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Colectivos afrodescendientes critican la “espectacularización” de la migración en la falla municipal de València que denuncia racismo

Cuatro ninots de la falla municipal de València, obra de Escif, denuncian el racismo institucional. EFE/Biel Aliño

Laura Martínez

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La representación de cuatro personas subsaharianas saltando la valla de las mascletades del Ayuntamiento de València, una de las partes de la falla municipal, ha generado malestar entre los colectivos afrodescendientes de la ciudad. Entidades como Uhuru y Resistencia Migrante Disidente se han mostrado muy críticas con el uso de los migrantes como figura de “espectacularización” y consideran que la obra de Escif, que pretende denunciar el racismo institucionalizado, “no sirve para concienciar nada”, sino que hace un uso “estereotipado” de un trayecto migratorio.

El monumento fallero trata de “señalar el racismo estructural de una sociedad y un país que criminaliza la llegada de migrantes sin cuestionarse los motivos que les lleva a estos a tomar la dramática decisión de abandonar su lugar de origen”, según explica el artista valenciano, que se ha disculpado a través de un comunicado. Escif detalla que el monumento “Dos palomas, una rama, muestra dos palomas enfrentadas por una rama de olivo y aborda con ironía la contradicción que conlleva hacer una guerra en nombre de la paz. Acompañando a la figura principal se disponen 9 escenas que, de una u otra manera, señalan algunas de las contradicciones que nos azotan como sociedad. Una tortuga ninja atrapada en un plástico de los que sujetan las latas de refrescos; dos hombres prehistóricos intentando hacer fuego con un teléfono móvil; o unos migrantes saltando la valla de la mascletá”.

En concreto, sobre esta representación, Escif detalla: “El protagonismo no versa sobre las figuras de los migrantes que por sí solas no construyen una narrativa. Es la valla y, sobre todo, lo que sucede tras ella lo que nos invita a entender que estas personas arriesgan su vida huyendo de una tragedia de la que, directa o indirectamente, somos todas responsables. Los fuegos y explosiones de la mascletá que todos miramos con entusiasmo, bien podrían representar una de las guerras que obliga a desplazarse diariamente a miles de personas. Es aquí donde el espectáculo se convierte en crítica social”.

Los colectivos denuncian que es una acción “insensata, insensible y ridícula” que no sólo busca “infravalorar lo que supone un trayecto migratorio tan peligroso como el mostrado” sino que además “está lleno de estereotipos, prejuicios y fetichismo”. “Estamos hartas de que se espectacularice con nuestros cuerpos y se tapen/maquillen cuestiones como el racismo, la externalización de fronteras que crea la Europa Fortaleza. Esto no es ”divertido “ ni sirve para concienciar nada. Esto es resultado de la necropolítica y exigimos que esa parte de la falla se retire lo antes posible”, recalca el comunicado de Uhuru. Las entidades concluyen con una crítica a la “tokenización” de “las vidas negras y racializadas”.

Elvira Swartch, colaboradora del colectivo Afroféminas, explica el 'tokenismo' como “la práctica de hacer algo (como contratar o colocar en un sitio visible a una persona no blanca) solo para evitar críticas y dar la impresión de que todas las personas están siendo tratadas de manera justa”. Fabiana Parra, Doctora en Filosofía por la Universidad Nacional de La Plata, lo define como “una expresión que se utiliza para referir a la inclusión simbólica que consiste en hacer pequeñas –y superficiales– concesiones a grupos minoritarios para evitar acusaciones de prejuicio y discriminación; y para generar una ficción de igualdad o diversidad”. Así, la crítica versa sobre un uso de las vidas migrantes como representación simbólica puramente cosmética. “Entiendo que mi intención detrás de la escena no justifica el impacto negativo que haya podido tener y pido por ello disculpas a los colectivos afectados”, ha respondido Escif, que aboga por repensar la crítica en las fallas.

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