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“En España vamos tarde en el cumplimiento de la Agenda 2030 de Naciones Unidas”

Federico Buyolo, director general del Alto Comisionado para la Agenda 2030.

Icíar Gutiérrez

El 25 de septiembre de 2015, los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) daban paso a la nueva agenda de desarrollo sostenible. Los líderes mundiales se marcaban varios objetivos con 2030 en el horizonte: erradicar la pobreza, poner fin al hambre, proteger el planeta, crear sociedades más pacíficas, lograr la igualdad de género...así hasta 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Tres años después, los avances son escasos y organizaciones de la sociedad civil han alertado de que el mundo se arriesga a no cumplir los ODS. El último tropiezo llegó en forma de cifras a mediados de septiembre: 821 millones de personas pasan hambre en todo el mundo, un dato que aumenta por tercer año consecutivo y se sitúa en niveles de hace una década.

Federico Buyolo es, desde hace un mes, uno de los encargados de que España dé un impulso a la agenda de Naciones Unidas. El 24 de agosto, el exdiputado socialista dejaba su puesto al frente de la Cooperación en la Generalitat Valenciana, para ocupar el cargo de director general del Alto Comisionado para la Agenda 2030, un órgano encabezado por la periodista Cristina Gallach que fue creado pocas semanas después de la moción de censura que convirtió a Pedro Sánchez en presidente.

Entre los retos que tiene por delante está la elaboración de una Estrategia de Desarrollo Sostenible en la que se defina qué leyes deben adaptarse y crearse, qué organismos se necesitan, cómo se van a medir los progresos o qué recursos van a destinarse para lograr los 17 ODS que nuestro país suscribió en 2015. Tres años después, España sigue sin contar con una estrategia, a pesar de que todos los dirigentes mundiales se comprometieron a su elaboración cuando firmaron la agenda.

Nuestro país tampoco aprueba ninguno de los ODS y presenta las peores puntuaciones en innovación, consumo y producción responsable, según el balance anual de Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible (REDS).

Se cumplen tres años desde la firma de la nueva agenda y, hace muy pocos días, conocíamos el batacazo en la lucha mundial contra el hambre, que retrocede una década empujada, principalmente, por los conflictos armados ¿Se arriesga el mundo a no cumplir los ODS?

A nivel global, efectivamente, hemos tenido un dato muy negativo: ya es el segundo año consecutivo que aumenta la pobreza y el hambre en el mundo hasta los 821 millones, según la FAO. Pero, si te digo la verdad, estamos en un momento positivo de cambio. Si algo hemos conseguido con la Agenda 2030 es que la dimensión de las políticas multilaterales haya cambiado. Frente a los Objetivos de Desarrollo del Milenio, que se marcaban norte-sur, esta agenda nos encomienda a trabajar juntos para avanzar.

Además, no está supeditado a que las grandes potencias decidan sobre el resto de la agenda. Hemos vivido el ejemplo más claro con la salida de Donald Trump de la COP21. Países como Francia, China o Japón han dicho: “No, nosotros queremos seguir trabajando por esta agenda”. La Agenda 2030 nos ha dado una visión clara: sabemos lo que tenemos que hacer y que queremos hacerlo, independientemente de que haya gente que no quiera sumarse. Esto es un camino irrenunciable y vamos a seguir trabajando en esta línea para que todos tengamos el mundo que deseamos.

Cuando llegaron, tuvieron que pisar el acelerador en la puesta en marcha de la agenda después de casi tres años en los que el Ejecutivo de Mariano Rajoy no había dado pasos significativos. ¿Qué punto de partida se encontraron?

El plan de acción que dejó el anterior Gobierno sin finalizar tenía carencias en dos planos importantes: una voluntad política clara por que la Agenda 2030 fuera verdaderamente la agenda de España, y terminar de diseñar una gobernanza que permitiera que esto no fuera un proyecto de Gobierno, sino un proyecto de país. Ese punto de partida es en el que hemos empezado a trabajar. Trabajamos para preparar el examen nacional voluntario ante el Foro Político de Alto Nivel de Naciones Unidas que lideró la alta comisionada Cristina Gallach, y en esa mesa estuvieron empresas, universidades y ministros.

