Los seis bomberos de Valladolid desplazados en Turquía regresan “con frustración y tristeza” después de tres días
Los seis bomberos de Valladolid desplazados en Turquía debido al terremoto que se produjo en el país han regresado este martes a la ciudad, después de haber estado tres días allí, “con frustración y tristeza por no haber podido hacer más, ya que la desolación era total”.
Los bomberos que han acudido a Turquía a realizar labores de búsqueda y rescate de los heridos han sido Julio Gutiérrez, Daniel Liras, David Peláez, Mario Arranz, Víctor Rodríguez y un sexto oficial que no ha querido realizar declaraciones, quienes forman parte de la ONG Acción Norte, dedicada intervenir en aquellos países donde se produzcan situaciones de emergencia y catástrofes y así lo soliciten.
Estos miembros del cuerpo de Bomberos de Valladolid forman parte de la mencionada organización, que ha sido la encargada de financiar y organizar toda la operación. Al tener conocimiento de lo sucedido en Turquía, estos profesionales decidieron acudir allí, por lo que pidieron permiso al Ayuntamiento para poder formar parte de los equipos de rescate.
El primero en hablar ha sido Víctor Rodríguez, quien ha señalado a los medios reunidos en el Parque de Bomberos de Las Eras que han trabajado en Adiyaman, una de las principales ciudades afectadas por el seísmo y el sentimiento grupal es una mezcla entra tristeza y frustración ya que iban con ganas de dar el máximo y se han encontrado con una situación que era más devastada de lo normal.
Además, Rodríguez ha indicado que lo que se encontraron al llegar allí es que la segunda réplica había sepultado todo “hasta las cenizas”, por lo que las esperanzas eran muy bajas y su trabajo se limitó a realizar búsquedas con perros de rastreo especializados para ir registrando edificio por edificio hasta dar con personas con vida.
Asimismo, Víctor Rodríguez ha subrayado que se iba con “mucha ilusión” a trabajar pero el can “siempre arrojaba una mala noticia, ya que en cada edificio el perro daba señales de que no había personas vivas”.
“Esto generaba una sensación de desolación al tener ganas de hacer más y no poder, porque la gente tenía una tristeza colectiva y al final se han tenido muchas ganas hasta el momento en el que nos han echado porque iban a empezar la fase de recuperación de cuerpos con maquinaria pesada”, ha apostillado.
Un pueblo “grato”
No obstante, Rodríguez ha destacado la “gratitud” y la forma en la que los ciudadanos y el gobierno turco les han recibido y tratado en todo momento, ya que “se han mostrado muy agradecidos en todo momento” hasta el punto de hacer que se sintieran “incómodos al no poder hacer más por ellos y rescatar a más personas”.
“Al final”, ha continuado, “no es que nos hayan echado porque no querían que estuviésemos allí, sino porque van a empezar a limpiar las zonas devastadas con maquinaria especial, por eso han pedido a todos los equipos internacionales que volvieran a sus países”.
A continuación, ha tomado la palabra el bombero del Ayuntamiento de Valladolid Mario Arranz para destacar la “hospitalidad” que el pueblo turco “ha demostrado” hacia ellos y por “aceptar con entereza todas las malas noticias” que les han tenido que dar, puesto que en su caso no hay encontrado a ninguna persona viva durante los trabajos de rescate.
De la misma manera, ha asegurado que “en muchas ocasiones había familias que pedían ayuda para retirar los cadáveres de sus familiares, pero en estos casos lo que prima es la vida por lo que había que desplazarse a otro lugar de la ciudad a buscar supervivientes”.
“En lo personal”, ha reconocido Arranz, “esto genera mucha frustración, dado que vas con toda tu buena intención a ayudar pero te das cuenta de que el terremoto ha sido tan grande que no hay nada que hacer”.
En relación con la colaboración con otros equipos españoles, Arranz ha especificado que ellos han ido juntos con los Bomberos de la Diputación de Palencia, de Salamanca, de Leganés y allí han coincidido dentro de la ONG con bomberos de Vitoria y de Zamora, que era el grupo de profesionales con el que se movían en las zonas afectadas.
Día a día en Turquía
David Peláez, otro de los bomberos desplazados hasta la zona y que ha regresado este martes, por su parte, ha manifestado su “frustración y tristeza por no haber podido hacer más porque la desolación del lugar lo impedía”. “Al final te das cuenta de que lo único que se podía hacer era ayudar a recuperar cuerpos por las calles de gente que lo pedía, que ha sido lo más duro”, ha apostillado.
En este sentido, Peláez ha reconocido que “el no poder hacer más por ellos después de todo lo que han ofrecido y la hospitalidad mostrada genera un sentimiento de culpa”, que es lo que “peor se lleva”.
En relación con su día a día en Turquía, David Peláez ha explicado que se levantaban por la mañana y desde primera hora se intentaba, a través de los traductores e intérpretes, localizar puntos donde pudiera haber vida para mandar a los perros e intentar encontrar supervivientes para proceder a su rescate.
También ha indicado que durante el tiempo allí desplazados dormir “ha sido difícil” por que “al final” se está allí “con ganas de trabajar y aunque se esté cansado no puedes dejar de pensar que haya gente con vida por ahí”.
El último en intervenir ha sido Julio Gutiérrez, que ha especificado que en alguna de las edificaciones en las que tuvieron que intervenir de las 180 personas que vivían allí los equipos solo pudieron rescatar a diez porque el resto estaba “todo bajo los escombros”.
Por último, Gutiérrez ha señalado que lo “más duro de todo” era ver cómo un padre se acercaba a pedirles ayuda para sacar los cuerpos de su hijo y mujer, “ver como no se podía hacer nada por ellos, pero a pesar de eso daban las gracias y ofrecían su comida”.
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