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Entrevista
Hispanista

Ian Gibson: “Una República Federal Española solucionaría muchos problemas de separatismo”

El hispanista Ian Gibson

José Antonio Luna

15 de febrero de 2021 22:20 h

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“Lo que conviene de forma suprema es crear, desde este momento, la ibericidad. Hacer converger todas las energías de nuestra alma hacia un fin, por detrás de todos los fines inmediatos que tenga. Ese fin es Iberia”. Son palabras del escritor portugués Fernando Pessoa en Iberia. Introducción a un imperialismo futuro, donde aborda la posibilidad de que, en un futuro próximo, España y Portugal aúnen sus esfuerzos en un proyecto común de convivencia. No fue el único.

Miguel de Unamuno, Joan Maragall, Ribera i Rovira… El iberismo tiene un gran recorrido intentando difuminar la raya lusoespañola de más de 1.200 kilómetros que divide a ambos países. Incluso José Saramago profetizó en 2007 que ambas regiones acabarían formando Iberia y la posibilidad de “una nueva relación que sobrepusiera al diálogo entre Estados, formal y estratégicamente condicionado, un encuentro continuo entre todas las nacionalidades de la Península”. 

Ahora esa idea es defendida por el hispanista Ian Gibson (Dublín, 1939). Es reconocido por ser biógrafo de grandes referentes como Dalí o Machado y por tratar de desenterrar la verdad sobre la muerte de Lorca, así como por criticar el silencio ante el genocidio franquista. De hecho, en su último libro comienza relatando su emoción ante un momento histórico como el de la exhumación de Franco, pero su obra tiene otro objetivo.

En Hacia la República Federal Ibérica (editorial Espasa) Gibson sigue los pasos de ilustres iberistas para proponer un territorio que, según el hispanista, abriría nuevas posibilidades lingüísticas, culturales y económicas al mismo tiempo que solucionaría conflictos como el del nacionalismo catalán. Un conflicto que, tras las elecciones del 14F, está más que presente. 

Es pronto para valorar los resultados de Catalunya, pero los partidos independentistas suman mayoría y una de las opciones más probables es que pacten de nuevo y Pere Aragonés (ERC) sea president. ¿Qué cree que pensaría de una República Federal Ibérica? 

Primero me gustaría preguntarle qué pensaría de una República Española Federal. No le conozco, pero me parece una persona mucho más abierta y razonable que Quim Torra, que cada vez que habla lo hace desde el agravio y eso cansa mucho. Queremos una Catalunya abierta y sobre todo dialogante. 

Entonces, ¿es el iberismo la solución al conflicto catalán y otros movimientos independentistas en España?

Es mi idea, porque si todo el mundo viera la Península como un sitio único en el mundo, con sus gentes y sus idiomas, la federación sería la solución obvia. Habría que poner mucho énfasis en aprender de otros idiomas del Estado, por eso sueño con la cámara del Senado convertida en una cámara territorial. Hay que construir puentes culturales y de todo tipo entre las comunidades ibéricas, como una gran familia.

Los independentistas quieren su república independiente, pero a mí a estas alturas me parece una locura próxima al fanatismo. Primero habría que cooperar para tener una República Federal Española y ver qué tal funciona. Nadie habla de eso, y me sorprende mucho habiendo tenido a Joan Maragall, Pessoa, Saramago o Ribera i Rovira.

Una República Federal Española de verdad solucionaría muchos problemas de separatismo. Ortega y Gasset decía que un país sin misión no es un país, y una de las grandes misiones sería desarrollar toda la potencialidad cultural de la península ibérica, con sus distintas culturas y lenguas.

¿Piensa lo mismo para las islas británicas de donde usted es originario? ¿Deberían unirse al igual que una Iberia Federal?

Claro, yo abogaría por la reunión de las islas. Pienso mucho en esto viniendo de allí y observando unos conflictos que me parecen innecesarios. Viendo la situación de la monarquía británica creo que ya es hora de que tengan república, porque tienen experiencia suficiente. Pero supongo que los intereses son tales que esto no se va a producir de la noche a la mañana, ya sabemos cómo son los políticos y el establishment. Inglaterra me parece muy aburrida ahora y me alegro muchísimo de no estar allí.

