“El 'rock' es trágico en sí mismo, por eso muchos se suicidan en pleno éxito”
Jorge Martínez está de dulce. El estreno el pasado 14 de junio del documental Mi vida entre las hormigas -un título que en realidad debió serlo del libro de memorias que Martínez guarda en un cajón desde hace años- ha vuelto a poner a Ilegales de plena actualidad.
Hasta el diario de mayor tirada en Asturias, La Nueva España, acaba de concederle el título de Asturiano del Mes. “No sé qué hacer. Hay muchos otros Asturianos del Mes que me parecen mala compañía, aunque también los hay muy divertidos, como Jerónimo Granda”. El cantante continúa diciendo que “todo púlpito debe ser aprovechado convenientemente. Lo saben bien algunos obispos que, joder, son lo máximo. No sé como se atreven con este Papa tan yeyé”.
En realidad, con sus idas y venidas, Ilegales nunca han dejado de estar bien presentes en el imaginario musical de este país. Ni siquiera en aquellos momentos donde la banda tocó fondo , como el súbito fallecimiento de su bajista Alejandro Espina en 2016.
Con el estreno de Mi vida entre las hormigas, que ha visto la luz en plataformas digitales y se ha puesto a la venta en DVD, a Ilegales les han salido admiradores hasta debajo de las piedras. Sin embargo, en este caso no hay sospecha de falsa adulación. Desde la formación de la banda, allá por 1980, el carácter del músico avilesino le ha granjeado tantas adhesiones inquebrantables como enemigos irreconciliables. Es fruto de su costumbre de mirar siempre de frente, a pesar de que las consecuencias de esa actitud hayan sido casi siempre violentas.
Aún hoy, el compositor y alma de la banda, alimenta la leyenda con una conversación desbordante y cargada de anécdotas. Y, por encima de todo, a Martínez no le importa molestar. Al contrario, el autor de Eres una puta o ¡Heil Hitler! se encuentra cómodo en esa posición de transgresor, mitad bufón mitad barquero, dispuesto escupir sus cuatro verdades. “La banca y las grandes empresas se han convertido en multinacionales que no reconocen fronteras, naciones ni banderas”. Joder, pues hagamos nosotros lo mismo en vez de convertirnos todos en nacionalistas y fragmentarnos“, comenta el asturiano.
Para el Ilegal, con la división solo se consigue una “posición de indefensión ante esos poderes para que una serie de señores ocupen cargos”. Según Jorge, hay que ofrecer una resistencia mínima. “Vamos muy mal. ¿Dónde ha quedado la Internacional Nacionalista que cantaba a la famélica legión?”, se pregunta el músico.
Esa es sólo una de las caras de Martínez. Pero también tiene otras más desconocidas, como la del poeta que soñaba con no abandonar nunca sus fantasías de infancia y la del adulto roto por la pérdida. Estas también se tocan en el trabajo de Chema Veiga y Juan Moya que, a pesar de los apretones presupuestarios y alguna decisión discutible, firman uno de los mejores documentales musicales facturados nunca en este país. Tan recomendable para los fanáticos de la banda como para aquellos interesados en un tiempo, la década de los ochenta, ahora mismo en plena revisión sociológica y cultural.
¿Cuál es su opinión sobre Mi vida entre las hormigas?Mi vida entre las hormigas
Yo me he quedado muy satisfecho. Lo he contrastado con otros documentales musicales y, a pesar del escaso presupuesto, creo que han conseguido algo potente. Han tenido que ir recopilando material de archivo que estaba muy disperso. Además, se encontraron con el inconveniente de que no hay mucho material de TV del grupo porque en Ilegales no queríamos salir en ella. Cuando lo hicimos fue porque estábamos obligados por contrato discográfico.
¿Por qué renunciaba el grupo a una herramienta promocional tan potente entonces como era la TV?
