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Una obra de teatro para no olvidar la matanza de los abogados de Atocha y recordar que la democracia no vino sola

Imagen de la obra teatral 'Atocha: el revés de la luz'

Guillermo Carazo

18 de enero de 2021 22:09 h

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24 de enero de 1977. Calle Atocha, número 55, Madrid. En un despacho de abogados laboralistas entran tres terroristas y asesinan, a sangre fría, a cinco personas y hieren de gravedad a cuatro. Entre ellos, Alejandro Ruiz-Huerta, único de los abogados que sufrió el tiroteo y que sigue con vida. 

Esta semana se cumplen 44 años de la matanza de los abogados de Atocha. Y, a escasos 400 metros de donde sucedió la masacre, su historia se sube a las tablas del Teatro del Barrio para realizar un necesario ejercicio contra la desmemoria. Atocha: El revés de la luz representa, del 19 al 24 de enero, el atentado que cambió la historia de una España en vísperas de la democracia.

La autoría y dirección de la obra corre a cargo de Javier Durán (1979, Sevilla), quien, para la dramaturgia, se apoyó en la figura de Alejandro Ruiz-Huerta y en cómo este se enfrentó a escribir su autobiografía. “Cuando fue desarrollando su relato, me reveló que durante muchísimo tiempo no podía ni nombrar el atentado. Solo tras años de terapia pudo terminar el libro La memoria incómoda, en el que reflexiona sobre el derecho, la democracia y sobre lo que significa sobrevivir a una experiencia como la suya”, explica el director.

El abogado superviviente, Alejandro Ruiz-Huerta, nunca más volvió a ejercer la abogacía, abandonó Madrid y tardó muchos años en poderse sentar dando la espalda a una puerta. “Nos agruparon en una esquina del hall del despacho y sin mediar palabra se liaron a tiros con nosotros. Era evidente que fueron a matarnos. Los altos teníamos tiros en el corazón y los bajos en la cabeza. Una vez que estábamos en el suelo nos intentaron dar el tiro de gracia. Yo me salvé la vida porque tenía un bolígrafo en la camisa y rebotó la bala”, contó Ruiz-Huerta en una entrevista para Público.

Actualmente, Alejandro es el presidente de la Fundación Abogados de Atocha, creada por Comisiones Obreras, y ha estado presente en el proceso previo a la escritura de Atocha: El revés de la luz. De hecho, fue la primera persona en leer el texto de la obra. Durán viajó hasta la casa de Ruiz-Huerta, en Córdoba, para que este conociera la dramaturgia. Allí, Ruiz-Huerta leyó en voz alta los diálogos de su personaje y, según Javier Durán, “me dio el visto bueno total, me dijo que sí, que hacia delante, que era una obra necesaria”.

Actuar por la libertad

Nacho Laseca, Fátima Baeza, Alfredo Noval, Frantxa Arraiza y Luis Heras son el elenco artístico que dan vida a los personajes protagonistas de la historia: Alejandro Ruiz-Huerta, Lola González, Miguel Sarabia, Luis Javier Benavides, Javier Sauquillo, Cristina Almeida, Manuela Carmena. La exalcaldesa de Madrid fue una de las fundadoras del bufete de abogados donde fueron asesinados sus compañeros Luis Javier Benavides, Enrique Valdelvira, Francisco Javier Sauquillo, Serafín Holgado y Ángel Rodríguez. Otra de las figuras importantes en la defensa de las víctimas de Atocha fue la de la abogada del caso, Cristina Almeida. “Ellas [Carmena y Almeida] son un ejemplo de compromiso y de militancia perenne. De hecho, Cristina sigue al frente del caso”, destaca Durán.

“Es una historia que habla de lo que somos hoy día, de cómo hemos llegado hasta aquí, de la libertad que disfrutamos, de la democracia que tenemos, que parece sólida y que no hace tanto ha sido muy muy frágil. Por eso me parece que es una historia que merece ser recordada porque muchas veces damos por hecho que la democracia, la libertad, todo esto de lo que disfrutamos, ha venido como gratis. Y no está de más recordar, que eso no fue así en absoluto, que hubo mucha gente que empujó, que luchó, que militó y que puso muchísimo hasta el punto de jugarse la vida, en este caso y en otros muchos, para acabar con una dictadura y para traer un sistema diferente, que será criticable, pero no es comparable a lo que pasaba en aquel entonces”, reflexiona Javier Durán. “Yo me siento en deuda”, añade.

Homenaje a una generación

Los asesinatos de Atocha forma parte de la denominada “semana negra” de la Transición. Entre el 22 y el 24 de enero de 1977, además de las cinco personas que estaban trabajando en el bufete de Atocha 55, dos estudiantes murieron de forma violenta. El 23 de enero, Arturo Ruiz (19 años) participó en una manifestación a favor de la amnistía de los presos antifranquistas. Un ultraderechista que, antes de apretar el gatillo gritó “¡Viva Cristo Rey!” acabó con la vida de Arturo. El día siguiente, durante la manifestación por el asesinato de Arturo, falleció Mari Luz Nájera (20 años), estudiante de la facultad de Ciencias Políticas y Sociología. Un bote de humo lanzado por la Policía antidisturbios le impactó en la cabeza y provocó su muerte. Horas después sucedió la masacre de los abogados de Atocha.

43 días después de la gran manifestación pacífica en la que cien mil personas acompañaron a los féretros de los abogados de Atocha por las calles de Madrid, se legalizó el Partido Comunista de España (PCE). Fue un funeral silencioso, entre puños en alto, que fue el preludio de la actual democracia española.

“Fue un acontecimiento decisivo (...) Las consecuencias inmediatas son históricas. El Partido Comunista se encargó de la organización de la comitiva fúnebre de los abogados de Atocha y cuando el PCE se encargó de eso este era ilegal. Entonces, el hecho de que la Policía le encargue a un partido que es clandestino la seguridad de un entierro es porque confía en que tiene tanto músculo que van a ser capaces de hacerlo y que van a conseguir que pase lo que efectivamente pasó, que hubiese cero incidentes”, rememora el director de Atocha: El revés de la luz.

Durán considera que su obra “es un homenaje a la generación que lo vivió, les digo que lo que han hecho es muy valioso. Yo lo aprecio e invito a todas las personas que vean la obra a que valoren esta lucha que estas personas han llevado a cabo para que nosotros disfrutemos de lo que disfrutamos ahora. Y a la generación que no sabe o que no conoce bien la historia, decirle que esta gente nos precedió y se encargó de jugarse el pellejo para que nosotros ahora podamos estar viniendo al teatro, por ejemplo”.

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