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Verónica Casado, la consejera de Sanidad de Castilla y León que se echó a llorar el cuadragésimo cuarto día

Verónica Casado visita el hospital de campaña en la Feria de Valladolid.

Laura Cornejo

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En el peor de los escenarios para un médico, una pandemia desconocida, la consejera de Sanidad de la Junta de Castilla y León, Verónica Casado (Ciudadanos), ha sido pura energía. Casi a diario, la doctora, la mejor médico de familia del mundo, según la Organización Mundial de Médicos de Familia (WONCA), ha informado en ruedas de prensa telemáticas de la evolución del coronavirus en la comunidad, la cuarta más afectada en todo el país.

Casado es licenciada en Medicina (1982), doctora en Medicina y Cirugía (1987) y especialista vía MIR en Medicina Familiar y Comunitaria desde 1986. Médico puericultor (1985), diplomada en Sanidad (1987) y diplomada en Ecografía abdominal (2009).

Del Gobierno de Castilla y León, una coalición entre PP y Ciudadanos, Verónica Casado, recién aterrizada en política de la mano del vicepresidente Francisco Igea, ha sido la más expuesta y la que ha respondido a las preguntas, a veces reiterativas, de la prensa. Ha dado datos día tras día, ha defendido decisiones polémicas y ha informado, en definitiva, de casi todo. En alguna ocasión en la que se empezó a transmitir antes de que arrancase la rueda de prensa, se le ha oído preguntar a los integrantes del equipo de comunicación si estaban bien, si estaban “sanos como bollos” a la vez que les animaba a cuidarse. Su manera de informar ha sido fundamentalmente didáctica. En cada comparecencia ha recordado la necesidad de mantener la distancia, de permanecer en casa, de lavarse las manos continuamente. Ha explicado cómo proceder con enfermos aislados en domicilios y hasta ha recomendado cómo poner la lavadora en esos casos. Ha hablado como doctora y también como formadora, menos como política.

“No le gusta que se politice la Sanidad”

Durante más de 40 días ha desarrollado “jornadas maratonianas” marcadas por videoconferencias con equipos directivos, con gerentes de hospitales y atención primaria, con el comité de expertos, con el Consejo Interterritorial. “Le apasiona hacer política sanitaria, pero no le gusta que se politice la Sanidad”, dicen en su equipo.

Pero no ha podido obviar su cargo. Casado ha intentado a lo largo de esta crisis que no se viesen las costuras de un sistema sanitario infradotado en algunos territorios de Castilla y León. Hacerlo es abrir una vía de agua en el Gobierno de coalición con el PP, que ha marcado pautas muy a su pesar. Ejemplo de ello es la escasa crítica que hizo de la situación sanitaria de Soria y Segovia, con pocas camas hospitalarias y poco personal y que ha tenido que soportar un alto número de enfermos.

Decisiones cuestionables e injerencias del PP

En ese sentido en la Consejería se tomaron decisiones más que cuestionables: se pidió un hospital de campaña en Segovia que nunca llegó a usarse porque el Ejército lo monta, pero no lo dota, para a continuación convertir Castilla y León “en un área única donde los más grandes ayudan a los más pequeños”. A cambio, se instaló una pequeña réplica del hospital de Ifema de Madrid en la Feria de Valladolid con capacidad para 200 camas de las que se han llegado a ocupar 14. Casado ha tenido que contemplar cómo entre el presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, y el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, se apañaba una solución apresurada y anunciada por este último a través de Twitter: traer médicos y enfermeros del Samur a Soria y Segovia, donde la situación empeoraba por momentos. Ambos políticos aparecían además en la televisión autonómica felicitándose por la solidaridad y la unión de ambas comunidades, dejando fuera a la responsable de la Sanidad en Castilla y León.

No solo eso, fue Casado quien tuvo que lidiar con las declaraciones del coordinador del equipo del Samur que aseguró que los hospitales de esas dos provincias estaban completamente desbordados, algo que ella venía negando reiteradamente y volvió a desmentir.

Prueba de la situación de abandono sanitario en Segovia es que, desde hace años, ni en centros de atención primaria ni en los de especialidades se hacen pruebas tan simples pero tan determinantes como son las radiografías. Los pacientes tienen que acudir al hospital. Durante esta crisis se ha tenido que crear un equipo itinerante para hacer rayos a pacientes de COVID-19. El hospital no podía. Casado ha agradecido el trabajo a esos médicos, pero no ha reprochado el bajo servicio asistencial de esa provincia, que se remonta a mucho antes de la crisis del coronavirus.

Lágrimas en el cuadragésimo cuarto día

Hasta el cuadragésimo cuarto día de alarma la consejera parecía incansable e indestructible. El 27 de abril comparecía a petición propia en las Cortes de Castilla y León y el agotamiento, la tensión y la pena pudieron con ella. Lloró desconsolada al nombrar a compañeros fallecidos por COVID-19. No quiso parar hasta citarlos a todos: Isabel Muñoz, médico de familia en el Centro de Salud Rural Fuente de San Esteban; Antonio Gutiérrez, coordinador del Centro de Salud 73 Rural Eras de Renueva; Luis Fernando Mateos, médico de familia del Centro de Salud Rural Linares de Riofrío; Marisol Sacristán, celadora en el Hospital General de Segovia; y Yolanda Hernando, auxiliar de clínica del Hospital Fuente Bermeja de Burgos, murieron por COVID-19. Casado ya había dado el pésame a sus familias por teléfono. “Tengo que poder”, se dijo a sí misma, después de una comparecencia de más de dos horas y 75 folios de datos puros, con escaso contenido crítico. La imagen de Casado cubriéndose el rostro con las manos y diciendo cuánto sentía esas muertes abrió informativos, pero ella “se enfadó consigo misma por no haber podido superar la emoción”.

El final de su comparecencia, con la carga emocional que tuvo, suavizó al resto de grupos parlamentarios en su turno de preguntas, pero acabó reconociendo algo que sí que ha encendido los ánimos en el Partido Popular.

Castilla y León tiene más de 43.000 ancianos en 1.214 residencias. Hasta el momento han fallecido 1.297 con coronavirus confirmado y 1.082 con síntomas compatibles, pero no entran en la estadística total. Además, a la mayoría de ellos se les ha tratado en sus centros porque el sistema sanitario no podría soportar el ingreso de todos los que están enfermos. Así, se ha optado por crear equipos COVID para atenderlos. “Esto no puede volver a ocurrir, hay que plantearse seriamente el modelo sociosanitario que ahora no está bien planteado para dar respuesta”, asumió. “No pueden morir en las residencias”, dijo. La cuestión es que, a pesar de que el Ministerio de Sanidad consideró a través de una orden que las residencias pasaban a depender de las autoridades sanitarias de cada comunidad, en Castilla y León Sanidad no las asumió, y quedaron en manos de la Consejería de Familia e Igualdad de Oportunidades, del PP.

Las declaraciones de Casado no han sentado nada bien, según fuentes del Ejecutivo autonómico, y ya se han producido enfrentamientos sonados entre técnicos de Sanidad y de Familia, según ha podido saber eldiario.es. Es ahora cuando Casado tendrá que dejar a un lado la bata y el fonendo para hacer política.

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