Nosotros no montamos el grupo para hacernos famosos, sino por la pasión de estar sumergidos en esa sopa sónica. Para tener los mejores equipos, las mejores guitarras y poder hacer la mejor música. Habíamos conseguido un gran equipo de sonido, e ir a un plató para que ese sonido saliera por un pequeño altavoz manejado por los técnicos de TVE, que eran muy lerdos, era justo lo contrario de nuestra filosofía
En aquel momento, principios y mediados de los ochenta, en TV casi todo era playback ¿no?playback
Sí, nosotros también nos vimos obligados a hacerlo. No había más remedio, precisamente porque los técnicos eran realmente malos. Por eso hay muy poco material de la primera época de Ilegales. Otros grupos estaban encantados de verse a sí mismos en la tele. Para mí resultaba difícilmente entendible: grupos que estaban todo el día en TV y ni siquiera eran capaces de llenar una sala como Rock-Ola. Nosotros abarrotábamos locales tres veces mayores, como la sala Imperio. Por eso hay tanto material de toda esta gente, que no sé cómo no están aburridos de su puto careto.
Como sucede ahora, ¿aparecer en televisión implicaba llevarse un buen pellizco en derechos recaudados por la SGAE?
No. Al menos nosotros no lo teníamos en cuenta, no lo contemplábamos. Nuestro objetivo era el día a día de los conciertos. Tocábamos casi todos. El interés no estaba en salir en TV, sino en conseguir que cada concierto se convirtiera en un acontecimiento, y los conciertos de Ilegales lo eran. Si no estabas allí no eras nadie.
Se adelantaron a la idea, que ha terminado imponiéndose, de que los grupos tienen que hacer dinero con sus conciertos.
Y se demostró que no se vendían más discos con su sistema. Nuestra estrategia era mucho mejor, porque nuestro público entendía que el disco era un sucedáneo de la actuación en directo y no de una basura de performance para TV.
El documental me dejó con la sensación de que Ilegales se han sobrepuesto desde su formación a conflictos graves y tragedias: una complicada relación familiar, drogas, problemas legales y hasta fallecimientos... Es una visión muy poco optimista del rock'n'roll way of life.rock'n'roll way of life
El rock es trágico en sí mismo, y de hecho mucha gente se suicida o lleva un modo de vida que le conduce a la muerte en pleno éxito. Eso forma parte del rock que realmente lo es.
Curiosamente, también se percibe que para usted la música siempre fue la prioridad absoluta, por encima de las drogas, el sexo o el dinero. Y que, frente a las elecciones de otros compañeros de grupo, eso es precisamente lo que le ha salvado.
Escuché por primera vez rock’n’roll en el año 1959. Tenía unos cuatro años y no sabía exactamente qué era lo que me pasaba. No llegué a saberlo del todo hasta 1966, cuando escuché el Black Is Black de Los Bravos en el cine a todo volumen como parte de la banda sonora de Los chicos con las chicas. En ese momento comprendí que eso era lo que quería en mi vida. Desconozco qué mecanismo activa el rock dentro de mí, pero es lo más importante y hay que imponerse a cualquier dificultad sobrevenida para conseguirlo. En Ilegales somos capaces de lo peor para hacer el mejor rock.
Dice también en un momento de Mi vida entre las hormigas que dejó la Facultad de Derecho para ser bueno. ¿Supuso en su caso el rock una forma de mantenerse fiel a un código ético imposible de cumplir en el mundo adulto?Mi vida entre las hormigas
Desde luego, ser fiel a un código ético en el mundo del derecho es imposible. Y eso que en aquellos años la Facultad de Derecho de Oviedo era de lo más divertida, había tiros y todo, una vez llegaron a sacarme una pipa. Estuve a punto de seguir adelante con la carrera pero España era una olla a presión cultural y socialmente hablando, el momento artístico era excitante y no podía perder esa ola.
Además, sabía que el rock me iba a proporcionar un púlpito para decir algunas cosas, probablemente mucho más que haciéndome abogado, juez o algo así. De todos los que estábamos en la facultad, solo tres personas nos sentimos atraídos por lo artístico: dos no tomaron la decisión, yo sí. En el caso de él, creo que no sentía que tuviera gran cosa que decir. Ella, a pesar de que escribía realmente bien, se hizo juez y terminó suicidándose.
En el documental, Mariskal Romero explica que el punk salvó a mucha gente “pija” que no encajaba en su entorno, y alude directamente a los componentes de Ilegales. ¿Se siente identificado con esa imagen del joven que nace en un entorno de clase alta, con gran formación intelectual, y que se rebela por la vía del rock?
