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La reforma del Paralelo despierta el fantasma de la masificación turística en el barrio del Poble Sec

La avenida Paralelo se enfrenta a una ambiciosa tansformación. A la imagen, el histórico local nocturno El Molino. / ENRIC CATALÀ

Marta Pérez / Enric Català (fotos)

Barcelona —

“Si escoges un apartamento de vacaciones en este rincón subestimado de la ciudad, estarás a poca distancia de los sitios culturales, las zonas verdes de Montjuïc y a 15 minutos de las Ramblas. Aunque hay muchos bares y restaurantes, la mayoría de la zona es residencial, lo que hace que sea más tranquilo que estar en el centro de la ciudad”. Este reclamo es uno de los muchos anuncios para la contratación de apartamentos turísticos que se encuentran por internet, concretamente en el buscador oh-barcelona.com, y que hace referencia al barrio barcelonés del Poble Sec. Un barrio que, afirma el anuncio, “fue un distrito de clase obrera en el pasado”, pero que actualmente es un “lugar relajado, artístico y bohemio”.

Es una muestra de la mutación que atraviesa el Poble Sec. Hoteles, bares, restaurantes, coctelerías y apartamentos turísticos abren en las calles adyacentes al Paralelo y el gentío en las terrazas de la calle Blai es cada vez más numeroso. Pero eso no es todo, el convenio de colaboración firmado en 2009 entre la Fundación El Molino y el Ayuntamiento de Barcelona prevé una reforma urbanística que convertirá la Avenida Paralelo en un nuevo eje turístico y cultural.

La actuación municipal contempla la creación de cuatro plazas en cuatro cruces del Eixample, la resituación del carril bici en el centro de la avenida, un plan de iluminación vertical para los edificios más emblemáticos, un reforzamiento de la señalización de los espacios turísticos y de interés cultural y la uniformización del pavimento.

“Queremos conseguir que haya una reactivación, que la iluminación nueva haga más atractivo el Paralelo, para que venga más gente a pasear, a comprar y a consumir”, explica Jordi Martí (CiU), concejal del distrito de Sants-Montjuïc. El objetivo, según él, no es hacer revolucionar la avenida, sino “ponerla al día, limpiarla y modernizarla para dar respuesta a las necesidades de la gente que vive y trabaja en ella”.

Aunque la reforma, que costará unos 7 millones de euros, no está previsto que comience hasta 2015, el Poble Sec ya nota los efectos previos a la revitalización. Algunos ejemplos: la apertura del centro comercial Las Arenas en la plaza España, la instalación de franquicias de comida rápida como Burger King o Pans & Company, y también de restaurantes como el Tickets y la coctelería 41º de los hermanos Adrià, que ya han anunciado tres nuevos establecimientos más en el barrio. Además, la oferta cultural se ha ampliado con la adquisición del Teatro Arteria Paral·lel, luego vendido a la SGAE, y la compra del teatro Arnau, aún hoy sin uso conocido.

El alcalde Xavier Trias, en el marco de la exposición que se hizo el pasado invierno en el CCCB, presentó “La avenida de las personas”, la reforma que debe llevar a una mejora de la calidad de vida de la gente que ahí vive y trabaja. Pero no todo el mundo comparte ese optimismo sobre las consecuencias del proceso. “Más que el Paralelo de las personas deberían decir los turistas”, explica Xavier LaTorre, economista vinculado a proyectos sociales y miembro de la comisión Repensar Poble Sec. Javier Rodrigo, investigador y educador de arte, y Aurora Lonetto, doctoranda en geografía, son vecinos del barrio y forman parte, con LaTorre, de una comisión de la Asamblea del Poble Sec que ha analizado desde sus inicios la reforma y que se opone al proyecto de manera contundente. “Es una estrategia que responde a una transformación del modelo de ciudad, más enfocada al turismo cultural y de espectáculo y a posibilitar la apertura de otra línea que diversifique los destinos de los turistas para alejarlos de las ramblas, en vez de mejorar la calidad de vida de los vecinos y vecinas”, comenta Javier Rodrigo.

Éxodo de los vecinos con rentas más bajas

Las consecuencias de la reforma anunciada no se han hecho esperar. LaTorre explica que con “esta operación de imagen y de poner a la moda el barrio”, el alquiler de locales y viviendas no desciende e incluso en algunos casos está subiendo. Ahora mismo el precio de un inmueble es de unos 745 euros mes de media, en un barrio donde la mayoría de pisos son de entre 30 y 60 metros cuadrados. Esto, teniendo en cuenta que la renta media de Poble Sec es un 33% inferior a la de la ciudad, hace pensar en unos cambios demográficos que Rodrigo califica “de expulsión invisible y discriminación de las capas sociales más bajas”. Este proceso se llama gentrificación y consiste en una sustitución del tejido vecinal de toda la vida por uno nuevo con una capacidad adquisitiva más alta.