En ese plan establecimos cuál iba a ser la gobernanza, como participaban todas administraciones, tanto la administración general del Estado como las comunidades autónomas y las entidades locales, así como el papel fundamental de la sociedad civil. Es indiscutible que esta es una agenda de ciudadanía, y la ciudadanía es parte primordial de su cumplimiento. Esta era la piedra angular de nuestro cometido, independientemente de las medidas en las que nos hemos puesto a trabajar. Sobre todo había que darle liderazgo político y gobernanza a esta agenda.

Parece un horizonte muy lejano, pero quedan solo 12 años para que los 17 ODS se hagan realidad, dentro y fuera de nuestras fronteras. ¿Vamos tarde desde España?

Sí, sinceramente creo que vamos tarde, pero también te diría que la predisposición y la voluntad que hemos demostrado en el mes que llevamos trabajando es increíble. Es increíble el liderazgo del presidente del Gobierno, que ha establecido que esta es la agenda del país. De hecho, esta semana está en Nueva York para participar en la Asamblea General de Naciones Unidas, donde va a poner entre los tres pilares de nuestro proyecto que la Agenda 2030 es un proyecto del país.

Llegamos tarde y el recorrido prácticamente es nulo. Tenemos que trabajar en el corto plazo, con medidas que tenemos que poner en marcha ya, pero también pensando en el largo plazo. El cortoplacismo no puede impedirnos ver que España no puede renunciar a liderar esta agenda. España tiene la capacidad, la voluntad y los recursos necesarios, tanto económicos como personales, para que construyamos juntos un futuro distinto.

Usted es ahora el número dos del Alto Comisionado para la Agenda 2030, un órgano de nueva creación. ¿Cuál va a ser la labor de esta estructura?

Nuestra función es alinear las políticas del Gobierno con la Agenda 2030. Al mismo tiempo, coordinar y consensuar con el resto de actores, por un lado los que toman las decisiones de políticas públicas y por otro, la ciudadanía. Hacer el seguimiento y dar coherencia a lo que hacemos fuera y también a lo que hacemos dentro, y por último rendir cuentas de lo que estamos haciendo. Este órgano es un impulsor y una decisión clara de la voluntad política del país.

Tres años después, España sigue sin una Estrategia de Desarrollo Sostenible para aplicar la Agenda. Ustedes se comprometieron a elaborarla “de forma inmediata”. ¿Cuándo la veremos materializada?

Tenemos el compromiso de que en julio de 2019, en el próximo Foro Político de Alto Nivel, el presidente del Gobierno pueda presentar esa Estrategia de Desarrollo Sostenible, que sin duda alguna tiene que nacer del consenso de los distintos decisores de las políticas públicas y de la sociedad civil. Debe ser un proyecto de país, no solo de la administración general del Estado, sino un proyecto donde todos y todas nos comprometemos en el mismo objetivo.

¿Qué contendrá esa estrategia?

Del contenido poco se puede adelantar. Estamos trabajando en la gobernanza, en la implementación de las políticas palanca y la puesta en marcha de la visión transformadora. Pero lo que tenemos claro es que tiene que ser un proyecto de largo recorrido, consensuado y con una visión muy clara de que las personas están en el centro de todas las decisiones. Tenemos que integrar las tres dimensiones en el desarrollo sostenible –lo económico, lo social y lo medioambiental– en una misma agenda y con un mismo objetivo.

El Gobierno también anunció la creación del Consejo de acción de desarrollo sostenible con participación de todos los actores implicados, algo que estos llevaban tiempo reclamando. ¿Cuándo se va a poner en marcha?

Estamos en la parte normativa de configurar ese consejo. Tiene que ser un órgano de participación, así que tiene que nacer de la participación. Lo que queremos es empezar a trabajar con sociedad civil, que son actores fundamentales de este consejo, y con ello me refiero a las organizaciones, a los sindicatos, a las universidades, a los colegios profesionales, al sector empresarial, etc.