Yo vengo de una buena familia, de la nobleza arruinada, descendientes de Pedro Menéndez el Adelantado de la Florida. Mis padres vivían de sus carreras, no lo hacían de las rentas, aunque en casa nunca faltó de nada. Pero desde antes de montar Ilegales ya estaba viviendo por mi cuenta. Con diecisiete años estaba ganándome el pan tocando la guitarra con orquestas.
Creo que se ha perdido algo muy valioso: que los padres sepan echar a tiempo a sus hijos de casa y que estos sepan irse también. Yo decidí irme y llegó el momento en que no podía seguir estudiando Derecho y, al mismo tiempo, continuar con mis estudios del rock. Es decir, prepararme para conocer el cableado, cómo ecualizar una mesa de mezclas, dedicar horas a analizar discos de jazz o de música psicodélica... A pesar de ser de letras, volví a estudiar Física para conocer todo el sistema de impedancias, a qué velocidad viaja cada frecuencia,… todas esas cosas. Esa carrera no existía en España así que tuve que montármela por mi cuenta.
Para ganarme la vida daba clases de guitarra y tocaba en orquestas. Además, era un músico muy solvente, que lo mismo tocaba que cantaba. Y no sólo el rock, que era mi especialidad, también boleros, chachachás, mambos,… Todo lo que no fuese rumba y pasodoble, canción española, que me repugna y se me da fatal.
¿La rumba era popular en Asturias en los setenta?
Sí, las orquestas la tocaban a última hora y algunas discotecas la ponían para echar al personal. Cuando sonaban las rumbas poníamos pies en polvorosa. Pero nosotros siempre hemos experimentado con sonidos y ritmos ajenos al rock que trasladamos a ese contexto, porque a mí siempre me han interesado las músicas fronterizas.
No ese rollo que ahora llaman mestizaje y que, francamente, me repugna: su estética, su música… y, sobre todo, como huelen. Joder, qué peste dejan en los camerinos. Como te toque un grupo de mestizaje en el camerino antes que a ti prepárate. ¡Desde que no se fuma en los locales es la hostia!
En otro pasaje del documental se recuerda cómo en la España de los setenta pasear una guitarra eléctrica era motivo de escándalo. En un momento en que el rock está más que asumido y tocar la guitarra ha dejado de ser contestatario, ¿qué debe hacer ahora mismo una banda para transgredir? rock
Es cierto que cuando compré mi primera guitarra, a principios de los setenta, la gente me miraba como a un marciano. Hoy en día tener una guitarra eléctrica no imprime carácter. En realidad tampoco antes: no es lo que parezcas, sino lo que seas. Transgredir es necesario, aunque sea con pijadas. La culpa de que estemos como estamos es nuestra, de los artistas. Porque, con la transgresión, las fronteras de todo un pueblo, de toda una sociedad, se amplían. Intentar caer bien a todos los públicos que ha traído consigo que esas libertades se hayan minimizado.Ahí está una Ley Mordaza intolerable.
Hay que combatir a las personas escandalizables, ellos son los malos. En la música hay que estar dispuesto a tener enemigos y no caer bien a todo el mundo. Yo lo digo en el documental: me alegro mucho de caerle mal a la gente, me alegro mucho de que usted sea mi enemigo. De hecho, los métodos que han utilizado para robar y hacer el mal son bastante detectables, porque se ha demostrado que todos estos son unos gilipollas. Lo hacen porque se lo permitimos. Pues opongámonos a toda esta gente. Yo estoy encantado de caerles mal y de decir estas cosas. Además, es mi deber.
Ilegales es un antídoto contra el miedo. En realidad, siempre he desconfiado del rock como mecanismo para provocar revueltas, porque el rock se había convertido ya a finales de los setenta en una cuestión hedonista. En nuestro grupo nunca hemos sido ingenuos, habíamos perdido la inocencia mucho antes de formar la banda. Pero, tras ver las reacciones que se producen en Sudamérica, es innegable la capacidad de subversión de la música. Hubo revueltas en las calles cuando se intentó prohibir el rock en español en algunos países y los gobiernos se lo pensaron mejor. Eso, y unas cuantas cosas más.
