La industria nuclear quiere un “banco malo” para las centrales nucleares

Angela Merkel, en una entrevista al Frankfurter Allgemeine Zeituing, rechaza la propuesta de RWE, E.ON y EnBW de crear un banco malo para las centrales nucleares; “rechazo trasladar el riesgo a los contribuyentes”. La ley dice que es la industria nuclear la responsable del cierre, desmantelamiento y eliminación de los residuos radiactivos. El plan de las grandes empresas energéticas es trasladar el riesgo financiero del abandono de la energía nuclear al gobierno federal. Mientras afirman que están negociando con el gobierno, este dice no saber nada. Barbara Hendrich, ministra de medio ambiente (SPD), dijo que “toda la responsabilidad de operar, cerrar y desmantelar las centrales nucleares, almacenar los residuos radiactivos, recae sobre las empresas energéticas”.

Claudia Kemfert, directora de energía de DIW (Instituto Económico Alemán) señala que crear una fundación para la energía nuclear, igual que existe para pagar eternos costes de la minería, sería traer al estado la ruina de la industria nuclear; los consorcios energéticos ven que el coste de la energía nuclear amenaza con la insolvencia. Para ella la industria nuclear, que durante décadas ha obtenido centenares de millones de subsidios para construir las centrales nucleares, enormes beneficios, la ley les exige contar con las provisiones para afrontar su responsabilidad para poner fin. Claudia Kemfert recuerda unas palabras del ex canciller Helmult Schmidt; las grandes corporaciones suele someter a la política al chantaje para evitar sus responsabilidades.

Es incomprensible, señala Marco Bülow diputado del SPD, que el gobierno no anticipase este problema obligando contar a la industria nuclear de un seguro de insolvencia. Hace un año la diputada de Los Verdes Sylvia Kotting-Uhl una ley que obligase a las empresas tener este tipo de seguro que evite que el estado se haga cargo de estos costes. Desmantelar una nuclear como Biblis podría costar 1,500 millones de euros. Más incierto es el coste de eliminar los residuos radiactivos, se calcula en más de 35.000 millones de euros.

EON ha perdidos dos tercios de sus ingresos. La rápida transición energética, un negocio en el que no entraron los grandes consorcios, está viendo menguar su negocio tradicional basado en energías fósiles. No dejan de invertir en nuevas centrales de carbón, para las que obtiene crédito, amparado por informes de una mayor demanda. En lo que llevamos de 2014 vemos que la electricidad con hulla cae en 5.9 TWh, con gas desciende 4,1 TWh, nucleares y convencionales reducen su cuota de mercado en 13 TWh. Hemos de añadir el precio de los mercados mayoristas. El pasado domingo, 11 de mayo de 8.00 hasta las 17.00 horas el precio del MWh fue negativo; en horas de pico de demanda las renovables cubrían un 74% de la demanda. Entre 14.00 y 16.00 el precio a menos 65 euros MWh. Y, ¿qué le cuesta esa energía renovable al consumidor? No llega a pagar 4 céntimos de euros por kWh.

Peter Tirium, Consejero delegado de RWE, reconoce que han respondido demasiado tarde al cambio de negocio energético. La situación es grave, muy grave, pero no imposible; coincide con el estudio de Greenpeace, “Por qué las grandes compañías eléctricas Europeas temen el cambio”. Nadie imaginó hace 15 años un despegue así de las energías renovables. Tiene poco tiempo para reestructurar el negocio con enormes desinversiones, ni despidos, para reducir su deuda de 32.000 millones de euros. El error de Tirium, escribía Alexandra Endres en Die Zeit, es que vuelve a llamar a los políticos para salvar la empresa, en lugar de pensar por sí mismo.