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Jaume Micó (MIR): “Después de once años de formación como médico acabas la residencia en el paro sin expectativas de un empleo estable hasta los 45 años”

Jaume Micó, segundo junto a la puerta, con sus compañeros en el hospital.

Miguel Giménez

València —

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Más de 2.000 médicos internos residentes (MIR) valencianos están convocados a la huelga desde el pasado martes, un paro indefinido impulsado por el sindicato médico CESM-CV y la Asociación MIR España para exigir al Gobierno valenciano unas mejores condiciones laborales. Entre otras cuestiones, denuncian que trabajan entre 200 y 230 horas mensuales con guardias “ilegales” de 36 horas o un salario base “injusto” de 1.045 euros al mes el primer año de residencia, que deben compensar con guardias que cobran a 10,85 euros la hora (puedes leer el documento completó aquí). 

La residencia de un médico dura entre cuatro y cinco años después de seis años de carrera, lo que implica más de una década de formación para acabar la residencia “en el paro, teniendo que encadenar contratos temporales y prácticamente sin expectativas de conseguir un empleo fijo y estable hasta los 45 años”, lamenta Jaume Micó, que a sus 26 años es MIR de tercer año en el hospital Doctor Peset de València.

Micó está haciendo su residencia en medicina interna, aunque inicialmente quería especializarse en traumatología: “Con suerte y si apruebas el MIR a la primera después de un año preparándote tienes cuatro o cinco de residencia, donde eliges la especialidad que quieres... o puedes. Una vez acabas, mucha gente piensa que sales de allí con un contrato para toda la vida, y no es así. Estás en el paro y debes encadenar contratos temporales durante años -cubriendo vacantes, vacaciones, cogiendo contratos temporales- para conseguir puntos y aprobar una oposición en la que la mitad de los puntos son por tiempo trabajado para poder conseguir una plaza, cosa que no suele suceder hasta que no tienes más de 40 años”.

En cuanto al día a día de un MIR, pasa por jornadas de 8 a 15 horas diarias, con guardias de 24 horas que, en ocasiones, se encadenan con una nueva jornada laboral, “y además tienes que preparar sesiones clínicas, participar en congresos... Desde luego, cuando te planteas estudiar medicina no es para nada como luego resulta. No sabes el esfuerzo que requiere, lo que es luego el MIR, la residencia... no es lo que parece”. Sobre el hecho de hacer muchas horas, Micó apunta que no estamos ante un trabajo en el que la presión y la fatiga física y mental favorezcan el rendimiento de los profesionales, sobre todo cuando están en formación.

En cuanto a las condiciones de trabajo, aunque asegura que no es su caso, sí que conoce compañeros que están en hospitales “en los que te sueltan en urgencias y te dicen 'apáñate', sin prácticamente supervisión, y cuando te encuentras con un paciente complejo con un problema que no tiene nada que ver con lo que has estudiado se pasa mal, además de suponer un riesgo, y sucede de forma más habitual de lo que se piensa. Yo, por suerte, sí que estuve tutorizado por un adjunto, después te dan libertad pero siempre supervisado”. Al respecto, reconoce que, cuanta más carga de trabajo hay, obviamente hay menos supervisión: “Los MIR somos utilizados como mano de obra en servicios como urgencias, y tú tienes que hacer unas cinco guardias al mes para alcanzar un sueldo decente”.

La crisis de la COVID-19

Respecto a la situación generada por la pandemia, Jaume Micó explica que cuando apareció la COVID-19 “se paralizó todo. Se anuló la formación durante cuatro meses, lo que significa que muchos MIR han perdido dos rotaciones enteras de su especialidad teniendo que hacer un trabajo para al que no están acostumbrados, con muchos profesionales de diferentes especialidades trabajando exclusivamente con pacientes con coronavirus”.

Así, comenta que se produjo mucho desorden al principo: “No sabíamos cómo enfrentarnos a ello, con una organización diferente cada día y con más casos cada jornada sin que llegaran instrucciones claras de por dónde teníamos que tirar, lo que nos obligaba a autoorganizarnos, ya que prácticamente toda la dirección de nuestro hospital cayó enferma de COVID-19”.

“Al principio no sabíamos cómo tratar a los pacientes críticos, no había equipos, y teníamos tal desabastecimiento que nos llegamos a vestir con bolsas de basura y teníamos que reciclar material, que había que limpiar después de haberlo utilizado... en la época de pico no dábamos abasto”, apunta Micó, quien indica: “No estábamos preparados, ni en mi hospital ni en España”. Así mismo, recuerda que ellos también utilizaron los corticoides para tratar a los pacientes: “Iban bastante bien y enfermos que se nos escapaban al principio de la pandemia y después pudimos controlar”.

Sobre su experiencia personal, reseña cómo ha habido ocasiones en las que se ha encontrado sólo o rotando con un adjunto de otra especialidad, “con lo que era yo quien tenía que tomar las decisiones con los pacientes”, lo que suponía una “situación de estrés, tomando decisiones y con la sensación de estar sólo al volante cuando estás hablando de la vida de personas”.

Por último se refiere Jaume Micó a la huelga de MIR y reconoce cómo “se hace duro ver cómo tus compañeros están trabajando mientras tú estás haciendo paros, porque a ti te gustaría estar allí, echando una mano”, pero considera que es necesario mejorar las condiciones laborales de los residentes.

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