En la actualidad, ¿no estamos más cerca de que ocurra algo así si dejan de dar el fútbol televisado, por ejemplo?
Es muy posible, porque los hinchas de fútbol son muy básicos. Pero tengo mis dudas del efecto liberador que eso tendría. No van a reclamar libertad de expresión, ni cosas así. En cualquier caso, en esas revoluciones que te digo, en la España de la transición y en otros países, los medios de comunicación tuvieron mucho que ver. Se sumaron a esa reivindicación para posteriormente conseguir vía libre para vender su producto. Me lo decía hace tiempo un director de informativos, que su misión era gritar más alto que el resto de vendedores de la plaza. Fíjate a lo que hemos llegado.
Lo que nos lleva de vuelta al principio: el rock también se ha convertido en otro producto más…rock
Lo llaman producto las multinacionales, pero es algo más que eso. Algunas cosas son más que eso. El rock, la literatura, la pintura o la escultura son algo más aunque simultáneamente sean también un producto, es evidente.
Depende en buena medida de la actitud del músico. Sin embargo, pocos son los que no tienen la legítima vocación de vivir de ello y, en consecuencia, de hacer concesiones.
Mantengo hasta cierto punto ese discurso que teníamos cuando empezamos de “quiero hacerme millonario para olvidarme de los amigos”. En lo que a mí respecta, no me ha interesado demasiado la pasta y he tomado muchas decisiones antieconómicas porque he encontrado otras cosas más satisfactorias. Ya sospechaba antaño que el dinero no da la felicidad. Los deseos antiguos que provienen de la infancia, lo comento en el documental, son los que verdaderamente te la dan.
El dinero lo valoras en un estadio posjuvenil. Yo he tenido muchísimo dinero, más del que un individuo higiénicamente debería poseer, y lo he tirado bien o lo he prestado a quien no podía devolverlo, que es quien más lo necesita. No me duele en absoluto, con muy poco se puede vivir muy satisfactoriamente. En realidad, yo no necesito tantas guitarras, o las necesito puntualmente…
Había un componente del grupo, David Alonso (el batería de la etapa clásica de Ilegales), que tenía una visión muy comunista de la vida: directamente se hacía con el “usufructo” de cualquier cosa, pero igualmente la transmitía cuando era otro el que la necesitaba. Yo encontraba muchos enseres personales míos en su mesita de noche. “Joder, ¿un cepillo de dientes también, David? ¡Hasta ahí podíamos llegar!”. Pero era al mismo tiempo infinitamente generoso, y si te hacía falta algo que él no tenía se lo agenciaba rápidamente para proporcionártelo.
Recientemente ha salido a la luz pública todo el tema las tramas vinculadas a las emisiones televisivas que se lucraban vía el reparto de SGAE. También se ha publicado que usted se negó a participar en la rueda con su repertorio, por lo que informativamente casi se le ha dado tratamiento de héroe…rueda
Sí, yo lo he hecho de forma más directa que mis compañeros. Todos salen rasgándose las vestiduras, pero no han señalado a nadie. Se reproduce un poco lo que ocurría en el colegio: “El matón del colegio nos ha quitado el balón, pero vamos a esperar a que venga Jorge para que nos lo devuelva”. Y eso acaba por hartar.
¿Por dónde cree que pasa la solución a los problemas de SGAE?
No es necesaria una refundación. Sólo cambiar los estatutos que han sido manipulados por una directiva que ha conseguido votos y dinero de manera fraudulenta. Hay que incapacitar a esa gente y probablemente algún juez tendrá que tomar decisiones, porque delito existe. Yo he facilitado a la policía todo lo que podido, que ha sido poco, pero algo ha sido. Y los veo muy preparados, la investigación ha sido seria. No se trata de que los autores roben a la sociedad, sino de que lo hacen las editoriales de las cadenas de TV.
En vez de estar obligados a hacer frente a un canon digital que se calcula en función de sus ingresos publicitarios y reparte de forma bastante aleatoria, ¿la solución más sencilla no pasa porque las televisiones paguen por aquella música que efectivamente utilizan?
