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CRÓNICA

Los entresijos del pacto secreto entre Sánchez e Iceta que convirtió a Illa en candidato

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez saluda al líder del PSC, Miquel Iceta, en una imagen de archivo. EFE/ Enric Fontcuberta

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Tras el verano empezaron a circular los rumores de que Salvador Illa podía convertirse en el candidato del PSC a presidir la Generalitat. “En la Moncloa disponen ya de encuestas que pronostican que obtendría un mejor resultado que Miquel Iceta”, se argumentaba cuando las elecciones catalanas aún no tenían fecha. Las especulaciones estaban fundamentadas en un sondeo realizado en julio que apuntaba que una mayoría de catalanes apostaba por un cambio pero consideraban que Iceta no era el político que mejor podía representar esa nueva etapa.

Iceta se fue de vacaciones sabiendo que los datos no le eran favorables. Que su nombre no se asociase a la idea de cambio podía ser incluso comprensible. El primer secretario del PSC, que ocupó este cargo cuando nadie quería hacerlo y en un momento en que el socialismo catalán se hundía, logró pacificar el partido, pero lleva tres décadas en política.  

Llegó el otoño y las señales no cejaron. Siempre partían de Madrid aunque en Barcelona se desmentían de manera tajante, tanto en entrevistas como en conversaciones informales. Desde Iceta al resto de miembros de la cúpula del partido, daba igual a quien se preguntase, en el PSC se descartaba lo que en en el PSOE se daba como una opción probable. “Soy mejor candidato que Illa. Lo importante es tenerlo en Madrid y repartirnos el trabajo”, zanjaba Iceta a primeros de octubre en una entrevista en TV-3. Cada vez que se le interpelaba, respondía que el candidato sería él. 

Pero pasaban las semanas y el PSC, a diferencia del resto de partidos catalanes, no proclamaba oficialmente a su candidato. Fue algo que escamó a algunos dirigentes, aunque nadie les explicó que era porque se estaba gestando la 'operación Illa'. Todos sabían que las encuestas daban mejor al ministro. Pero insistían en que Iceta debía repetir. “Illa nos daría algunos diputados más, pero tampoco conseguiríamos la presidencia de la Generalitat”, argumentaba un destacado dirigente a primeros de noviembre. Era una idea extendida en la cúpula del PSC.

A mediados de noviembre, Iceta almorzó en la Moncloa con Pedro Sánchez. Y según confirman fuentes conocedoras del encuentro, allí es cuando se tomó la decisión. Iceta fue el encargado de trasladar la propuesta a Illa. El primer secretario fue su mentor en el partido, el que junto a otros dirigentes le convencieron de que en el 2016 dejase un buen sueldo en el Ayuntamiento de Barcelona para convertirse en secretario de organización de un PSC que en ese momento amenazaba con ruina. “Cuidadme a Salvador”, pedía Iceta a los suyos.

Illa puso orden dentro del partido mientras Iceta fijó la estrategia, endureciendo el discurso respecto a las propuestas de los partidos independentistas. Lograron levantar cabeza y el primer secretario hace tiempo que tenía claro que su discípulo sería su sucesor. Pero en sus planes no estaba que fuese tan pronto. 

La legislatura se acortó tras la sentencia del Tribunal Supremo que apartó a Quim Torra del cargo de president. Los sondeos daban buenas perspectivas al PSC pero mejoraban si Illa era el candidato y, como resumen en su entorno, Iceta, una vez más (y tras darle no pocas vueltas), decidió anteponer los intereses del partido a los suyos.

Cuando el líder del PSC le propuso al ministro ser el candidato a las catalanas, Illa le pidió 24 horas para pensárselo. Contestó que sí. Y al ministro no hacía falta pedirle discreción porque es de los que mejor sabe guardar secretos. Algunos dirigentes del PSC empezaron a sospechar porque pese a los desmentidos oficiales, cuando se le sondeaba en privado no se mostraba tan tajante en su negativa a ser el cabeza de lista. Mientras, Iceta seguía sin estar proclamado oficialmente. 

La “carambola”

“Teníamos que asegurarnos de que se aprobaban los Presupuestos, que se iniciaba la vacunación y que Sánchez presentaba su balance del año”. Más que un plan era casi una “carambola”, como lo resume un dirigente del PSC. La fecha que Iceta y Sánchez habían acordado era el 30 de diciembre. No antes.

Sobre la conveniencia de sustituir al ministro de Sanidad cuando los datos de la pandemia siguen siendo tan preocupantes y todavía queda mucho para dar la situación por controlada, los socialistas califican la decisión de “factible”. Defienden que una vez iniciada la vacunación y con un programa ya diseñado, la apuesta es políticamente asumible. La oposición, y no solo de las formaciones de derecha, opina lo contrario. 

