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Sala Russafa acoge un viaje por 6 países y 80 años para mostrar la discriminación de la homosexualidad masculina en 'Arcángeles'

Rafa Alarcón en 'Arcángeles'.
València —

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La trayectoria de Chema Cardeña como dramaturgo ha incluido la revisión histórica de temas como la religión, el poder, la política o el papel social del arte. Saldando una deuda pendiente consigo mismo, ha escrito y dirigido Arcángeles, un espectáculo que recorre en 80 años y 6 países distintos la aceptación social de la homosexualidad masculina. Una valiente propuesta de teatro social que del 1 al 11 de febrero llega al ‘Cicle de Companyies Valencianes’ de Sala Russafa.

Este proyecto de Rafa Alarcón Producciones para la Direcció General de Cultura i Patrimoni de la Conselleria de Cultura i Esport, con la colaboración de Russafa Escènica, se presentó en la última edición del festival, quedando relegadas sus representaciones a cuatro únicas funciones en la iglesia desacralizada de San Miguel de los Reyes. Un complejo monacal que, por su pasado como antigua cárcel, aportó un contraste a la temática de la obra. Esta semana, Sala Russafa acoge el estreno de la versión para teatro de este espectáculo, para la que Cardeña ha mantenido un elemento esencial para lograr la empatía y emoción del público. Los asistentes van a sentarse únicamente en las primeras filas y en unas sillas colocadas en el propio escenario, que se transformará en un patíbulo. El objetivo es que puedan ver de cerca a los personajes, disfrutar de los matices de la vivencia que los actores tienen de unas historias tan conmovedoras como verosímiles.

“La cercanía es un aspecto fundamental de la obra porque lo que están contando los personajes no es algo que se declame. Se vive de manera contenida, dejando la emoción surgir en pequeños gestos, en detalles y miradas que se pueden apreciar al tener a los actores cerca. Además, es una metáfora de cómo se juzga a quienes tenemos al lado, de cómo nos asomamos a su intimidad para opinar sobre temas tan personales como a quién se quiere o con quién se duerme”, explica el dramaturgo y director.

Con dos pases diarios de jueves a sábado a las 19 y 21 horas, y uno los domingos a las 19h, el aforo se limita a 60 personas por representación para no romper la intimidad de una puesta en escena que cuenta con música en vivo a cargo de Sylvie Berger, quien con su viola irá ambientando el paso de unas historias a otras.

“Me parecía más honesto escribir sobre un tema que conozco a nivel personal, por eso me he centrado en el castigo y rechazo de la homosexualidad masculina. Estoy seguro de que hay autoras homosexuales que tendrían mucha más experiencia y conocimiento para reflejar la vivencia femenina de este tema que, además, a nivel histórico ha sido distinta. Por ejemplo, estaba bien visto que dos mujeres vivieran juntas. Te diría que hasta por razones estéticas o de invisibilización, terribles. Pero para dos hombres compartir la vida era algo inmoral y hasta ilegal en algunos países”, argumenta Cardeña.

De hecho, a la hora de acotar su investigación histórica, decidió mostrar la estigmatización social que supuso la ley nazi que equiparaba las relaciones entre hombres a las que se tuvieran con animales. “Empezaron a llevar a gays a los campos de concentración, su condición sexual se codificada con un triángulo rosa en la vestimenta. Y los sometían a todo tipo de vejaciones y torturas. Los que sobrevivieron, que fueron muy pocos, se encontraron con la paradoja de que la constitución alemana mantuvo esa ley. Así que, al ser liberados los campos, los encerraron en psiquiátricos”, explica el dramaturgo sobre un tema poco conocido, al haber muy poca literatura autobiográfica y estudios.

De la experiencia del preso gay en un campo nazi en 1945, el espectáculo salta a la Inglaterra de los años 50 donde un prestigioso investigador en medicina es repudiado socialmente al descubrirse su orientación sexual. “En una sociedad tan civilizada como la británica, hasta los años 60 estuvo penada la homosexualidad”, remarca Cardeña, enlazando con otro de los personajes, Malvaloca, travesti español cuyo relato se desarrolla en los años sesenta, aunque la persecución al amparo de la ‘Ley de vagos y maleantes’ mantuvo la persecución a los homosexuales desde el 33 hasta el 70, cuando fue sustituida por la de ‘Peligrosidad Social’, que sostuvo la estigmatización del colectivo en España hasta 1989.

Todos los personajes tienen referentes reales, desde Alan Touring, matemático que ayudó a descodificar los mensajes del frente alemán en la II Guerra Mundial, a la artista trans Flor de Otoño, que actuaba en locales clandestinos donde los círculos franquistas acudían de tapadillo. “También el quarterback de fútbol americano que aparece en el espectáculo. En los años 80 hubo un futbolista belga que, ante la presión social, decidió quitarse la vida porque era imposible ser un héroe deportivo y homosexual”, sostiene el dramaturgo, para quien era muy importante reflejar en el espectáculo cómo leyes represoras de estados fascistas se van introduciendo en constituciones aparentemente democráticas y, finalmente, es la propia gente de la calle la que se toma esa ‘justicia’ por su mano. 

El papel censor de las religiones aparece reflejado en el personaje afgano que cuenta su caso en pleno 2021 y la violencia social impune se muestra en la historia del joven estudiante ruso de 2023. “Estudiar la documentación para estos casos, más cercanos en el tiempo, ha sido más sencillo. Pero más doloroso porque ves cómo esto sigue sucediendo, cómo hay países en el mundo que niegan que la homosexualidad exista. Parece que en 80 años deberíamos haber avanzado. Pero, en muchos sentidos, estamos involucionando”, subraya Cardeña.

Rafa Alarcón (que alterna sesiones con Fran de la Torre), Jerónimo Cornelles (que hace lo propio con José Zamit), Darío Torrent, Miguel Vicente Clager, Saoro Ferre y Miguel Seguí son los encargados de encarnar estas historias llenas de verdad y sentimiento, repletas de matices, contención y realismo. Para la compañía, ha resultado especialmente interesante poder mostrar nuevas facetas de los intérpretes, algunos más conocidos por su vis cómica o por la popularidad del personaje Liz Dust en el que Clager se transforma dentro de la escena LGTBQ+. “El público va a encontrarse con interpretaciones totalmente diferentes a lo que quizá esperaban de estos actores. Es otra manera de esta pieza de desmontar prejuicios”, aseguran desde la compañía valenciana, que durante dos semanas y con dobles pases ofrecerá al público la oportunidad de disfrutar de Arcángeles, una propuesta audaz, emocionante, íntima y “más necesaria que nunca”.  

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