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Manuel Guisande: La cultura no se valora, estoy por cortarme una oreja... o las dos

Manuel Guisande: La cultura no se valora, estoy por cortarme una oreja... o las dos

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A Coruña, 30 oct (EFE).- Autoexiliado en un pueblo de Palencia desde su Galicia natal “sin ningún rencor”, el escritor Manuel Guisande reivindica la cultura que “respete más al autor” y sea menos un mercadeo, y aunque es incapaz de desprenderse de su característico humor, dice que se fue porque “nadie te hace caso”.

Guisande (Santiago de Compostela, 1958), veterano periodista en El Correo Gallego, el Semanario El Orzan, el Ideal Gallego y sus últimos 25 años en La Voz de Galicia, acaba de publicar “La siesta, abre los ojos”, un conjunto de poemas ilustrados con fotografías de Antonio Amboade en los que reivindica la sana costumbre de descansar después de comer, el conocido como yoga ibérico, ese momento en el que las ideas y los sueños convergen y, a veces, se fusionan.

Desde ese pequeño pueblo de Paredes de Nava, Guisande contempla ahora el mundo, al que dedica su primer poema de “La siesta” donde “el tiempo se detiene, nadie pregunta, y a cualquier hora se hace el silencio, se vive”.

A lo largo de sus ochenta páginas abarca todo lo que concierne a este descanso, desde una cabezadita hasta la siesta de pijama, padrenuestro y orinal que decía Cela, y que para Guisande puede practicarse en la cama, en la playa o sobre un banco. En cualquier sitio.

“Está demostrado -sostiene- que la gente está más espabilada tras echarse una siesta y que rinde más, también lo está que es bueno para la salud, y lo que ya es genial es saber que el mundo no te necesita, que todo funciona igual sin ti, y eso te produce un sosiego...”.

Sobre este libro, el decimocuarto que publica, le gustaría montar una exposición fotográfica con los poemas que lo componen, y aunque aprovecha toda ocasión para lanzar esta idea, cree que “no ocurrirá porque los responsables de cultura están dormidos”, o simplemente en la siesta.

“Nadie hace caso, hagas lo que hagas, expongas donde expongas, no te recibe nadie”, lamenta no sin cierta resignación este escritor de literatura infantil, periodista y guionista de cortometrajes que ya ha organizado talleres en su tierra de acogida nada más extender su currículo. “Es un taller, no se trata de vender un Boeing 747”.

Guisande cree que, como en otros países, habría que implementar las ayudas en función de las exposiciones o los libros, de una trayectoria, “se necesita una mínima ayuda para que tú, después, con tu trabajo, completes para poder vivir”.

“No se trata de vivir de las ayudas, pero si no las hay la cultura será dirigida por las grandes editoriales y las empresas”, sostiene el humorista, Premio de Teatro Ciudad de A Coruña, Premio Galicia de Comunicación, Premio Codorniz de Plata de la Academia del Humor y Premio Isaac Díaz Pardo de la Asociación Gallega de Editores, entre otros.

Creador del blog “Al fondo a la derecha” y de la colección de cuentos infantiles “Rodribico”, publicó en 2014 un conjunto de poemas sobre las líneas de las carreteras bajo el título de “En tu línea” (Ed. Cumio) del que se hicieron exposiciones en varias ciudades españolas y en Dubái.

Tras una dilatada trayectoria y ante el hogar de sus antepasados, Guisande se rodea de algunos de sus vecinos con quienes ve pasar vidas ajenas desprovistas de estela. “Por experiencia, he conocido mentes tan preclaras, pero tan preclaras... que no tenían nada dentro”, escribe en la segunda parte de “Tonterías escritas en momentos de estupidez”, que también acaba de publicar.

Se trata de un libro humorístico de unas noventa páginas y alrededor de 180 frases, a modo de greguerías como las de Gómez de la Serna. En cuestión de ética “mis principios... no tienen finales”, razona.

Guisande cree que el sistema, el 'marketing' influye tanto “que no se distingue lo que tiene calidad de lo que no” hasta el punto de que “la cultura no se valora”. “Yo también estoy por cortarme una oreja, a ver si así...”, escribe sobre su futuro creativo en otra frase de la primera edición de “Tonterías”, publicada en 2016.

En definitiva, lo único que pretende este maestro del humor costumbrista es que la gente sonría. “Un libro es un libro como un albaricoque es un albaricoque; es que la misma palabra lo dice: li-bro”.

Elizabeth López

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