Este martes se informó a los medios de comunicación de que el consejo nacional del PSC ratificaría al día siguiente el dictamen de la comisión electoral y que el cabeza de lista se proclamaría en la misma reunión. Es lo habitual. Poco antes de dar a conocer esa previsión, Illa había estado en TVE. Se le había preguntado por su futuro político y respondió con una contundencia que, vista ahora, aún sorprende más: “El candidato va a ser Miquel Iceta, que es la persona que está en mejores condiciones para abanderar este cambio”. La afirmación duró menos de 24 horas. 

Nunca se había conocido el nombre de un cabeza de lista del PSC a las catalanas antes en Madrid que en Barcelona. Esas cosas solo pasaban en el PP. Hasta este miércoles. Un buen conocedor de la maquinaria electoral del socialismo lo justifica subrayando que los votos que persigue el PSC no están entre los lectores y espectadores de medios catalanes. “Nuestros votantes están en La Sexta, no en TV-3”, explica.

Cuando la noticia ya estaba en todas las portadas e informativos, Iceta informó oficialmente a la ejecutiva del PSC: “Os propongo que ofrezcamos a la sociedad catalana no un candidato, sino un presidente. El president Salvador Illa. Propongo formalmente que en estas elecciones el compañero Salvador Illa encabece nuestras candidaturas para convertirse en el próximo presidente de la Generalitat”. Asumía así por primera vez en público que Illa era mejor candidato que él para estas elecciones. 

El ministro no solo aparece mejor valorado en los sondeos internos de los partidos. También en los que realiza el Centre d'Estudis d'Opinió, conocido como el CIS catalán. Illa, con un 4,76 de nota media, logró un punto más que Iceta. Y en el último CIS, el ministro era el segundo político catalán mejor valorado, solo superado por Oriol Junqueras.

Su nota se ha mantenido mientras que la de Iceta no ha mejorado pese a que las expectativas para el PSC son muy buenas. Según las encuestas que maneja uno de los partidos rivales, hoy por hoy, los socialistas podrían disputar a Junts el segundo puesto. Teniendo en cuenta que un tercio de los electores todavía se declaran indecisos, no se puede dar nada por hecho. Ni siquiera la victoria de ERC. De ahí que los socialistas hayan optado por Illa, pensando en el 14-F pero también en el escenario que se pueda abrir tras las elecciones. “Vamos a por todas”, subrayan en la cúpula del PSC.  

Una vez validada su elección por parte de la ejecutiva, los socialistas catalanes ratificaron el nombre de Illa en el consejo nacional. En una intervención en la que combinó catalán y castellano, el ministro insistió en el mensaje que horas antes había enviado Iceta. Regresa a Catalunya porque no aspira solo a obtener un buen resultado sino que su propósito es ser presidente de la Generalitat. Y quiere hacerlo presentándose como un gestor. “Soy un servidor público y he tratado siempre de estar donde podía ser útil, donde podía resolver problemas. Si mis compañeros me lo piden, solo puede decirles que estoy preparado. Estoy preparado para ser president de Catalunya. Estoy listo para resolver los problemas”.

El PSC empieza una ofensiva que pasa por recuperar votos de Ciudadanos y de los 'comuns'. El partido de Arrimadas, en plena descomposición, se ha convertido en un caladero en la derecha y eso explica el salto de Lorena Roldán al PP tras haber sido relegada. Pero en ese mismo espacio también hay votantes antiindependentistas de perfil más centrado. Gran parte fueron electores socialistas en su momento y en el PSC están convencidos de que el ministro puede atraer a muchos de los que todavía no tienen decidido a qué partido apoyar en los próximos comicios.

Illa, además, provoca menos rechazo que Iceta entre los sectores independentistas. “Pero a Junqueras le cae igual de mal”, avisa un veterano del PSC. En cambio, con la consellera de Salud, Alba Vergés, la relación durante todos estos meses ha sido fluida. “El 14 de febrero se tendrá que escoger entre ERC y el PSC”, sentenció Junqueras tras conocerse la decisión de los socialistas. Los republicanos insisten en que no se les pasa por la cabeza la configuración de un nuevo tripartito tras el 14-F. Pero sueñan con que llegado el caso y si la entente con el resto de partidos independentistas se antoja más imposible de lo que parece, los socialistas les faciliten la investidura para que Pere Aragonès pueda gobernar aunque sea en minoría.

Iceta se ha sacrificado por el partido pero la carambola tiene premio o al menos eso se da por seguro en la dirección del PSC, que pronostica que la salida más digna para su primer secretario es la de un ministerio. Si no fue antes ministro es porque quería ser candidato a la Generalitat. Esta vez el futuro de Iceta solo depende de Pedro Sánchez.

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