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Mascota veo, mascota quiero: cinco razas olvidadas tras su éxito en pantalla

Los cachorros de lobo que lanzaron la venta de perros huskies

Mónica Zas Marcos

Siempre es el mismo proceso. Aparecen en la serie o en la película de moda, son de una belleza adorable, buenos compañeros y mejores amigos del héroe del momento. Las mascotas se convierten de pronto en un accesorio caro para lucir un rato y, en ocasiones, ser desechadas poco después en las carreteras.

Este ha sido el caso de los cachorros huskies y su parecido con los lobos de Juego de tronos, cuya venta se disparó desde el comienzo de la serie en 2010.

La asociación Northern California Sled Dog Rescue denunció que el porcentaje de perros de esta raza abandonados en protectoras había crecido un 700%. La prueba de que fueron los Stark quienes desataron el fenómeno es que la gran mayoría de los que llegan se llaman Verano, Fantasma o Nymeria. “La gente ve esta serie y piensa: 'qué guays son estos perros'. Ni siquiera saben diferenciarlos. Siempre nos preguntan en las ferias de adopción si son lobos, y son claramente huskies. Solo siguen la moda de lo que ellos creen que es mono”, se lamentó la presidenta de la plataforma.

Estos repuntes son fáciles de identificar y también se dieron tras el estreno de películas como Bajo cero o Aventuras en Alaska. El investigador italiano Stephano Ghirlanda publicó un estudio en 2014 en el que seleccionaba las diez películas que más han alterado las razas caninas en la historia. Por ejemplo, tras el estreno en 1943 de la película Lassie vuelve a casa, el número de perros collie aumentó un 40% en apenas un par de años.

Lo grave de esta tendencia es que, como indica el autor, “cuando una raza canina se vuelve popular, hay mucha presión para producir un montón de cachorros y los defectos genéticos se acumulan porque la diversidad genética de la raza cae”. Pero este problema no se limita a los productos culturales protagonizados por perros, también hay modas que afectan a animales menos queridos que el mejor amigo del hombre.

En España, la Asociación Nacional de Amigos de los Animales ha visto casos con ratas, cobayas, conejos, burros, perros y gatos durante 25 años. “En nuestro país no hay leyes que controlen a los criaderos ilegales. Hay gente que cría sin pagar impuestos. Esto se nota porque de pronto encuentras miles de anuncios de animales en páginas de segunda mano”, cuenta María, voluntaria de la protectora, a eldiario.es.

“Si una serie, una película o un famoso ponen de moda un animal, hay una venta tremenda durante un tiempo. Luego se frena, pasan unos meses, y los abandonan”, asegura. La situación es tal que han empezado a surgir protectoras especializadas en razas y animales que antes no existían. “La gente piensa que si han costado dinero, no se abandonan. Pero tengo una lista enorme de perros abandonados de raza, que en su día tuvieron que costar cantidades ingentes de dinero”, dice María.

Las razones del abandono son principalmente dos: problemas de comportamiento y los enormes gastos veterinarios. “Por ejemplo, el sharpei no es ningún algodoncito, es un perro con mucho carácter. Y los dálmatas son muy activos. La gente no sabe lo que compra y se lleva sorpresas”, se lamenta. Compara el caso de las adopciones con el de la venta, porque en una protectora “siempre vamos a dar toda la información sobre las necesidades, características y cuidados del animal”.

Si esto ocurre con especies fáciles de querer y que han constado un dinero por su pedigrí, el destino de otro tipo de mascotas es aún peor. “Hay muchísimas ratas abandonadas y son buenísimas. Las compañeras de La Madriguera trabajan sobre todo con este tipo de roedores y otros como cobayas, conejos o chinchillas”, enumera. Esto se debe a que la gran mayoría no sabe que también se puede adoptar. “La gente los compra a precio de chatarra, se cansan y los dejan”, afirma María.

