'El Ciervo' celebra 75 años de periodismo: “La revista tuvo dos grandes enemigos, el franquismo y la Iglesia católica”
La revista El Ciervo cumple en estas fechas 75 años de andadura, todo un hito para una publicación en papel. Nacida en Barcelona en 1951 de la mano de un grupo de estudiantes universitarios vinculados a la Asociación Católica Nacional de Propagandistas (ACNP), pronto se decantaron hacia el pensamiento progresista y aperturista pero conservando su base humanista y cristiana. La misma que les ha guiado hasta 2025.
Con motivo de estos tres cuartos de siglo de funcionamiento, el Palau Robert de Barcelona ha organizado una muestra conmemorativa en la que repasa la esencia y el pensamiento de la revista, así como la evolución del mundo en estas siete décadas y media. Desde el franquismo más represor a la democracia y de ella a unos tiempos, los actuales, que recuerdan a los de los inicios de un modo inquietante, El Ciervo ha transitado la historia de España desde su singular atalaya.
Como expresa en un vídeo de se exhibe en la muestra el periodista de El País Jordi Pérez Colomé, que fue director de la publicación entre 2011 y 2015, El Ciervo fue “una revista muy particular, hecha en castellano y para todo el país, por catalanoparlantes que, además de ser católicos practicantes, eran claramente progresistas”.
El nombre de la revista fue elegido por Llorenç Gomis inspirado en un versículo del salmo 42 de la Biblia que reza: “Como el ciervo busca el agua de las fuentes, así mi alma te desea, Señor”. Esta singularidad les reportó en su momento tanto el apego de la incipiente intelectualidad antifranquista como el rechazo de los principales estamentos del régimen, así como de la Iglesia oficial, que trató por todos los modos de frenar su distribución.
“La muestra es una celebración, un homenaje de la revista con motivo de su 75 aniversario, y al mismo tiempo es una oportunidad para revisar un legado histórico y documental y aportar perspectiva de futuro a las revistas culturales de pensamiento crítico”, destaca Sergi Álvarez Riosalido, comisario de la exposición.
Álvarez define la muestra como “un recorrido desde el año 1951, en pleno franquismo, hasta 2025”. Como punto destacable y distintivo de la exposición, las paredes de las tres salas que la acogen muestran las 800 portadas que El Ciervo ha tenido desde su nacimiento, al principio como revista mensual y más tarde bimensual.
La sucesión de portadas y de números permite tener “una perspectiva de que los acontecimientos que observamos en los últimos tiempos, como son las regresiones democráticas, de derechos civiles, las violencias a las minorías, los genocidios, no son ninguna novedad”, destaca el comisario. Para muestra, un reportaje en un ejemplar del año 1969 titulado Una respuesta al problema de la vivienda donde se propone un parque de viviendas prefabricadas.
“El recorrido por los temas abordados por El Ciervo en estos 75 años hace que nos demos cuenta de que ninguna conquista social y democrática es inamovible, sino que el peligro de involución, de volver a la casilla de partida de aquel 1951 es real y permanente”, asevera Álvarez.
Los 800 números editados permiten medir el pulso de la evolución de la sociedad desde el franquismo hasta hoy de “una revista defensora de los derechos civiles, los derechos humanos y del pacifismo anticolonialista”, en palabras del comisario de la muestra.
Pensamiento progresista en línea con el Concilio Vaticano II
“El Ciervo nace en un contexto en el que las cuestiones vinculadas al humanismo cristiano estaban muy presentes en la sociedad”, dice Álvarez, que asegura que la revista “siempre ha tenido presente una llama de esperanza humanista cristiana, una fe en el ser humano incluso en tiempos como los actuales”.
La apuesta de El Ciervo por el aperturismo en la Iglesia se vio refrendada por el Concilio Vaticano II en los años 1963 a 1965, la reunión de obispos que supuso una puesta al día inédita de la Iglesia católica tras las dos guerras mundiales que devastaron Europa. El refrendo a sus ideas otorgado por el Vaticano de Juan XXIII y Pablo VI “da gran prestigio” a la revista, destaca Álvarez, y la convierte en un referente del pensamiento progresista en pleno franquismo.
