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La salud mental durante el confinamiento: “Tenemos la obligación entre todos de atender a las personas aisladas”

Julio Sanjuán (centro) junto a un equipo del Instituto de Investigación Sanitaria.

Laura Martínez

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Desde que se decretó el estado de alerta por el coronavirus, las dudas sobre cómo llevar el aislamiento, el encierro sólo o acompañado, y las consultas sobre la ansiedad se multiplican. Sin embargo, en urgencias bajan las atenciones no urgentes y las consultas presenciales, al menos en las salas de los hospitales públicos valencianos. Julio Sanjuán es profesor de Psiquiatría en la Universitat de Valencia y coordinador de la unidad de primeros episodios psicóticos del Hospital Clínico de Valencia y explica que la ansiedad “es una respuesta fisiológica que tenemos ante un peligro; es un mecanismo imprescindible para la supervivencia en los animales con sistema nervioso”.

Pero, a diferencia del resto de animales, “los humanos tenemos un mecanismo que genera peligros imaginados. Cuando se dan situaciones de riesgo, de peligro real, tener un grado de alerta es normal, lo que no es normal es que te bloquee”, expresa el profesional, que indica que puede darse un aumento en personas que no son usuarias de los sistemas de salud mental, pero, paradójicamente, en las que sí lo son se nota una mejora. La gente con trastorno obsesivo-compulsivo o hipocondríaca “mejora porque ve que sus obsesiones ahora tienen sentido. El hipocondríaco, cuando recibe una mala noticia de verdad, normalmente mejora. Por ejemplo, el que ya se lavaba mucho las manos, se ve reforzado”, comenta. Para los pacientes con cuadros leves, los servicios públicos valencianos prestan atención telefónica.

En el caso de pacientes graves, ya integrados en el sistema de salud, el Hospital Clínico trabaja desde hace un año con una aplicación móvil que permite hacer seguimiento y prevención de los posibles cuadros psicóticos que permiten la monitorización del paciente. Estos casos, advierte, sí pueden aumentar ante el miedo al coronavirus.

El encierro, explica, afecta de forma diferente a quienes se ven involucrados en la enfermedad, sea por padecerla, por tener algún familiar infectado o por tener que cuidar a personas en grupos de riesgo, que a quienes no la sufren, que se enfrentan al aislamiento por primera vez y experimentan sensaciones incómodas. “Hay una paradoja, que es interesante analizar despacio cuando esto pase, que es que la epidemia que sufríamos es de soledad y aislamiento. Mucha gente vivía sola y esto provocaba un aumento de cuadros depresivos, tentaciones de suicidio... Ahora, por el coronavirus, [el aislamiento] no solo está potenciado sino que se hace por ley. Hay que diferenciar aislamiento de soledad. Creo que es una oportunidad que tenemos en este momento para llamar a las personas que antes no llamábamos, mejorar la comunicación con las personas que no tienen seres humanos cerca. Llamarse por teléfono, ver las caras, oír las voces... Tenemos una obligación entre todos de atender a las personas aisladas”, señala Sanjuán, reivindicando los cuidados.

Para llevar la cuarentena, prolongada por tiempo indefinido, el especialista recomienda comunicarse con los familiares y seres queridos; atender a las personas que, por nuestro ritmo de vida acelerado no tenemos en cuenta a diario. Pero, advierte, la comunicación en el hogar o a través de redes sociales tampoco debe ser excesiva: “Esta es una oportunidad para valorar el silencio, y aprender a valorar el aburrimiento; es una fuente de reflexión sobre aquello que en la vida cotidiana no tenemos oportunidad”.

Regular la información y la dependencia tecnológica

Sobre cómo llevar el día a día en el hogar, reseña la importancia de las rutinas, sean o no de trabajo. “Somos animales de rituales y de rutinas y con todo esto nos las han roto. Nos lleva a tener una hoja en blanco en la que tenemos que echarle imaginación, es importante marcarse objetivos del día a día y sacar provecho del aburrimiento en el mejor sentido”, indica el especialista. Para obtener ideas en las que invertir el tiempo, las redes sociales son una buena forma de comunicación, aunque debemos tomarla con cautela para no saturarnos con la agenda digital. No hacer nada y llorar también es humano.

“El hablar todo el rato está sobrevalorado. Vivimos en una sociedad en lo que llamamos felicidad es estar continuamente exaltados. Para los orientales, la felicidad es el sosiego, regular los estímulos; son más estoicos”, indica. Las redes y la sobreinformación a menudo van de la mano, por lo que recomienda hacer un 'detox' tecnológico: “Sería un buen momento para reducir nuestro grado de dependencia tecnológica. Estamos un poco sobresaturados de información. Es muy difícil no estar escuchando casi todo el rato las mismas noticias. Hay que ponerse normas de higiene mental y darse un tiempo de descanso de noticias, intentar hacerlo de forma regulada”, recomienda.

Las secuelas para el personal sanitario

Una de las peores partes de la crisis es cómo afrontar la enfermedad o muerte de una persona cercana a distancia, sin poder verla o comunicarse con ella. Además, Sanjuán advierte de las secuelas del personal sanitario que tendrá que hacer frente a dilemas morales muy pronto, entre ellos elegir qué vidas salvar. “No hay otra vía que la de ayudar a un ser humano que está grave. En otros momentos tenemos protocolos y criterios, pero aquí el problema no es solo los enfermos de coronavirus, es también otras patologías que siguen estando ahí y van a tener el problema de no tener la atención que deberían. Esta situación nos lleva a considerar lo importante, que es la vida de las personas”, concluye.

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