Ni ella ni la organización culpan a las películas de esta epidemia, pero sí que animan a ser más conscientes con los caprichos. De hecho, aplauden cintas como Mascotas por hablar sin tapujos y con un lenguaje para todos los públicos sobre la adopción. “Yo invito a que miren más allá de la estética, porque detrás de un animal mestizo o mayor puede estar su compañero ideal”, dicen desde Amigos. “El dicho de que la belleza está en el interior también se aplica a los animales, no solo a las personas, no seamos hipócritas”, sentencia.

Para evitar que cientos de miles sean abandonados cada año, muchos abogan por que el proceso de compra sea tan agónico como el de adopción. Interrogatorios y una supervisión en las casas para evitar que el futuro dueño actúe por un capricho o un impulso inconsciente. Aún así, la última decisión dependerá de los escrúpulos del ser humano, como demuestran las cinco especies siguientes que pagaron caro su éxito en pantalla.

Dálmatas

Cuando el clásico de Disney se estrenó en 1961, muchos se obsesionaron tanto con los 101 dálmatas como Cruella de Vil. Estos perros de piel moteada se pusieron de moda y, solo en EEUU, se registraron 185.000 cachorros más en un año. La película de dibujos generó un efecto desorbitado, pero volvió a repetirse con la versión en carne y hueso lanzada en 1995. Los criadores amateurs saturaron el mercado y, como es de esperar, aumentaron los abandonos. La alarma saltó cuando un refugio de Miami alertó de que había recibido 130 dálmatas apenas un mes después del estreno del remake.

Ratas

Ocurrió con Scabbers, la rata de Ron Weasley que conocimos por primera vez en el expreso a Hogwarts, pero lo peor vino después de Ratatouille. El público se convenció de que las ratas eran mascotas amigables, inteligentes y llevaderas, y así son. Tras la película de Pixar, las ventas aumentaron más de un 50%.

El problema es que la gente encuentra menos reparo en abandonar a los roedores que a los perros o a los gatos. Algo parecido pasó con las cobayas después del estreno de G-Force, cuando los dueños se dieron cuenta de que estos animales estaban lejos de representar a los espías de la película. Muchos de estos animales terminan en protectoras como La Madriguera, donde animan a acudir antes que a una tienda.

Cerdos vietnamitas

Este caso desquicia especialmente a la asociación Amigos de los Animales, que ellos llaman el “efecto George Clooney”. El actor comenzó a pasear hace unos años a su minicerdo, o cerdo vietnamita, delante de las cámaras. De pronto, el mercado ilegal vio un nicho que explotar y empezó a criar cerdos normales para venderlos como si fuesen su versión miniatura. Cuando la gente se encuentra un animal de 100 kilos en su casa, lo abandona. A esto también contribuyó la película infantil de los noventa Babe, el cerdito valiente. La protectora madrileña tiene en este momento a “cuatro chicas maravillosas”, víctimas de la imprudencia de sus dueños y criadores.

Peces payaso

A diferencia de los anteriores casos, Buscando a Nemo daba un mensaje contra la cautividad de especies exóticas. Sin embargo, la humanidad hizo oídos sordos y se disparó la venta de peces payaso en todo el mundo. “En 2003, un gran número de peces se descuidaron o los volcaron en el río, el mar o incluso por el retrete cuando crecían demasiado”, avisó una experta en animales exóticos ante el estreno de Buscando a Dory.

Esta especie requiere unas condiciones biológicas complejas, y esto a veces incluye una gran inversión de dinero y atención. Sin obviar el impacto en el medio ambiente, puesto que Nemo supuso que las poblaciones del pez payaso de algunos arrecifes descendiesen en un 75%.

Lechuzas

Harry Potter no es un fenómeno de masas al uso. Es capaz de poner de moda su jerga, vestuario, peinados y animales. Ese fue el caso de las lechuzas mensajeras, que aumentaron sus ventas tras el lanzamiento de la primera película de la franquicia. Al comprobar que este ave no es como tener a un periquito encerrado en una jaula, muchos dueños empezaron a soltarlas o a entregarlas en protectoras. En España, la asociación Brinzal trabaja con aves rapaces nocturnas que han sufrido algún daño.

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