Comienzan entonces a colaborar figuras intelectuales tan destacadas como José María Valverde, José Luis López Aranguren, Miguel Delibes, José María de Llanos, Alfonso Carlos Comín, José Antonio González Casanova, José Ignacio Montobbio, Miguel Siguán, Salvador Giner, Francisco Rico, Pedro Laín Entralgo o José Ángel Valente.
El escritor Javier Pérez Andújar, colaborador de El Ciervo en las últimas décadas, destaca de la revista su coherencia con el humanismo cristiano: “Es algo que yo, que nunca he estado vinculado al pensamiento cristiano, he terminado valorando mucho de la revista, porque encuentro coincidencias con ese espíritu viniendo como vengo del mundo del cómic y el underground”.
El ascendente de El Ciervo en los últimos años del franquismo lleva al régimen a considerar a la revista sospechosa, tal como muestran algunos ejemplares que no escaparon de la censura. “La revista tiene dos grandes enemigos y censores en su etapa bajo el franquismo: el propio régimen y la Iglesia católica”, desvela el comisario. Tras impedir la jerarquía eclesiástica su distribución en las parroquias, la revista pasa a venderse por suscripción.
El momento más dramático para El Ciervo llega en 1973, cuando la repercusión de la revista está en su momento más alto. El 4 de julio, el autodenominado V Comando Adolfo Hitler, un grupúsculo nazi, asalta a punta de pistola la redacción. Los neonazis destrozaron buena parte del mobiliario, biblioteca y archivo del local, ataron en una silla a una secretaria y dejaron en las paredes mensajes de odio y de ideología fascista. El estado en que quedaron las oficinas puede verse en la legendaria fotografía, presente en la exposición, en la que Llorenç Gomis aparece leyendo la revista junto a una pared llena de pintadas.
Una revista “muy de guerrilla”
El primer bloque de la exposición es una introducción al contexto de la revista. “Como decía Gomis, El Ciervo es una revista improbable, porque al final también es una publicación con unos recursos reducidos que hace lo que puede”, afirma Álvarez. El segundo bloque aborda los temas que configuran la visión de El Ciervo: defensa de la democracia, del progreso y la justicia social, pero también otros como el arte o la poesía, así como la ilustración.
Álvarez destaca la resistencia de El Ciervo durante tantos años a pesar de ser “una revista muy de guerrilla”. Este extremo se ve corroborado por el actual director de la publicación, Jaume Boix: “Seguimos subsistiendo 75 años después por los suscriptores y alguna subvención pequeña”.
Boix insiste en el valor de los suscriptores incluso actualmente –“son 48 euros al año”, dice–, pero se muestra preocupado porque muchos de estos suscriptores son gente mayor, que ha permanecido fiel a la revista desde sus inicios y van falleciendo. “A nosotros no se nos dan de baja los socios por desacuerdo ideológico, sino por fallecimiento”, bromea.
El director de El Ciervo se muestra esperanzado en que las nuevas generaciones descubran el papel y con él la revista. “Siempre hemos estado muy cerca de los jóvenes en cuanto al abordaje de los problemas que les atañen”. Álvarez confirma la opinión del director y recuerda que ya en el franquismo, “en un momento en que el Ministerio de Información y Turismo había secuestrado diversos números de la revista, El Ciervo publica en uno de ellos una carta en que un joven pide que de alguna manera se visibilice el tema de la homosexualidad”.
Boix destaca que en estos 75 años El Ciervo ha cosechado más laudos que financiación. “Si lo nuestro fuera hacer negocio, ya hace décadas que hubiéramos cerrado”, suelta, socarrón. “Cuando nos dieron el Premio Nacional de Fomento a la Lectura en 2020, no tenía dotación económica, pero ahora es de 30.000 euros. Con lo bien que nos hubieran venido”, remacha. El Ciervo también ha recibido la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes (1991) y la Medalla al Mérito Cultural de la Ciudad de Barcelona (2001).
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