Aurora Lonetto vivía en el barrio hasta que tuvo que dejar su piso en la calle França Xica porque no podía pagar un alquiler que superaba los 800 euros, y sin previsión de disminuir, por una vivienda antigua de unos 65 metros cuadrados. Ella opina que la gentrificación en un proceso como éste es inevitable, pero confía en la presión vecinal para hacerle frente y detener el proceso. El concejal Jordi Martí argumenta que la actuación de la Administración es limitada: “Lo que hay que hacer -dice- es incentivar y regular las realidades para que haya cohesión social. Pero no podemos evitar un cierto movimiento natural de la población”.

El pasado de otros barrios anuncia el posible futuro del Paralelo. Albert Sancho es vecino del Poble Sec, pero es comerciante en Ciutat Vella -el centro histórico de Barcelona- y forma parte de la junta de la Asociación de vecinos y vecinas del barrio gótico. “Lo que se ha vivido en el distrito ha sido el impacto de la presión turística que ha afectado de manera clara en el vecindario en el ámbito de la vivienda, el comercio y el espacio público”.

Sancho comenta que en el barrio gótico cada vez hay más usos residenciales y que los pisos turísticos provocan problemas serios en las escaleras de vecinos, lo que conlleva la expulsión de gente de toda la vida. El tipo de comercio en el centro de Barcelona ha cambiado muchísimo: “ir a comprar un sujetador o unos calzoncillos en el Gótico es un verdadero problema; en cambio, te podrás comprar una camiseta del Barça en cada esquina”, comenta.

Además, Sancho ve con escepticismo la descongestión de La Rambla que prevé la reforma del Paralelo y afirma que conseguirá todo lo contrario: “las dinámicas que han asolado el centro de la ciudad se extenderán en el barrio de al lado y eso hará que vivir en el Poble Sec sea cada vez más difícil”.

Objetivo común de los vecinos: evitar la masificación

La llegada de turismo y la ida y venida de personas en el barrio es bien recibida por entidades y la asociación de vecinos, que ven positiva la reforma, pero con matices. José Guzmán, presidente de la Coordinadora de Entidades del Poble Sec, señala que el proceso de cambio debe hacerse con precaución y que hay que evitar la masificación turística de la zona.

“Lo que no puede pasar en el Paralelo es lo que ha pasado en la calle Blai, que empezamos con 4 terrazas para dinamizar la calle peatonal y ahora hay 28; esto se puede evitar con un plan de usos”, comenta Guzmán. Además, el representante de las entidades añade que el Paralelo debe convertirse en la puesta en escena de las realidades que existen en los barrios que viven a su alrededor y no permitir que Poble Sec vuelva a ser la trastienda del Paralelo. “El Paralelo tiene que ser el escaparate. Poble Sec, la tienda”.

De hecho, según Martín, la nueva reforma irradiará posibilidades de negocio y de conocimiento y esto será positivo para la gente que vive no sólo en el Poble Sec, sino también en el Raval y Sant Antoni. La pregunta que se hacen en Repensar Poble Sec es qué negocios, qué empleos y quién tendrá las oportunidades en esta nueva avenida. Javier Rodrigo teme que los vecinos no serán quienes se beneficien.

De momento, el convenio prevé la llegada de grandes marcas que se sumarán a las franquicias que ya están desde hace pocos años. “ El problema es cuando haces de la ciudad un parque temático. Si aquí se promoviera un consumo más solidario, más ético y más justo y se diera paso a unos negocios gastronómicos y culturales que fueran comercios cooperativos y tiendas de toda la vida, seguramente se lograría un flujo turístico mucho más ético y sostenible”, afirma Rodrigo. “El problema es cuando esto está sujeto a unas operaciones que conllevan una expulsión, que además, es invisible”, sentencia.

La noticia destapada por el diario La Vanguardia hace unos meses sobre la suspensión de pagos de la empresa gestora del teatro El Molino, Ocio Puro SL., podría poner en duda el modelo de cultura y de ocio que se propone con el nuevo Plan Paralelo. A nivel de barrio, la realidad es que esta revitalización forzada ya afecta al barrio antes de que comience la reforma. Habrá que ver cuál será la implantación final y qué capacidad de respuesta tendrán los vecinos y vecinas para hacer un Paralelo más cercano a su gente.

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