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Clase magistral de Cobham y Clarke en 38 festival de jazz de Cartagena

Clase magistral de Cobham y Clarke en 38 festival de jazz de Cartagena

EFE

Cartagena (Murcia) —

El batería Billy Cobham y el bajista Stanley Clarke dieron esta noche una clase magistral con sus respectivas bandas en una de las mejores noches del festival de jazz de Cartagena, que este año cumple su 38 edición recordando a su creador, Paco Martín, fallecido recientemente.

Cobham fue el primero en subir al escenario con una banda hispano-británica en la que sobresalió especialmente la joven pianista francesa Camelia Ben Naceur, dándose la circunstancia que en la de Clarke también destacó sobre todos su pianista, el joven de 22 años de Tiblisi (Georgia), Beka Gochiashivili, ambos sendos prodigios en sus instrumentos.

El Batel de Cartagena estaba casi lleno para presenciar a los considerados como la mejor base rítmica del planeta, porque ambos en los años 70 fueron leyendas del jazz-rock, rescatando esta noche temas de aquellos años dorados como “Stratus” de Billy Cobham, que fue tarareado, aplaudido y vitoreado por el público, mayoritariamente masculino.

El panameño se bajó en dos ocasiones de su flamante batería Yamaha para dirigirse al público para confesar que era la segunda ocasión que tocaba un tema del que será su próximo disco, si bien el título no fue desvelado, solamente el nombre de los jóvenes que le acompañaban: Michael Mondesir al bajo; David Dunsmuir a la guitarra eléctrica, y Steve Hamilton a los teclados.

De sobra conocido por su perfeccionismo y exigencia, la banda respondió con exactitud milimétrica a cada parada y acelerón que imprimía un músico como Cobham que a sus 74 años golpeaba con una fuerza inusitada la caja y los bombos como si no hubieran pasado los años.

Si bien, se echa en falta que aquellos músicos que le acompañaron en las polifonías intrincadas de su mítico trabajo “Spectrum” no eran los que esta noche estaban sobre el escenario, e incluso prescinde de sección de viento, algo que en su trabajo “Crosswind” era crucial, dándose la circunstancia que el día anterior había tocado en ese mismo escenario Randy Brecker, un saxofonista que tocó con él en el álbum “Crosswinds”.

Su actuación precisamente la cerró con el tema “Crosswinds”, dejando un buen sabor de boca en un auditorio que acudió sabiendo que era el batería más venerado del pasado siglo y miembro fundador de la Mahavishu Orchestra.

Tras un descanso salió al escenario Stanley Clarke con su banda con un apabullante “Last train to Sanity” que dejó al público casi en pie con los solos de todos y cada uno de los músicos: Gochiashivili; el músico de Afganistán Salar Nader a la tabla; el violinista Evan Garr, el teclista Caleb McCampbell y el batería neoyorquino Mike Mitchell.

Poco queda de aquel “enfant terrible” del jazz a sus 67 años, pero en el mundillo se ha hecho famoso por descubrir a jóvenes talentos que en Cartagena han brillado con luz propia quizás porque el de Filadelfia añora aquellos años de niño prodigio.

Presentó algún tema de su último trabajo “The Message” que la audiencia no logró comprender porque a Clarke últimamente le tienta innovar e introducir música que evoque cuentos futuristas como los de Ron Hubbard.

Veintiún discos a sus espaldas y se nota cuando coge el bajo o el contrabajo la elegancia y el poderío de un instrumento técnicamente muy complejo como para que sea el protagonista de una banda de jazz, de ahí que siempre le guste hacer un homenaje al maestro de maestros de este instrumento, Charles Mingus, y así tocaron “Goodbye Pork Pie Hat”, que a su vez era un homenaje a Lester Gordon.

Lo más impresionante de la noche es haber podido descubrir a jóvenes prodigios, adolescentes algunos que muestran en el escenario un virtuosismo que sorprende incluso a sus mentores, que al final de cada solo señalan con la baqueta o el brazo extendido para que el público les aplauda como merecen.

Una noche mágica, en definitiva, en la que se escucharon temas inolvidables como una canción dedicada a John Coltrane por parte de Clarke de aquel mágico disco de 1975 titulado “Journey to love” o “Panamá”, que Cobham siempre interpreta como homenaje a la tierra que le vio nacer.

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