Lo que queremos es que se ponga en marcha lo antes posible, pero fundamentalmente que sea un órgano de participación. Esta es la parte más importante, que juntos tengamos la vocación y la voluntad de convertir a España en líder de la Agenda 2030 y el desarrollo sostenible.

El ODS 3 establece que para 2030, las epidemias del sida, la tuberculosis y la malaria tienen que ser historia. Nuestro país lleva desde 2011 sin aportar ni un euro al fondo mundial que lucha contra estas enfermedades.

Ahora mismo estamos justamente en la negociación del presupuesto y será en estos momentos cuando se decida. El ministro ya anunció hace unos días al responsable del Fondo Mundial la voluntad de España de ejercer el liderazgo que durante muchos años tuvo y que durante los últimos gobiernos del Partido Popular no solo no se comprometió, sino que no se abonó lo que se había comprometido. Hay una voluntad de recuperar el protagonismo de España en las multilaterales, y sin duda alguna en el Fondo de Malaria, Sida y Tuberculosis, enfermedades que deben erradicarse para 2030.

¿Cómo casa la aplicación de la agenda con una cooperación bajo mínimos que ha perdido más del 70% de sus recursos? ¿Va a haber un repunte de fondos en los presupuestos que ahora se están negociando?

Hay dos aspectos fundamentales. Por un lado, recuperar la estructura de la cooperación. En los últimos años no solo hemos vivido una falta de fondos, sino de estructura y de voluntad política de que España sea referente en la cooperación a nivel internacional. Aina Calvo, de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, está trabajando en esa nueva configuración de la AECID y en dotar a la cooperación de los instrumentos para que verdaderamente pueda actuar en el momento en el que estamos.

Y por otro lado, sin duda alguna, hay que recuperar la senda del crecimiento que no se debería haber perdido. Pero como sabéis, estamos en la negociación de los presupuestos, y dependerá también de los otros grupos políticos.

España acudió al examen ante la ONU sin aprobar ninguno de los 17 objetivos, según el índice anual de la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible (REDS). ¿Cuáles son las prioridades para mejorar estos resultados?acudió al examen ante la ONU sin aprobar ninguno de los 17 objetivos,

Este informe que presentaba REDS hace una semana nos pone en el punto de partida y nos dice que tenemos mucho que mejorar. Las prioridades las ha determinado el presidente del Gobierno: la transición ecológica que está impulsando la ministra Ribera a través del ministerio y la futura ley de transición ecológica.

También, todo lo que tiene que ver con las políticas sociales para que generemos sociedades inclusivas (educación, sanidad y empleo) y una economía ética que refuerce la idea de que la economía tiene que estar al servicio de las personas. Por tanto, trabajamos en esas medidas transformadoras que necesita España para que la economía esté al servicio de la ciudadanía y no que los ciudadanos suframos una economía de especulación cuyos beneficios van a unos pocos y cuyas cargas las recoge toda la sociedad.

Hablaba de que una de las funciones del Alto Comisionado es, precisamente, la de coordinar que todas las políticas estén en línea con la Agenda 2030. ¿Cómo encaja esto con, por ejemplo, la venta de armas –muy cuestionada en los últimos días– y otros ámbitos que también son Agenda 2030?

Sí, sin duda. Esto no es solo una suma de win-win, sino que también habrá win-lose que tendremos que gestionar y tomar decisiones de cara al futuro. Hay medidas que vienen heredadas porque son tomadas por otros gobiernos y se tiene poco margen de maniobra, pero sí hay una voluntad muy clara de que este Gobierno trabaje la coherencia de políticas como uno de los ejes vertebradores de lo que estamos haciendo.

Tienen mucho trabajo por delante.

Sí, pero es un trabajo apasionante y muy ilusionante. La Agenda 2030 es más que un paquete de medidas, es un lenguaje universal. Es nuestro nuevo contrato social, un contrato social global, donde nos comprometemos con una visión muy clara a trabajar en beneficio de todos. Y entender que, si somos capaces de trabajar juntos, avanzamos no solo como sociedad, también como país.

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