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Qué leemos esta huelga: cómo el movimiento feminista ha convertido en estrellas a Beauvoir, Federici y Despentes

Simone de Beauvoir

Belén Remacha

Ocurrió en Madrid, en septiembre del año pasado: cientos de personas, una gran parte chicas adolescentes, se quedaron sentadas en la calle escuchando por unos altavoces improvisados a Silvia Federici porque dentro de la sala de Matadero donde se impartía la charla de la filósofa italiana no cabía ni una sola más. Muchos presentes se asombraron por lo imposible que hubiese sido hace muy poco que una autora de un texto complejo que aúna feminismo y capitalismo (Calibán y la Bruja) fuese recibida como una estrella del pop. Se repitió el fenómeno este febrero, con Virginie Despentes de gira por todos los medios del país y con un aforo completo de su presentación en la Fundación Telefónica desde días antes de que se celebrase.

Estos triunfos en España de autoras imprescindibles para entender el feminismo actual no han sido casos aislados en el contexto del movimiento internacional. Cátedra acaba de reeditar en formato más accesible y barato (pasa de 40 euros a 25 y de dos volúmenes a uno) El Segundo Sexo, la obra clave de Simone de Beauvoir publicada en 1949. Y su éxito creciente está en datos: de la primera edición se hicieron 6 reimpresiones entre 1998 y 2002; de la segunda, 9 entre 2005 y 2016. De la de 2017 ya han hecho tres. “El histórico de ventas del libro es de unos 25.000 ejemplares”, confirma Josune García, directora de Cátedra, “siempre ha sido una referencia que no ha parado de venderse, pero eso sí, con picos más bajos que en la actualidad”. Reeditaron los últimos meses otros dos de los que califican como “pilares” casi fundacionales: Política Sexual de Kate Millet (desde hace unos años casi imposible de conseguir en España) y La mística de la Feminidad de Betty Friedan.

El pasado sábado la periodista Rosa Belmonte era muy criticada en Twitter por cuestionar los referentes de Leticia Dolera al hilo de la publicación de su libro Morder la manzana. “Simone de Beauvoir quién es”, decía, insinuando una incompatibilidad entre esa teoría más clásica y el feminismo que llena los medios. Lo cierto es que el ensayo de Dolera está situado durante la semana del 8 de marzo como el segundo más vendido en la sección de no ficción de FNAC, pero Feminismo para principiantes (cuya versión en cómic también se acaba de lanzar) de Nuria Varela, Teoría King Kong de Despentes y el propio El Segundo sexo también entran en el top 20, en los puestos 11, 17 y 19.

Estos meses también llega La creación del patriarcado, de Gerda Lerner por Katakrack y datado en el año 1990, y próximamente lo hará de la mano de Dos Bigotes How To Supress Women's Writing, de 1983 por Joanna Russ. Son dos editoriales pequeñas, como lo era Melusina cuando editó por primera vez el Teoría King Kong que ahora ha vuelto a dar tanto que hablar porque ha lanzado su versión la gigante Penguin Random House: las grandes parten con ventaja a la hora de adquirir derechos.

¿Se nota en las ventas?

En la librería madrileña feminista Mujeres y compañía han sido testigas de la evolución del interés por el feminismo más pedagógico. Una de sus responsables, Miren, afirma que han apreciado que son más las novedades que sacan los distintos grupos, no solo los clásicos, con un repunte “en torno al 8 de marzo”. A ellas acuden lectoras más especializadas y comprometidas con la causa, y lo perciben sobre todo en la venta de lo que denominan “fondo de armario”: “Hay determinados libros que se venden sí o sí, como Caliban y la bruja. Y de Política Sexual sí se notó que coincidió con la muerte de Millet en septiembre”. “Hay personajes, como Federici o Despentes, que sin duda tienen algo que atraen”, añade.

