Este sábado en la pausa de un taller sobre “Liderazgo, Planificación y Caos” me encontré discutiendo sobre la situación política en España y Cataluña con una compañera consultora de Madrid que trabaja en Londres y con quien inicialmente compartimos muchos valores sociales.
Ella, con mucha consciencia social y política, activista de movimientos sociales, exponía la gran dificultad que vivía para influir y conseguir cambiar las instituciones españolas. Yo le ponía el ejemplo catalán como muestra de esta rigidez española pero parecía que éste no era un buen ejemplo para ella. “El caso catalán se está exagerando por ambas partes, es útil políticamente, no hay maltrato hacia Catalunya sino hacia todos los ciudadanos españoles...”, argumentaba ella con toda su buena voluntad.
Esto me alertó: ¿cómo podemos no unir fuerzas ella y yo cuando compartimos tanto de base? ¿Qué trampa nos hemos creado cuando relativizamos una causa olvidando que un número muy elevado de personas se manifestaron a favor de su derecho a decidir; cuando volvemos a discursos recurrentes poniendo a los políticos delante mientras que han sido ellos los que han tenido que ir a remolque de la sociedad civil; o cuando nos imponemos una restricción que dice que hay unas causas que son incompatibles con otras? ¿Quién dice que tengamos que elegir entre el derecho a decidir y la justicia social? ¿No nos estará entrando la crisis en la cabeza y lo pensamos todo en términos de escasez?
Nosotros mismos nos ponemos una trampa que nos imposibilita cambiar las instituciones cuando aspiramos a grandes causas, cambios perfectos en nuestras cabezas, con tanta planificación abstracta y pretendidamente completa que no conseguimos plasmarla nunca.
Mi propuesta es volver al minimalismo, al less is more. Coger una causa concreta, como es la catalana, como paradigma del derecho a la propia agencia, tanto de catalanes como de españoles demócratas.
Porque si logramos influir en esta propuesta de cambio de relaciones entre estados, aceptando que será un cambio imperfecto e incompleto porque será real, habremos probado que la sociedad civil realmente puede influir en los políticos para co-construir una democracia más madura que la actual.
Ir en contra del derecho a decidir de los catalanes es ir en contra del propio derecho a decidir cómo quiero vivir, sea española, catalana, homosexual, madre soltera, religiosa, etc. Y si los españoles de buena voluntad, que desean una democracia real, siguen autorizando con su silencio un gobierno español rígido que pone la ley, anticuada y utilizada arbitrariamente, por encima de la libertad de las personas, están contribuyendo, digamos son darse cuenta, a hacer que los próximos “catalanes” o ciudadanos sin derechos sean ellos.
Tenemos como nunca antes una causa clara que está poniendo entre las cuerdas toda la clase política, por qué no unir fuerzas y utilizar el derecho a decidir del caso catalán para “cambiar las instituciones” y hacerlas más democráticas, para obligar a los políticos a servir a los ciudadanos y no al revés como hasta ahora?
Sobre este blog
El blog Opinions pretende ser un espacio de reflexión, de opinión y de debate. Una mirada con vocación de reflejar la pluralidad de la sociedad catalana y también con la voluntad de explicar Cataluña al resto de España.
Llegir Opinions en català aquí.
