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‘Strike a rock’: Así es la resistencia de las mujeres de Marikana (Sudáfrica) contra la multinacional de platino Lonmin

Las mujeres de Marikana.

Laura Julián

Valencia —

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El 16 de agosto de 2012, el Servicio de Policía de Sudáfrica abrió fuego contra un grupo de trabajadores de la mina de platino de Marikana (Sudáfrica), a 100 kilómetros de Johannesburgo, mientras se manifestaban por las duras condiciones laborales de la multinacional británica Lonmin. 34 trabajadores murieron ese día y cientos de personas resultaron heridas. Casi siete años después, ni el gobierno local ni la empresa se han responsabilizado por los asesinatos.

La película documental Strike a rock, de la directora sudafricana Aliki Saragas, recupera la mayor masacre del periodo post apartheid de Sudáfrica para contar la historia de resistencia de las mujeres de Marikana. A unos kilómetros de la ciudad está Nkaneng, un asentamiento informal surgido alrededor de las minas de platino Lonmin donde más de 20.000 trabajadores y sus familias malviven, en su mayoría, sin agua ni electricidad y con condiciones de salubridad pésimas. Los trabajadores iniciaron una huelga para denunciar la situación y pedir un aumento de salario y, durante una de las movilizaciones, fueron mortalmente reprimidos.

Las mujeres de Marikana, algunas de ellas viudas tras el asesinato de sus maridos aquel 16 de agosto, empezaron a movilizarse y a reclutar a más mujeres y formaron la organización Sikhala Sonke (Llorando juntas). El objetivo estaba claro: exigir responsabilidades por el asesinato de 34 personas y pedir a Lonmin que cumpliera los compromisos de desarrollo local pactados con el gobierno sudafricano antes de establecerse en esas tierras. Entre las promesas que nunca cumplió la multinacional estaba la construcción de 5.500 casas. Según el documental, la empresa Lonmin únicamente construyó tres casas en diez años, pese a estar entre las tres extractoras de platino más grandes del mundo y aumentar sus beneficios hasta cifras multimillonarias.

El festival de cine internacional valenciano, Humans Fest, viaja con Strike a Rock más al sur que nunca, ya que es la primera vez que incluye un film sudafricano en la programación. La película se proyecta este martes 19 de febrero a las 18.00 horas en el Teatro Rialto, seguido de un debate a cargo de Acció Ecologista Agró. También es la primera vez que en su programación se incorpora una película dirigida por una mujer africana.

“Nos comprometimos en dejar de ser un festival de blanquitos y blanquitas y que fueran las propias personas vulneradas las que transmitieran el mensaje”, explica el director del festival Humans Fest, Javier Vilalta. “Nunca antes habíamos ido tan al sur, también porque es realmente complicado que se distribuyan esas películas a nivel internacional”, explica Deborah Micheletti, coordinadora de producción y programadora. Según Micheletti, “como feminista en esta película hay muchos aprendizajes de mujeres africanas frente a violencias que nosotras no podemos ni imaginar”.

La película Strike a rock muestra también el impacto medioambiental que generan las minas, ya que los testimonios de la película aseguran que antes esa zona era rica en cultivos. Pero el papel protagonista lo tienen las mujeres de la organización Sikhala Sonke que incluso una de ellas llega a implicarse de tal forma que acaba formando parte del partido Economic Freedon Fighters (EFF) con la intención de trasladar las reivindicaciones de su comunidad al Parlamento Sudafricano. “Tenemos que defendernos y contraatacar”, explicaba Thumeka Magwangqana, una de las protagonistas, durante una de las asambleas. “Si golpeas a una roca, golpeas a una mujer; y si golpeas a una mujer, golpeas a una roca”, asegura Primrose Sonti, otra de las voces más presentes en la película.

Pese a las protestas, la implicación política y las denuncias interpuestas por la propia organización de mujeres, la situación no ha cambiado demasiado en los últimos años y continúan siendo una comunidad traumatizada por el asesinato de sus vecinos. Cuando llueve el asentamiento de Nkaneng se convierte en una masa de barro, continúan sin acceso a electricidad, viven entre el polvo y el platino, pero aun así entre ellas se repiten que deben permanecer unidas. Las sonrisas, las palabras de ánimo y el espíritu de lucha se mezclan con las lágrimas, los cuidados y los abrazos. “Goliat ha pisado a David, pero pensaremos más formas de seguir luchando”, asegura Primrose Sonti.

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