Cita a numerosos autores iberistas de España y Portugal, como Pessoa, Saramago, Unamuno o Joan Maragall. También que hubo intentos como el de Movimiento Partido Ibérico, que se presentó al Parlamento Europeo de 2019. Pero hasta la fecha ninguna de esas propuestas han sido apoyadas lo suficiente. ¿Por qué?

Es difícil que la gente lo vea como los iberistas lo vemos. Hacen falta voces y gente carismática para que este mensaje llegue y gane fuerza el movimiento. Es un trabajo muy lento.

En España todo es tejer y destejer, como dice Mariano José de Larra en el epígrafe del libro. Hay iniciativas que no desembocan en soluciones porque hay discrepancias, el federalista de un tipo y el de otro. Ha sido un país muy difícil a lo largo de siglos con un problema de identidad. Además hay una especie de amnesia generalizada sobre el pasado, sobre todo de la derecha, que se niega a aceptar el componente semita en su sangre. 

De hecho, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, ha destinado recientemente 12.750 euros para renovar las banderas de España de los balcones. Mientras, Vox pidió que colgaran la rojigualda en Cibeles como "respuesta al lazo amarillo”. ¿Es compatible una República Federal Ibérica con esa defensa nacionalista de la derecha?

No, otra vez salen ganando con el fanatismo y la locura de la banderas. Me parece un error y hasta ridículo, de guardería. Hay que avanzar hacia la madurez, la tolerancia y el diálogo en lugar de estar con banderas, pero la gente como Vox tampoco quiere diálogo. Ellos se mueven en otro ámbito de la fe, de los mitos y no quieren dialogar con los que no son como ellos.

También prefiero tener a Vox fuera del PP, para que se vean bien y no estén escondidos en el seno del Partido Popular. El PP se tiene que convertir en un partido conservador como el británico, pero del centro de verdad. Dicen que no son franquistas, pues que lo demuestren. Los ataques constantes del PP a Pedro Sánchez por ir a la tumba de Machado y Azaña traicionan su discurso, porque esto es franquista. Tienen que volver al centro del todo y dejar a Vox con la voz fascista del neofranquismo. 

En su obra defiende que exista un Museo de la Memoria en Madrid, pero el actual gobierno de la capital ha emprendido acciones como retirar la placa de Largo Caballero o la propuesta de borrar un mural feminista. ¿Es actualmente posible crear una institución que dignifique el pasado con tales precedentes?

Con esta gente va a ser muy difícil, pero hay que creer que en el futuro. Podrían, por ejemplo, aprender de lo que se ha hecho en Málaga, donde tienen de alcalde a Francisco de la Torre, que es del PP, y en el cementerio de San Rafael han levantado un monumento a los casi 4.500 republicanos fusilados. Este trabajo se tiene que hacer para que este país realmente esté reconciliado. Hay que asumir la criminalidad del régimen de Franco, y eso les cuesta. Sé que es muy difícil reconocerlo, pero los alemanes lo han hecho. Y una dictadura de 40 años no es lo mismo que lo que pasó en Alemania, pero si vas diciendo que no eres franquista tienes que obrar en consecuencia y buscar a los muertos porque son más de 100.000.

En su libro también dice que seguir con la monarquía le parece “una aberración a estas alturas de la historia”. ¿Veremos una Tercera República?

Creo que vendrá, porque además me parece muy cruel que Leonor tenga que tomar el relevo. Mucha gente me dice que acabará con Felipe VI, pero yo no lo puedo prever. Habrá república, aunque no sé si dentro de 20 o 30 años. Los españoles merecen poder elegir a su propio jefe de Estado y no tener uno heredado, porque Juan Carlos ha hecho un daño irreparable a la monarquía.

Y qué está más cerca, ¿el sueño del iberismo o esa Tercera República?

La Tercera República. Ese sería el primer paso. Cuando aprendamos idiomas, tengamos cámara territorial de verdad, oigamos más gallego y catalán en Madrid y nos demos cuenta de que todo eso es latín menos el euskera, que también es fascinante.

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