Económicamente ellas no han ganado demasiado porque “no hay tanto margen. Mucha gente sigue buscando estos libros en grandes almacenes, decisión que a quien desmerece es a muchas de las que trabajamos activamente”. Hace el mismo análisis Patricia Escalona de Malpaso, quien trajo Solterona de Kate Bolick a España y muy implicada en la huelga a través del movimiento Las Mujeres del Libro Paramos. Ella reivindica el trabajo de “editoriales clásicas como Icaria, muy minoritarias y que han sobrevivido como han podido”: “Al final esto es un negocio, y si hay una tendencia, va a haber evidentemente un interés por ciertos libros que los editores van a intentar ponerlos en el mercado”. A veces luego nos damos de bruces con la realidad: en Mujeres y Compañía cuentan cómo algunas editoriales tienen menos del 20% de mujeres en su catálogo a pesar de contar en él con grandes títulos, o que a algunos comerciales no les ven en meses porque no tienen nada que ofrecerles.

Los que todavía no están

Además de los grandes, varios básicos extranjeros todavía no tienen la réplica en castellano o es mucho más difícil de conseguir y está menos difundida, como Enigma de Jan Morris, Sister Outsider de Audre Lorde, o algunos ensayos de Adrienne Rich. “Lorde hablaba de sus opresiones como distintas dimensiones, y creo que la opinión general no ha estado preparada para ese discurso hasta hace muy poco. Y ha sido gracias a internet”, reflexiona la investigadora Clara Timonel. “Ahora todo el mundo un poco puesto habla de 'interseccionalidad', pero ese término ha tardado décadas en ser mainstream. Engarzar el ser precaria, racializada, sáfica en una estrategia de marketing no es fácil”. “Que las editoriales 'feministas' no se estén peleando por publicar a Julia Serano [mujer trans] o Audre Lorde [afroamericana] es muy revelador en sí mismo”, prosigue. Otro que echa en falta es Argonautas, de Maggie Nelson: “Nos falta literatura queer, en general”.

Elisabeth Falomir, directora de la editorial Melusina, coincide con ella: “Me apena que hayamos tardado tanto en reconocer el valor de nuevas subjetividades con capacidad de empoderamiento. Esto incluye discursos y prácticas que colisionan con la moral nacional-católica. No se trata de reeditar textos que ya han quedado superados sino de (m)editar y cuestionar la clase de sociedad que somos y la naturaleza represiva de sus fuerzas y dispositivos de poder”. En ese sentido, llama a ampliar el debate “en torno a cuestiones atravesadas por el género, como el cuerpo, lo decolonial, el trabajo sexual”.

¿Nos hace leer Beyoncé?

La periodista Eva Ferreras defendía en una columna en CTXT el conocido como “feminismo Beyoncé”, el más pop y a veces calificado de mera moda, como una forma de “aprovechar la fuerza y el impulso de la cultura mayoritaria, ya que hoy por hoy es lo que puede permitir que en algunos sectores se cuelen algunas consignas feministas en lugar de ninguna en absoluto”. Es precisamente a este fenómeno al que se refería: “El feminismo blando puede allanar el camino, gracias a él muchas mujeres están más predispuestas a dejar que permeen otros discursos que de otra forma rechazarían”.

“Que sea mainstream hace que muchos medios visibilicen autoras e ideas (aunque sea por una simple cuestión de rentabilidad), y eso hace que la información sea mucho más accesible para cualquiera”. Opina igual Timonel: “Es necesario para el aprendizaje. Siempre tiene que haber un nivel de iniciación”. La escritora Lucía Etxebarría sin embargo calificaba a este como un feminismo “de consumo”. “Yo no creo que el ‘feminismo Beyoncé’ haga que la gente lea. Creo que el feminismo se abre paso, por fin, tras una reacción muy fuerte de muchos años, y que como el feminismo se abre paso las grandes marcas saben que un feminismo light vende”, responde preguntada sobre este boom editorial.

“Es decir, no se lee porque hay 'feminismo Beyoncé'. Es al revés: cada vez hay más gente que lee y se conciencia. Y las grandes marcas quieren vender, así que incorporan mensajes feministas light y pasteurizados a sus estrategias de mercado. El ‘feminismo Beyoncé’ es consecuencia, no causa”, continúa. En cualquier caso, Patricia Escalona concluye que el feminismo no puede por definición constituir una moda: “Es activismo. Es complicado, es enfrentarte y señalar lo que pasa a tu alrededor, no es cómodo y no es agradecido. Lo que pasa es que de repente ha dejado de tener ese matiz negativo de antes. La gente está empezando a acercarse, y en el mundo del libro lo vemos”.

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