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Anna Goryachova seduce a Les Arts con el sueño en rosa de Cenicienta

El Palau de Les Arts estrena "La Cenerentola" de Rossini
València —

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València, 10 dic (EFE).- La mezzosoprano Anna Goryachova sedujo al público del Palau de Les Arts de València en el estreno este jueves de una producción de La Cenerentola, de Gioachino Rossini, que llevaba la firma de Carlo Rizzi en la dirección musical y de Laurent Pelly en la dirección de escena, y en la que la cantante rusa exhibió belleza y agilidad vocal en una excelente interpretación de Angelina (la Cenicienta), la protagonista de un sueño envuelto en color de rosa, en el que resplandece la bondad por encima de la riqueza y el oropel.

En esta coproducción del Palau de Les Arts con la Ópera Nacional Holandesa y el Gran Teatro de Ginebra, Laurent Pelly ha diseñado dos escenarios: uno en tonos grises (o cenicientos) en la casa de Don Magnífico para definir la decadencia y la ruina de este barón de poca monta que vive con sus dos hijas y con Angelina, su hijastra, que es la criada de todos ellos; y un segundo escenario de tonos rosáceos, para identificar el palacio de Don Ramiro, el príncipe que busca una esposa virtuosa.

La primera de las estancias, la casa del barón, aparece inicialmente desnuda, aunque las habitaciones, el salón, la cocina y el cuarto de la limpieza aparecen y desaparecen según las exigencias del guión mediante módulos con distintos niveles que se deslizan desde los laterales, dando agilidad y dinamismo a una acción disparatada, propia de una ópera bufa como esta.

La segunda estancia, el palacio real, es también un espacio diáfano de un intenso color rosa en el que, de forma sucesiva, van apareciendo, como telones de fondo, figuras recortadas o troqueladas, algunas de ellas transparentes, como la carroza, la cristalería, los cuadros de época, el mobiliario barroco, las lámparas de lágrimas y los relojes de sobremesa, que recrean una atmósfera noble y desenfadada, con algunos toques de modernidad.

El vestuario juega también con los contrastes: tonos marrones y oscuros, con indumentaria sencilla y actual (Cenecienta utiliza guantes de latex amarillos y delantal de cuadros azules) cuando la acción se desarrolla en casa de Don Magnífico, y trajes de época en distintas tonalidades del rosa (del fucsia intenso al rosa palo) cuando los personajes están en las estancias del palacio.

La actuación más destacada ha sido, sin duda, la de Anna Goryachova, que derrochó poderío vocal en una partitura muy exigente por los constantes saltos de voz, algunos de ellos vertiginosos, y una buena forma física, con carreras y en constante movimiento por la escena.

Lawrence Brownlee fue un correcto príncipe Don Ramiro, un personaje un tanto camaleónico, ya que se hace pasar por uno de sus sirvientes para comprobar las virtudes de las candidatas a ser su esposa. La técnica depurada del tenor norteamericano quedó un tanto desdibujada por una aparente falta de potencia.

Gran interpretación también la del zaragozano Carlos Chausson, un bajo clásico, con buenas dotes de actor bufo, que hizo un acertado Don Magnífico, un padrastro sin escrúpulos que utiliza a sus hijas para intentar ascender en la escala social y poner fin a sus numerosas deudas.

Larisa Stefan (Clorinda) y Evgeniya Khomutova (Tisbe), ambas alumnas del Centro de Perfeccionamiento, encarnaron con desenvoltura a las desalmadas hermanastras de Cenicienta, formando un equilibrado reparto junto a un eficaz Carles Pachón (Dandini, el criado que se hace pasar por príncipe) y Riccardo Fassi (Alidoro, el tutor del príncipe), piezas clave junto a los tres protagonistas, de los números de conjunto (dúos, tríos, quintetos y septetos), que son lo mejor de esta ópera.

De la mano de Carlo Rizzi la Orquesta de la Comunitat Valenciana tuvo una notable actuación, al igual que el Cor de la Generalitat, dirigido por Francesc Perales.

El alcalde de València, Joan Ribó, presenció el estreno de esta coproducción en España, con menos de medio aforo ocupado por las medidas sanitarias exigidas para hacer frente a una pandemia que no ha impedido a la dirección del Palau de les Arts mantener una programación pese a las limitaciones en que se desarrolla toda actividad cultural. Joan Castelló

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