Ya… (resopla). La propuestas y soluciones existen desde hace mucho tiempo, pero también la resistencia a adoptarlas. Además, en el caso de las televisiones y las radios todo es fácilmente mensurable. Hay cosas con las que hay que acabar ya. Alguien un día empezó poniendo una caja de ritmos y jodiendo las obras de Vivaldi, se llevó un pastizal y a partir de ahí empezó todo. Todo el mundo sabe de quién estoy hablando y con esto ya no voy a decir más. Que mis compañeros se mojen un poco, que ya va siendo hora.
En Mi vida entre las hormigas se explica abiertamente que la radio vetó Me gusta como hueles por hacer referencia al suicidio. ¿Somos los medios causa o síntoma del estado de la música en nuestro país?Mi vida entre las hormigasMe gusta como hueles
Las dos cosas. Desde luego, los medios de comunicación tienen gran parte de culpa y ahora se echan las manos a la cabeza porque no se consume nada de lo que venden. Como me decía un directivo de televisión cuando le preguntaba si emitían algún programa de calidad: “Purita mierda, Jorge, purita mierda ponemos”. Los medios se han convertido en vendedores, víctimas de su propio sistema. El envilecimiento de las propuestas en las cadenas de radio ha provocado una anestesia total en el oyente.
La consecuencia de ello son varias generaciones a las que la música no les interesa lo más mínimo. La consideran una porquería porque efectivamente las canciones que se escuchan en los medios lo son. Y, la verdad, anunciarse en cadenas de este tipo es una imbecilidad porque son incapaces de vender nada. El oyente está tan adocenado e impermeabilizado a toda la información que recibe que no va a comprar nada de lo que anuncian. Ahí están las cuentas para quien quiera mirarlas. Yo personalmente me alegro mucho de que se arruine esta gente, joder.
¿Cómo vivió desde el punto de vista del músico la aparición de Internet y qué supuso para usted? Ese momento más o menos coincide con El corazón es un animal extraño (1995) y El apóstol de la lujuria (1998), sus últimos discos multinacionales. Y en el documental comenta con cierta amargura que fueron discos maltratados en su momento.El corazón es un animal extrañoEl apóstol de la lujuria
A Ilegales Internet nos ha afectado muy positivamente, porque todos esos muros que se levantaban entre público potencial y grupo se han diluido. A partir de ese momento pudimos llegar con mucha más nitidez a la gente al margen de los medios de comunicación, los mismos que una vez nos programaban y que desde hace un tiempo han decidido que nuestro mensaje es demasiado hiriente para los tiernos oiditos de sus oyentes. Internet nos ha permitido reequilibrar la situación y acceder a un público que, en parte estaba ahí, y en parte era completamente nuevo.
Ahora mismo el equipo de profesionales alrededor de Ilegales es completamente autogestionado…
En realidad, desde el primer día hemos tenido una clara tendencia a la autogestión: éramos el único grupo con equipo propio, enseguida montamos nuestra propia discográfica e íbamos licenciando a otras compañías. De hecho, la gestión de las multinacionales ha sido siempre perjudicial y creo que con los que mejor hemos estado es con los que directamente no hacían nada.
En Avispa, por ejemplo, nos conseguían entrevistas en la emisora de los obispos con la condición de que no nos cagáramos en Dios. Cuando una compañía de discos en vez de ayudar ejerce una labor de zapa… ¿Qué es lo que querían? ¿Ficharnos para neutralizarnos?
Por cierto, el documental posiblemente despierte el interés por el grupo en nuevas generaciones, pero es imposible encontrar los discos clásicos de Ilegales a la venta en ningún formato. ¿A quién pertenecen los derechos y qué planes hay para ellos?
Pues eso es algo que tengo que revisar y hacerlo bien. Con Peermusic, que tiene parte de los derechos, la relación es fluida y buena. Pero, como Emi pasó a propiedad de Sony, ahí tengo un problema. Debería haber recuperado los derechos antes de que eso sucediera. En aquellos años descuidamos muchos aspectos del negocio porque estábamos centrados en el directo. Los mánagers que teníamos nos la jugaban frecuentemente. “Mánager” y “confianza” son dos términos que nunca han casado bien.