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Unas elecciones en Catalunya con varios ejes y toda la novedad que eso representa

Los seis cabezas de lista al inicio del debate en TV3

Arturo Puente

De acuerdo, es cierto, es posible que las elecciones de este 26J no sean, en principio, unas demasiado novedosas. Empezando porque son, a todos los efectos, unas elecciones repetidas. Pero el debate entre los seis candidatos catalanes que ha tenido lugar este domingo en TV3 ha dejado importantes destellos de innovación respecto al escenario que ha dominado Catalunya durante los últimos cinco años. El 26 de junio están en juego varios ejes. La cuestión nacional planea, pero solo al mismo nivel que otras, como el cambio en el Estado, la política europea de refugiados, la economía o la corrupción.

Este hecho, inédito en años puesto que el pasado 20D lo nacional aún copó la mayor parte del debate, ha permitido un intercambio ágil en el que los candidatos no han aparecido alineados en bloques bipolares. Durante algo más de dos horas, los cabezas de lista se han alineado en acuerdos variables y efímeros, dependiendo del tema que se tratase. La nueva geografía política ha dado lugar a una cartografía mucho más compleja que el que acostumbraba a dar la política catalana, un aviso de la nueva etapa que parece aproximarse.

Buena muestra de ello ha sido el intercambio sobre los refugiados, un tema que, sorprendentemente, no solo ha sido el primero en tratarse gracias a una pregunta realizada por la candidata del PSC, Meritxell Batet, sino que ha ocupado un porcentaje importante en los tiempos de los intervinientes. Sobre ello, Xavier Domènech (En Comú Podem), Gabriel Rufián (ERC) y la propia Batet han sido los más combativos, pero también Juan Carlos Girauta (C's) y Francesc Homs (CDC) han unido fuerzas para cargar contra el ministro del Interior en funciones, Jorge Fernàndez Díaz.

El del PP apenas ha podido refugiarse en la seguridad –ha aducido un supuesto uso que el ISIS podría hacer de quienes abandonan su tierra por la insoportable presión de la guerra para colarse en Europa– para justificar por qué el gobierno del que forma parte no ha cumplido su palabra sobre la acogida de refugiados en España.

El debate sobre las políticas de asilo ha permitido vislumbrar uno de los ejes que han centrado hasta ahora la campaña y en el que, en Catalunya, hay un consenso casi cerrado: echar al PP del Gobierno. Pese a ser un objetivo que los tres han asegurado compartir, los dos candidatos independentistas se han lanzado contra Domènech por hacer de esto el centro de su campaña. “En Catalunya ya hemos echado al PP”, le ha espetado Rufián al de En Comú. Homs, por su parte, le ha reprochado tener el mismo discurso que el tradicional del PSC: “Eso de echar al PP ya se lo oímos a Chacón hace años”. “Todo lo que ustedes proponen pasa por echar al PP. Y lo pensamos hacer mediante una palabra magnífica y maravillosa que nos llevó a romper el bipartidismo el 20D: fraternidad”, ha esgrimido Domènech.

El debate sobre las posibilidades de cambiar España reconfiguraba posturas antes vistas, bloques ideológicos que se percibían sobados. Pero, de pronto, saltaba el debate económico, y los actores se recolocaban como piezas del tetris, en un rápido baile que dejaba paredes con agujeros. Batet ha cargado contra el PP por las cifras de desempleo y Domènech ha aprovechado para unirse a la crítica al ministro pero sumando a Homs, a quienes ha acusado de, juntos, mantener los conciertos con escuelas del Opus. Los tipos de contrato o cómo salir de la crisis han encendido un debate en el que nadie era amigo de nadie.

“¿Es falso que ustedes pusieron a Syriza como referente?”, ha contraatacado Homs sobre Domènech. “El de Grecia no es nuestro modelo, porque en Grecia se ha impuesto el modelo de la Troika, que defienden partidos como el suyo”, le ha devuelto el de En Comú Podem. Venezuela no ha salido, pero sí Pujol. El nombre del expresident de la Generalitat ha sido deslizado por Girauta cuando Rufián se ha referido a los “ocho millones que el rey cobra al año por su apellido”. “Pensaba que hablaba del señor Pujol”, ha dicho entonces el de Ciudadanos. “El gordo ha salido a las once y diez de la noche”, se ha mostrado satisfecho el republicano tras mirarse el reloj.

Tras la invocación al espíritu de Pujol, la corrupción no ha pasado desapercibida como terreno de batalla. Batet ha presumido de programa que impide las puertas giratorias y Girauta ha explicado su propuesta de acabar con las diputaciones. “Hay personas corruptas, pero el Estado no está corrompido”, ha querido dejar claro el representante del PP, que poco después se ha enganchado con Francesc Homs a cuenta del papel de la fiscalía en el caso que mantiene contra él por el 9-N. El candidato de Convergència había reprochado la falta de independencia de la fiscalía, asegurando que ha actuado movida por los intereses del Gobierno central en el caso que mantiene contra él por la consulta no refrendaria llevada a cabo el 9 de noviembre de 2014.

Reproches que se cruzan trazando redes complejas con más de dos lados, pactos tácitos entre dos o más candidatos para lanzarse sobre el enemigo, dardos certeros lanzados contra uno que acaban cayendo en un tercero… todo eso se ha visto en un debate desordenado, por momentos caótico. Novedades, al fin y al cabo, que anuncian que en la política catalana los ejes vuelven a ser varios y que los partidos compiten por imponer el que les es más favorable. Augurio de que, una vez más, el escenario político catalán se mueve.

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