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¿Tiene muchas calorías una taza de gazpacho?

Foto: Javier Lastras

Jordi Sabaté

Seguramente casi todos hemos dado desde siempre por sentado que el gazpacho es la epítome de la dieta mediterránea, como alimento veraniego, natural y equilibrado desde el punto de vista de su composición.

Dadas tales premisas, la idea de que el gazpacho pueda engordar nos parece una quimera, algo totalmente descabellado e imposible. ¿Estamos en lo cierto? Como en casi todo en esta vida, depende.

Más joven de lo que creemos

En realidad con el gazpacho resulta muy peligroso dar por sentada cualquier hipótesis de base, incluido su origen y su antigüedad, ya que lejos de la creencia extendida, no se trata de un alimento ancestral en la cultura mediterránea, apegado al terruño ya desde la civilización tartésica. Al contrario, es un producto joven en nuestra dieta y muy americano: la mayor parte de sus componentes nos llegaron con el descubrimiento de América desde el otro lado del Atlántico.

Se cree, no obstante, que antes de Colón ya se usaban en el medievo las sopas frías con hortalizas autóctonas para hidratarse en las tareas campesinas cuando el calor apretaba. En 'Cómo sería el gazpacho si Colón no hubiese descubierto América' comentamos ampliamente este tema y resaltábamos el hecho de que debe su sabor único y especial a la llegada de las hortalizas del nuevo mundo. Ahora bien, tampoco se puede negar de que en estos 525 años lo hemos hecho nuestro hasta integrarlo totalmente en la dieta española.

Se bebe muy fácil pero...

Tal vez el mejor modo de dilucidar si el gazpacho engorda o no, sea contar sus calorías, pero aquí nos topamos de nuevo con que este asunto también es relativo, es decir que depende. ¿De qué? En primer lugar de las proporciones de cada ingrediente que añadimos al elaborarlo, ya que además de hortalizas ricas en fibra, al gazpacho se le pone pan, aceite de oliva y sal. En consecuencia, la cantidad que introducimos de estos tres elementos importa, dado que un exceso de los mismos puede cambiar su equilibrio nutricional.

Otro “depende” que podemos añadir a la hora de calcular sus calorías es, por ejemplo, si lo colamos mucho, dado que así le quitamos toda la fibra vegetal, que es una de las cosas que lo hace saludable y reduce mucho su carga glucémica. Adicionalmente, una taza puede ser saludable, hidratante y no excesivamente calórica, pero quizá dos tazas, que hacen el medio litro, ya aporten un exceso de hidratos de carbono, azúcares, sal y grasas.

El problema del gazpacho, por consiguiente, no está tanto en su composición y sus calorías –que también– sino en que se bebe muy fácil y en que entra como si fuera agua, pero no es agua… Podemos bebernos un litro fácilmente en un día de canícula porque es cómodo de consumir y no da una digestión pesada si no nos pasamos con el ajo y el pepino –que son dos de los diez errores más comunes que estropean un buen gazpacho–, pero debemos ser conscientes de que estamos ingiriendo un alimento, no una bebida refrescante.

Las calorías del gazpacho

Pasemos a ver cuántas calorías tiene el gazpacho y a compararlas con otros productos para visualizar mejor su aporte energético. Para empezar, tiene en promedio aproximadamente el mismo aporte calórico que un tercio/mediana de cerveza: una botella de 240 mililitros (ml) aporta 111 kilocalorías (kcal). En cambio, según hemos comprobado en ConsumoClaro en varios supermercados, tomando nota de la composición de diversas marcas comerciales de gazpacho, la media de aporte energético es de 121 kcal por cada 250 ml, lo que vendría a ser una ración.

Es decir, que bebernos un litro de gazpacho para comer es como bebernos un litro de cerveza, aporta más o menos la misma energía calórica. Por ejemplo, una lata de tónica de 250 ml tiene menos calorías a pesar de su alto nivel de azúcares: 98 kcal. No pasa igual con un yogurt, que ofrece 162 kcal por 100 gramos, o un kefir industrial, que aporta 170 kcal en el mismo peso, según sus correspondientes informaciones nutricionales. Pero a buen seguro no solemos zamparnos 200 gramos de yogurt diario.

Tampoco nos comemos cada día una hamburguesa. Pues bien, debemos ser conscientes que una hamburguesa aporta a nuestra dieta entre 200 y 300 kcal, que es el equivalente aproximado de medio litro de gazpacho. A ello hay que sumar el aporte de sal, que en el gazpacho viene a corresponder a dos gramos por vaso cuando la OMS recomienda un máximo de 5 gramos diarios. Así que con el gazpacho pasa un poco como con el vino, o los zumos, que pueden ser buenos tomados con mesura pero dañinos en grandes cantidades.

Cómo hacer para que no engorde

  • No lo usaremos como bebida acompañante de las comidas y las cenas.
  • Si lo convertimos en sustituto de un primer plato, limitaremos su ingesta a una taza, ya que es un buen alimento siempre que no lo colemos para dejarlo sin la fibra vegetal.
  • Optaremos por hacerlo nosotros y no por el comercial, porque así controlamos nosotros cuestiones como la cantidad de pan –hidratos y azúcares–, aceite –grasas vegetales– y sal que añadimos y podemos buscar un equilibrio acorde con nuestra dieta.
  • Si recurrimos a gazpachos industriales y envasados, debemos tener en cuenta la composición nutricional que viene escrita en la etiqueta para escoger el menos calórico.
  • También conviene comparar su aporte energético con el de otros productos de la cesta para darnos cuenta de que el gazpacho no es el alimento dietético ideal que creemos.

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