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'La bella salvaje': la busca y captura de un bebé atrapado por el totalitarismo

Lyra en la película 'La brújula dorada'

José Antonio Luna

El británico Philip Pullman es uno de esos autores que hacen mella en la industria. Al igual que J. K. Rowling o Laura Gallego, ha conseguido crear un universo de fantasía cargado de personajes y símbolos que ya pertenecen al imaginario popular.

Ahora, después de obtener el reconocimiento de la crítica y de pasar por el cine con La brújula dorada, el escritor vuelve a la carga de la mano de Roca Juvenil con una nueva trilogía que anima a seguir descubriendo las incógnitas planteadas en La materia oscura.

Aunque Pullman sostiene que no se trata de una precuela ni de una secuela, sino de “un igual”, la realidad es que a efectos prácticos termina actuando como lo primero. Todo arranca con el libro de La bella salvaje, el mismo nombre que recibe la canoa de su protagonista: Malcolm Polstead. Este joven de once años trabaja junto a sus padres en La Trucha, una acogedora posada cercana a un priorato de Godstow donde las bondadosas monjas esconden un secreto capaz de cambiar el curso de la historia.

Acostumbrado a tratar con forajidos y extranjeros, Polstead acaba enterándose de que en aquel monasterio se encuentra una bebé hija de dos importantes figuras. Se trata de Lyra Belacqua, que, aunque el joven todavía no lo sabe, acaba siendo la posterior heroína de La materia oscura. La tierna relación entre ambos es el hilo conductor de una odisea que terminará enfrentándoles a situaciones extremas que ni creían poder superar.

La historia se enmarca en una Inglaterra que parece tener mucho de real, pero en la que también hay lugar para las hadas, los gigantes y los daimonions, una manifestación del alma que vive en forma de animal junto a cada persona. Su presencia es toda una incógnita que en ocasiones ni sus propios dueños llegan a comprender. Lo único que saben es que nacen junto a un daimonion, que este cambia de forma hasta que llega la pubertad, y que distanciarse de la criatura causa un dolor insoportable en ambos.

Para comprender La bella salvaje no es necesario haber leído previamente la trilogía original, pero aun así es recomendable. Es en este volumen, donde, por ejemplo, se explica cómo la Iglesia va ganando importancia hasta convertirse en la institución opresiva y dictatorial que gobierna en La brújula dorada. Aquí no tienen tanto poder, pero ya se aprecian los primeros retazos de un totalitarismo que adquiere forma pocos años después.

Reflejo de ello es el Tribunal Consistorial de Disciplina, un brazo de la Iglesia sin reparo a la hora de asaltar y acabar con los disidentes.

Del mismo organismo también depende la Liga de san Alexander, que recuerda al Escuadrón Inquisitorial de Harry Potter y la orden del fénix pero con una diferencia: en lugar de a Dolores Umbridge, los jóvenes sirven a Dios.

La misión de esta red de espías es denunciar toda actividad pagana ante las autoridades, generando así un clima de opresión donde nadie puede confiar ni en su mejor amigo.

Pullman divide su obra en dos mitades: antes y después de una inundación tan catastrófica como el Diluvio Universal. Mientras que en la primera parte es una novela de suspense e investigación, que descubre el trasfondo de personajes icónicos de la saga como Hannah Relf, la segunda es como el juego del gato y el ratón donde todos luchan por capturar a la pequeña Lyra.

Alice es quien acompaña y sirve de apoyo a Malcom. La relación entre ambos evoluciona a medida que pasan tiempo juntos y, poco a poco, tras vivir una serie de catastróficas desdichas, pasan de ser enemigos a inseparables camaradas de viaje. Mientras, otros personajes como Relf se desvanecen totalmente de la narrativa para, probablemente, recuperarlos en entregas posteriores.

Una historia llena de héroes, pero también villanos

Y, como en todas las buenas historias, además de los héroes siempre hay un gran villano. Los fragmentos más perversos y retorcidos de La bella salvaje están representados por Gerad Bonneville, que, junto a su daimonion, una hiena de tres patas, logra generar una tensión digna de los mejores thrillers.

La mera presencia del personaje ya resulta inquietante y se convierte en sinónimo de acción. Además de un despiadado psicópata, Bonneville es también un ingenioso físico. Sin embargo, por ahora, solo refleja la primera de sus muchas facetas.

Pullman es un autor muy detallista, atento en cada descripción a cada pequeño rincón del escenario. Ocurre lo mismo con sus personajes, que a pesar de estar ambientados en un mundo mágico tienen preocupaciones humanas y terrenales, que aportan verosimilitud al relato. Por ello, tareas como cambiar y alimentar a un bebé mientras escapan de una inundación son dificultades a las que se enfrentan en numerosas ocasiones.

Otras novelas del mismo género, como El nombre del viento o El Hobbit, condensan mucho más el contenido. La novela de Tolkien tiene menos de 300 (frente a las 445 de La bella salvaje) y no solo profundiza en Bilbo Bolsón, también nos habla largo y tendido de Gandalf, Smaug o incluso de Gollum.

Pero La bella salvaje no debe contemplarse como una única obra, sino como la parte de un todo que es El Libro de la Oscuridad. La Commonwealth secreta es la segunda entrega de esta nueva trilogía. Todavía no tiene fecha de lanzamiento, pero ya se sabe que estará ambientada 20 años después de la primera entrega, con una Lyra más adulta.

Philip Pullman ha decidido crear un relato en tres tiempos cocinado a fuego lento. Lo presentado en La bella salvaje pone sobre el tablero todas las piezas necesarias de cara a una prometedora continuación. Habrá que esperar a las siguientes entregas para comprobar cómo la historia de Malcom y su canoa expande sus horizontes hacia tramas tan interesantes como la de una dictadura eclesiástica que, por lo visto, solo acaba de empezar.

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