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Chumi Chuma o cómo dar un respiro a los oídos adultos en el encierro: “La música infantil no debería ser comida rápida”

Chumi Chuma en el teatro Apollo

Mónica Zas Marcos

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Los niños, esa porción de población que se ha convertido en un elemento disruptor en el Congreso, en los vecindarios y en las casas, son el motor que pone en marcha a Chumi cada día en cuarentena. Antes de la crisis del coronavirus ya eran un público atento y exigente, pero la necesidad de hacer un show a la altura es ahora imperiosa. Por ellos y por los padres, que dependen de él cada sábado para animar un encierro largo y especialmente duro para los más pequeños.

“Cuando das un concierto o sacas un libro, sabes que a los niños les gusta y que estás ayudando a los padres. Pero ahora que ambos se suben por las paredes me motiva mucho más”, explica Alberto Rodrigo a eldiario.es justo antes de uno de sus chous, que siguen hasta 8.000 hogares cada fin de semana durante el confinamiento.

Él es la mitad humana de Chumi Chuma, dúo infantil apadrinado por Vetusta Morla y que ha captado la atención de músicos nacionales como Anni B. Sweet, Russian Red, Fuel Fandango o Tulsa, pero también de oídos internacionales como Jake Ingalls, el guitarrista de Miley Cyrus. 

Aunque Chuma sea un monstruo interdimensional que solo se comunica con sonidos guturales y Alberto no se permita salir del papel de Chumi, los padres disfrutan de su música al mismo nivel que sus hijos. ¿El truco? Apelar al lado infantil de los adultos y tratar a los niños como adultos en potencia dándoles un producto de calidad.

“Mi referencia es Pixar, salvando las distancias, pero con el mismo paradigma”, eso es “mandar un mensaje al niño y que el adulto lo pueda disfrutar de otra manera”. Un mantra que se repite en todas sus canciones, ya sean sobre lavarse los dientes antes de dormir o sobre dosificar el tiempo ante las pantallas, como Zombi, zombi, zombi o La balada de las estrellas y el cowboy.

Por eso, y para hacerles más comprensible esta difícil situación, Chumi Chuma han lanzado el tema Lávate las manos, cuyos beneficios “testimoniales” irán a parar a la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) para ayudarles con la dotación de guantes, mascarillas, soluciones desinfectantes, principios activos y biocidas que la Agencia estime oportunos. 

Lávate las manos, como todo el disco de ¡¡Baila sin parar!!, ha sido producida por el sello discográfico de Vetusta Morla, Pequeño salto mortal, y respeta el tono de sus anteriores canciones: swing, folk, country, rock and roll e incluso glam rock que dan un respiro a los oídos adultos hartos de las melodías infantiles de siempre: “Ya que los niños van a escuchar la misma canción miles de veces, y que siempre va a ser una tortura para los padres, la intención es que esa tortura sea menor”, admite Rodrigo.

Aunque mencione a Pixar, lo cierto es que las referencias de Chumi se remontan a los programas infantiles de los años 80. “Parchís, Enrique y Ana y Teresa Rabal son la realeza de este estilo, pero también me fijo mucho en los Alaska y Kiko Veneno de La bola de cristal o en la versión americana de Barrio Sésamo, que llegó a tener a Stevie Wonder en directo”, enumera.

“La música infantil no debería ser comida rápida. Queremos que esté rica, pero que también alimente”. Un dardo envenenado que bien podría dirigirse a la presidenta de la Comunidad de Madrid por defender los menús Telepizza, pero que alcanza el corazón imperios como Cantajuegos, que no ofrecen retos ni para los niños ni para los adultos que componen las canciones. Eso fue lo que llamó la atención de uno de los grupos de música indie más seguidos del país: “Los Vetusta son amigos, pero ante todo vieron que había potencial en este proyecto y se metieron de cabeza. Su ayuda es fundamental”.

También se la brindan en los directos de los sábados, los cuales surgieron “por improvisación” y “casi bajo amenaza de los padres”, reconoce entre risas. “Como me dijo el indio, cuando caminas solo vas más rápido, pero cuando lo haces con gente llegas más lejos. Eso marca nuestra relación”, resume Rodrigo. Algo que le ayuda a mantener el ánimo incluso en los momentos psicológicos más duros, como puede ser un encierro que ya cuenta 50 días.

Alberto mantiene la cabeza ocupada toda la semana con el Chou de Chumi, lo que le salva de pensar demasiado en el futuro. Con un plan de desescalada incierto para el sector musical, los directos de Chumi Chuma penden de un hilo tanto como los de cualquier artista. “Quiero, por una cuestión de salud mental, centrarme en lo que puedo hacer en lugar de en lo que no. Son temas delicados”, asegura.

“Intento mantener un buen ánimo en todo el mundo. Las cosas se relativizan mucho con este tipo de situaciones”, asegura, recordando el vídeo de un padre bombero que le agradecía la alegría con la que su hija Marina se levanta cada sábado gracias a sus directos de YouTube. “Ver que estás ayudando a gente realmente indispensable, a mí me emociona. Aproximo la música desde un punto de vista más humano que político y por eso relativizo todo lo que está ocurriendo a ese nivel”, resume.

De momento, Chumi Chuma se centra en los shows por streaming y en el trabajo de su segundo disco “para que los padres no se nos lancen a la yugular porque ya no soportan las canciones del primero”. Y así, sábado a sábado, van sumando semanas a un encierro cercano a su fin por el bien de todos: músicos, niños, madres y padres.

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