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El último dandy seduce en Madrid

Bryan Ferry y su voz cautivadora seducen al público de Madrid

elDiario.es

Madrid —

Byrónico y elegante, con ese aspecto de haber bajado del yate media hora antes de salir a la plaza, Bryan Ferry desplegó anoche su savoir-faire en La Riviera de Madrid (este sábado es el auditorio del Forum de Barcelona) frente a 1600 fieles que pagaron 150 euros y le acompañaron durante hora y media hasta que sólo quedaban las ganas de más y una sensación como de estar flotando. Ferry lo puso todo de su parte, con un programa de grandes éxitos que iba desde la seminal Re-make/Re-model a la sofisticada Kiss and tell pasando por la sinuosa y todavía erótica Slave to love.

La audiencia recorrió el trepidante arco de himnos como Ladytron, Love is the Drug o In every dream home a heartache (I blew up your body / but you blew my mind). Después de la jarana de Take a chance with me, los corazones se detuvieron cuando el crooner se echó al piano para cantar, casi en susurros, la bellísima y muy favorita local More Than This para volver a latir con fuerza con Avalon, desde hace décadas el momento crucial de sus bolos, con los extáticos gorgoritos finales de sus acompañantes vocales y todas las luces centelleando a la vez.

El delicado arte de desatarse la pajarita

Como es su costumbre, los ocho integrantes de la banda que le acompañaba le sientan como un guante, el mismo que llevó este año a Coachella, un reparto compacto de profesionales donde domina el género femenino: las excepcionales coristas, la competente saxofonista y una espectacular batería de gran energía y aplomo. Todo al servicio de su estampa de dandy y su magnética y carismática presencia. Hoy todos los medios se centran en su chaqueta de flores y en lo fabulosamente que se suelta la pajarita. A sus 68 años, y después de haber pasado 43 en el negocio, Bryan Ferry sigue siendo el Rey.

Además de los clásicos, también tocó versiones de Elvis Presley o Bob Dylan, de quien sacó un almum entero en 2007 titulado Dylanesque. Love is the drug sonó irresistible, desde el primer riff de guitarra hasta el apoteósico coro final. La sección principal del concierto acabó con Both ends burning y, ya en los bises, remató con el rhythm and blues de Let's stick together y cerró con la melancólica Jealous Guy de John Lennon, una versión que a Ferry siempre le salió mejor.

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