenario con grandes retos para los y las profesionales del Trabajo Social y para quienes más necesitan nuestros servicios. Porque estamos en un contexto global con grandes crisis políticas, económicas, sociales, humanas…, con políticas de recortes en derechos que agudizan las desigualdades sociales ya existentes, y que conllevan el declive del bienestar social.
Este escenario nos desafía para que el Trabajo Social sea, más que nunca, una profesión de Derechos Humanos, más aun sabiendo que muchas de estas políticas de recortes de derechos van en contra de los principios de justicia social, derechos humanos y responsabilidad colectiva, justamente lo que sustantiva nuestros fundamentos éticos en nuestras acciones profesionales.
Hemos de apostar por un Trabajo Ssocial que permita encontrar las explicaciones estructurales de las causas de los problemas sociales y que, a la par, ponga su eje en sus fundamentos éticos, de valor, ya que si no y dada las presiones de diferentes niveles, podemos hacer un trabajo sin valores centrales, convirtiendo nuestra intervención profesional en una actividad burocrática que ignora la justicia social y los derechos humanos, siguiendo políticas injustas y algunas veces inhumanas.
Desde este prisma, el Trabajo Social, a nivel de sus organizaciones internacionales: la Asociación Internacional de Facultades, el Consejo Internacional de Bienestar Social y la Federación Internacional de Trabajo Social, conscientes de las injusticias de algunos regímenes políticos, económicos, sociales y culturales, y cómo estos generan desigualdades y sufrimientos en grandes grupos de la población y, como se ven afectados y violados los derechos humanos de muchas personas, unen sus esfuerzos y abogan por un nuevo orden mundial en el que sea posible crear una realidad basada en el respeto de los derechos humanos y en la dignidad y donde sea posible un nuevo orden de relaciones humanas.
Para ello, y como un modo de trabajar en la misma dirección, estos tres organismos definen líneas de acción para promover estos valores, creando acciones y movimientos sociales, que quedan plasmados en la “Agenda Global de Trabajo Social y Desarrollo Social: compromiso para la acción (2012-2020)”.
Esta agenda recoge el compromiso mundial de todo el Trabajo Social, de apoyar a las estructuras y sistemas que aborden positivamente las causas profundas de la desigualdad y opresión y, trabajar conjuntamente con las personas de los servicios que atendemos, para construir un mundo más justo socialmente y que pueda quedar de legado para futuras generaciones, e impulsando el cambio estructural y relacional desde el marco inspirador de los Derechos Humanos.
Así pues, tanto desde la universidad como desde la intervención social, desde nuestro pensar académico y hacer profesional, no somos ajenos a la promoción de un mundo de respeto a la dignidad de las personas, la promoción de la igualdad, la defensa de los derechos humanos, la denuncia de su violación y la promoción de construir una ciudadanía conocedora de sus derechos. Y también de generar procesos de empoderamiento en las personas y las sociedades, para fomentar su reivindicación de cumplimiento en aquellas situaciones de vulneración, lo que permitirá avanzar una sociedad, más justa socialmente con una distribución de recursos más equilibrada, más igualitaria y cohesionada entre sus poblaciones. Y en ese escenario, el Trabajo Social asume un rol pedagógico y también crítico, además de mediador entre ciudadanía y Estado, como garante y protector de los Derechos Humanos, esencia de su marco ético articulador tanto en nuestro modo de pensar como de hacer profesional.