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CV Opinión cintillo

Si yo tuviera cuñados

Pau Rausell Köster

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Como parte de la clase media aspiracional, si yo tuviera cuñados y suegros o amigos de la pandilla de juventud, conociendo mi adscripción progresista, seguro que alguno me hubiera pasado por el grupo de whatsapp algún video de alguien colándose en un directo televisivo para soltar el que “te vote Txapote” junto con algún comentario supuestamente jocoso.

Si yo tuviera cuñados y suegros o amigos de juventud, a los que apreciara y con los que hubiera compartido momentos fraternos y vivencias que han construido mi educación sentimental, me quedaría sorprendido por el hecho de que las entrañas sean las que ordenan nuestras ideas y actitudes, determinan nuestros comportamientos y finalmente orientan nuestras decisiones electorales.

Me quedaría pasmado por el hecho de que personas ni especialmente torpes ni especialmente inteligentes, ni especialmente altruistas ni especialmente egoístas, ni especialmente conservadoras ni especialmente progresistas, puedan deslizarse por una pendiente de odio, acumulando bilis hasta pensar sinceramente y en lo más profundo de su ser que ese “sanchismo” construido por la prensa conservadora y la ultraderecha, sea la verdadera encarnación del mal.

Me quedaría alucinado que un relato que no se aguanta más que en conspiranoias rabiosas, mentiras y exageraciones interesadas pueda tener mayor potencia que la observación de la realidad sobre los indiscutibles brillantes resultados de la gestión política del gobierno de coalición PSOE-IU Podemos.

Trataría de entenderlo, pero me seguiría resultando sorprendente que aún lo burdo del engaño mis cuñados, suegros y amigos tomaran la decisión de, mediante el voto cambiar un gobierno que ha funcionado con niveles de eficacia nunca vistos y en contra de sus propios intereses personales e individuales. Me turbaría aceptar que estuvieran dispuestos a cambiar la revalorización de las pensiones de mis suegros, la mejora del salario mínimo que cobran algunos sus hijas e hijos, el reconocimiento de derechos o la protección de nuestras amigas hermanas o hijas frente a las 48 agresiones sexuales diarias en España, por una magra recompensa emocional de rabia satisfecha por no sé qué de ETA, de los independentistas o del Falcon.

Quizás después de alguna copa de vino en la comida familiar y después de arengas envalentonadas del cuñado autónomo o de la suegra que ni machista ni feminista ultrajando a Irene Montero, trataría de explicar que llevo desde el 2010 explicando una asignatura que se titula Economía a los estudiantes de la Nau Gran de Gandia y que he de decir que en ningún curso de los anteriores he podido compartir y explicar tantas noticias económicas positivas, y siempre por encima de las previsiones, como lo he hecho en este último semestre. No solo hablaría del empleo por la reforma laboral o las subidas del Salario Mínimo o la revalorización de las pensiones o el control de la inflación y de los precios de la energía. Porque eso no es lo más importante. Lo que verdaderamente está sucediendo es que es la primera vez en la historia reciente de la economía española, desde 2015, estamos creciendo bastante más que el resto de las economía europeas al mismo tiempo que se reduce la desigualdad y que el crecimiento se está dando en un contexto en el que hay indicios de un verdadero cambio de modelo productivo y donde los empleos que crecen ya no son solo de la hostelería y la construcción sino que lo hace en servicios avanzados y somos el único país de los grandes de Europa que incrementa la proporción del PIB industrial. Y el sector exterior gana cada vez más competitividad y los intercambios con países de la UE muestran un superávit, que no para de crecer (8.600 millones este año frente a 6.999 en el pasado ejercicio).

Les diré que, somos, en parte gracias a la gestión del diabólico sanchismo, una economía más sólida, más dinámica, más justa y más competitiva y donde probablemente nuestros hijos y sobrinas no tendrán que optar solo por trabajar de camareros o marcharse al extranjero. Y les diré que esta economía ofrece más certezas a nuestras pensiones, y más posibilidades de prosperidad a nuestros cuñados, incluyendo al autónomo. Ya les aseguro que no hay equipo económico en la historia de la democracia española que pueda presentar, hasta ahora, un expediente más impecable de éxitos de la política económica en un contexto tan difícil como la pandemia y la guerra de Ucrania. Y sobre la creciente relevancia internacional de este gobierno creo que no es necesario explicar nada.

Si a esto le sumamos las sombras para la convivencia y la paz social que amenazan la alianza inevitables con esa ultraderecha bárbara y retrograda que pisotea derechos consolidados, como ya vemos en los gobiernos regionales donde gobiernan, y recordamos las permanentes trampas, las reiteradas muestras de indulgencia con la corrupción, el filibusterismo político y las falsedades de la derecha convencional, les rogaré, con modestia, que hagan uso del raciocinio y no nos castiguen a ellos mismos, a sus hijas, a nuestros amigos y vecinas, a un futuro ciertamente peor. Somos, y podemos seguir siendo un país abierto, dinámico, moderno y en el que vale la pena vivir

Pero no estoy muy seguro de que pudiera convencerlos, porque sospecho que estira más una hebra de víscera que una maroma de razón.  

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