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Bramant Teatre rescata del olvido a las mujeres ingresadas en manicomios sin diagnóstico: “Las trataban de locas por ser rebeldes”
En 2021, la psiquiatra María Huertas Zarco sacó a la luz una historia turbia, y silenciada, de la medicina en el País Valencià. La que es también jefa de servicio de Salud Mental del Hospital General descubrió que en marzo de 1974 el cierre del Manicomio de Jesús provocó que muchas de las allí internadas pasaran al Hospital Psiquiátrico de Bétera. Fue entonces cuando, entre sus fichas e historiales médicos, se podía probar documentalmente que el 40% de ellas carecía de un diagnóstico real de enfermedad mental alguna. Huertas lo contó en un libro llamado Nueve nombres, que un día le regaló una de sus alumnas a la dramaturga Amparo Vayà. Ahora esa historia es una obra de teatro.
La compañía teatral valenciana Bramant Teatre había empezado con Amparo Vayà una trilogía de obras llamada Trilogía de las mujeres silenciadas. La primera parte se estrenó aquel mismo año, el 2021, en el marco de Russafa Escènica, bajo el título Un segle d’abismes. Una pieza teatral pionera que fue nominada a Mejor Texto, Mejor Dirección y Mejor Espectáculo en los Premis IVC d’Arts Escèniques de la Comunitat Valenciana 2022.
Ahora llega al Teatro Off de Valencia Locas, cae la noche. Es la historia de tres mujeres que, a lo largo de setenta años, sufren opresiones muy parecidas y distintas a la vez. Una historia que pretende arrojar luz sobre ese pasado oscuro en el que muchas mujeres eran tachadas de ‘histéricas’ e internadas en centros psiquiátricos que las trataban como reas sin absolutamente ninguna otra prueba que la voluntad fehaciente de tenerlas encerradas. Estará en cartel hasta el 11 de mayo.
Tres historias con un hilo conductor
“Como feminista, desde la escritura, todo lo que hago tiene que ver con las historias de mujeres”, cuenta Vayà a elDiario.es, “y con esta obra quería hablar de la memoria histórica desde la perspectiva de género”. “El tema de mujeres que habían sido tratadas de locas sin estarlo siempre me había dado escalofríos, pero conocía los casos más célebres como Camille Claudel, escultora y pareja de Rodin, Zelda Sayre, la pareja de F. Scott Fitzgerald, Juana la loca…”. Hasta que llegó a sus manos el libro de María Huertas, que describe como “una inspiración total”.
Sobre el papel –o sobre las tablas, mejor dicho–, Locas, cae la noche no es una adaptación literal de lo ocurrido en el Manicomio de Jesús, pero sí el estímulo fundamental que anima la creación de toda la obra. “Especialmente en lo que tiene que ver con las metodologías de diagnóstico e internación de las mujeres, sus tratamiento o el movimiento de antipsiquiatría en Valencia, todo eso está basado en el libro de Huertas”, explica.
Lo que ocurre es que el drama que seguimos como espectadores no es el drama de ninguna mujer que existiese en la realidad. Locas, cae la noche es la historia de Clara, una niña que encuentra unas cartas del psiquiátrico de Jesús, que hoy se ubicaría en el barrio de Patraix, entre la Avenida Gaspar Aguilar, el Mercado municipal de Jesús y la calle Franco Tormo. Estas cartas y la mirada de la niña unen las vidas de otras mujeres. Una joven esposa de clase alta encerrada por negarse a tener descendencia porque deseaba estudiar, una prostituta y una lesbiana internada por su orientación sexual.
“Quería contar casos que fueran diferentes, y poder ser libre para narrar lo que quería contar”, resume Amparo Vayá. Y explica las razones que motivan cada historia: “La primera historia es la de una mujer de clase alta y capital cultural elevado, la segunda es la historia de una prostituta porque quería contar que durante el franquismo, aunque no se hable de eso, había muchísima prostitución y era una hipocresía total como se aprovechaban de ellas. Y por último quería hablar de lo que era el Patronato de Protección a la Mujer en esa época, donde a cualquier mujer se la encerraba por su orientación sexual, por fumar en la calle o por ir con un hombre más mayor”. El Patronato de Protección a la Mujer fue un organismo creado en 1941 y disuelto en 1985 que perseguía la “dignificación moral de la mujer”, y que devino una institución represora de la población femenina valenciana, como bien cuentan María Palau y Marta García en el libro Indignas hijas de su Patria.
Un viaje que sorprende al espectador
No conforme con rescatar del olvido estas historias de mujeres, Locas, cae la noche también es una apuesta arriesgada por un teatro formalmente distinto, que mantenga un diálogo con el espacio y con el espectador como parte activa del relato. Vayá juega con el principio de incertidumbre que versa sobre que el observador, por el mero hecho de ser testigo, influye en la realidad de lo que está observando. Y cuando uno ve Locas, cae la noche, es consciente de hasta qué punto no existen dos pases iguales de la misma función.
“Con Un segle d’abismes ya vimos que realizar una obra itinerante funcionaba perfecto con lo que queríamos hacer”, cuenta Vayá. Por eso la obra que se puede ver ahora en el Teatro Off recorre las bambalinas del teatro y se escenifica en diferentes espacios, por los que va pasando el espectador. “Es un viaje en el tiempo a través del espacio escénico. Es decir, vimos que cuando cambiábamos el escenario podíamos cambiar la época y el espectador lo asumía como si hubiera cruzado un umbral en el tiempo”, además del hecho de que caminar entre los tres actos de la obra “ofrece un momento de reflexión al espectador que viene muy bien para comprender la obra”.
Con esta apuesta formal innovadora se hace aún más evidente que el pasado colectivo es un terreno aún por explorar en lo dramático, especialmente en lo que se refiere a mujeres. El feminismo está abriendo ventanas que permiten que entre el aire fresco en estancias que hieden a cerrado. “A muchas mujeres las encerraban por ser rebeldes o on adaptarse a todos los cánones de lo que debía ser una mujer para la visión de la familia tradicional del franquismo”, argumenta Vayá, “por eso queríamos hacer un ejercicio de memoria histórica desde el feminismo. Prácticamente no se habla de cómo la locura, o lo que hizo el Patronato [de Protección a la Mujer], sirvió para encerrar, oprimir y reprimir a muchas mujeres valencianas de distintas generaciones”.